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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Todo el poder para Xi Jinping

El líder de China anula el incipiente pluralismo de la etapa anterior y blinda su continuidad al frente del país

Xi Jinping pronunciaba el domingo un discurso durante el congreso del Partido Comunista Chino.
Xi Jinping pronunciaba el domingo un discurso durante el congreso del Partido Comunista Chino.Bloomberg
El País

El XX Congreso del Partido Comunista de China ha confirmado todos los presagios respecto a la desaparición de los mecanismos aperturistas impuestos por Deng Xiaoping hace más de 30 años para evitar la concentración de poder y el culto a la personalidad instalados por el fundador de la república popular, Mao Zedong. La elección por tercera vez de Xi Jinping, de 69 años, como líder supremo de la nación comunista es la patente señal de una presidencia sin límites temporales, potencialmente vitalicia, con la mayor concentración de poder de la historia china en tres décadas. También la elección de los siete miembros del Comité Permanente del Comité Central, el máximo organismo ejecutivo que dirige el país, todos ellos hombres fieles y obedientes partidarios de Xi Jinping, rubrica la desaparición de la dirección colectiva y la eliminación del equilibrio entre corrientes ideológicas y de un cierto pluralismo interno que había animado los liderazgos de sus antecesores, Jiang Zemin y Hu Jintao, durante más de dos décadas. Y borra cualquier presencia de mujeres en los órganos directivos.

Las imágenes del desalojo del anterior jefe del Estado, Hu Jintao, de 79 años, antes de que empezara la sesión de clausura —con independencia de que se debieran a la salud frágil del anciano o fueran una exhibición ejemplarizante de una purga política— constituyen la escenificación de la ruptura con los aires aperturistas que habían caracterizado al régimen chino hasta el ascenso de Xi. En el mundo de extrema opacidad y secretismo de la política oficial china, la ausencia sin explicaciones de Jiang Zemin, de 96 años, y la humillante salida de Hu Jintao, ambos miembros del presídium del Congreso, solo cabe interpretarse como la confirmación práctica de las acerbas críticas a la línea política anterior expresadas en el discurso de clausura por Xi Jinping.

También el hasta ahora número dos y todavía primer ministro, Li Keqiang, de 67 años, ha caído en desgracia y ni siquiera ha entrado en el Comité Central. Quien está preparado para sustituirle como primer ministro es el actual jefe del partido en Shanghái, Li Qiang, de 63 años, convertido en el número dos del Comité Permanente, promoción que tiene que ver con la dureza del confinamiento total aplicado en su ciudad como parte de la política de covid cero. El vice primer ministro Hu Chunhua, con 59 años y perteneciente a la quinta generación, que debía relevar a la cuarta de Xi, ha quedado fuera del Comité Permanente y del Politburó, a pesar de que había sido un firme candidato a la máxima magistratura comunista cuando aún no se habían anulado los mecanismos sucesorios del pasado.

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Xi Jinping culmina en este XX Congreso el ascenso autoritario que inició hace 10 años para perpetuarse en el poder sin regla de sucesión conocida, como suele ocurrir en las más férreas dictaduras.

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