Venezuela, un país que no para de sufrir
Los lectores opinan sobre las consecuencias de las lluvias torrenciales en Venezuela, las quejas, la labor de los sanitarios y el apoyo en Occidente a las mujeres iraníes
Las últimas imágenes que se han visto del país caribeño provocan mucha tristeza. Un país que en el pasado fue uno de los más ricos del continente sudamericano, hoy se enfrenta a muchísimos problemas y parece que la naturaleza tampoco está de su lado. Las lluvias torrenciales de los últimos días en el Estado de Aragua han dejado al menos 25 muertos y más de medio centenar de desaparecidos, además de dejar a muchas familias — que de por sí ya estaban viviendo una situación de extrema pobreza— sin casa y con una ciudad, Las Tejerías, destruida. ¿Qué harán para sobrevivir ahora esas familias? ¿Cuándo va a empezar el Gobierno a velar por su pueblo? Desde aquí le mando mi sentido pésame a todas las familias que perdieron un familiar y bendiciones a todos mis paisanos venezolanos.
Néstor José Méndez Mora. Alcorcón (Madrid)
¡Quéjese!
Nos gusta quejarnos. Aunque lo que nos gusta de verdad es que nos oigan, la palmada en el hombro, un “me gusta”. A algunos, les gusta gritar esas razones a quien está detrás de un mostrador. A veces ni siquiera tiene que ver con la queja, pero la reiteramos una y otra vez. Disfrutamos escuchándonos y nos quejamos en el bar, con los amigos, en las redes sociales, ¡eso nos encanta! El problema es que sirve de poco, por mucha razón que se tenga, y no llegan a donde deberían. Así que quéjese, quéjese con hojas de reclamaciones, con denuncias pertinentes. Quéjese argumentando y por los cauces adecuados. ¡Quéjese bien! Y no le dé el día a los empleados que ponen la cara.
Francisco J. Gil Aguilera. Córdoba
Gracias, profesionales
Soy voluntaria en un centro de la Comunidad de Madrid para enfermos que han sufrido un ictus. Cada día acudo con el entusiasmo de compartir con ellos un tiempo que a veces se traduce en una charla, un juego de dominó los más afortunados, o un simple paseo tras su silla de ruedas. Cuando llega la hora de abandonar el centro me voy con una pena que sólo es mitigada por el excelente trato del personal de la clínica al hacer el relevo con los pacientes. Les reciben con su mejor sonrisa, cogiéndoles de la mano o enganchándolos en su brazo muy apretadito, haciéndoles sentirse queridos y protegidos. Así, yo, que estoy con un nudo en la garganta, abandono el centro reconociendo una inmensa gratitud hacia esos profesionales que para mí son auténticos héroes en estos tiempos de tan escasos valores.
Carmen Mellado Martín-Cleto. Toledo
Solidaridad real
En apoyo a las mujeres iraníes que llevan días manifestándose para defender su libertad, hemos visto en Occidente a muchas mujeres (entre ellas numerosas personalidades, en particular actrices) cortarse un mechón de cabello. Este gesto se puede ver cómo un acto de solidaridad, ¿pero es esto realmente así? ¿Acaso ese gesto ayuda concretamente en algo? ¿Es esto lo único que se puede hacer?
Ignacio Delgado Alcaide. Alcorcón (Madrid)
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