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Crisis económica
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una nueva era recesiva parece inevitable

Al quebrarse la confianza de ciudadanos de las clases media y baja, se tienden a erosionar las creencias en la democracia política

Manifestación afuera del palacio presidencial de Argentina debido a la crisis económica
Manifestación afuera del palacio presidencial de Argentina debido a la crisis económica que enfrenta el país latinoamericano, en Buenos Aires, el 9 de julio de 2022.LUIS ROBAYO (AFP)

El relato presentado sobre el futuro de la economía y la gobernanza se basa en una multiplicidad de factores distintos, los que se van a combinar en el tiempo conformando una era recesiva. Es decir: de mínimos o nulos crecimientos en el cuadro global. Coetáneo con circunstancias políticas que complicarán el estado de la gobernanza en una pléyade de naciones.

Ese nuevo cuadro, que observaremos progresivamente, conducirá a nuevas crisis, a más polarización, y nuevos desafíos para los sistemas democráticos del mundo liberal. Apoya esta crónica el aceptar que influyen en nuestra visión hoy las experiencias que enumero a continuación. Las experiencias duras de la peste global llamada covid-19 y sus variantes de 2021 y 2022, las consecuencias de fenómenos del cambio climático que la crisis medioambiental arroja en muchas latitudes del planeta. Estos dos flagelos ya persistentes influyen todavía en mentalidades fatalistas de un variopinto universo de ciudadanos. Hay todavía latente en memorias ciudadanas la idea que los flagelos inesperados -cisnes negros - pueden recrudecer.

Economía de expectativas y sentimientos

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Si un observador avezado en comportamiento se enfoca en la percepción de la mente de personas representativas de clase media, es probable que el caso modal hoy predominante se encamina al escepticismo. Dado el set de factores recientes que golpearon el bienestar personal, y constatando los riesgos inflacionarios agudos y los impactos sobre el bienestar de hogares, el ciudadano sopesa “el estado del progreso” con ansiedad, bajo dudas y temor.

Sostenemos, en nuestro escenario base, que dicho escepticismo se condice con las tendencias que observamos para ciertas variables macroeconómicas de peso. Destacamos las que, a nuestro juicio, poseen mayor incidencia para los tiempos que vienen.

El escenario más probable se describe con base en los considerandos siguientes.

En vastas latitudes hay temor: miedo a volver a quedar desempleado, temor a volver a contagiarse, fantasmas de nuevas cuarentenas sanitarias, angustias de poder ser desplazado de una posición y estatus determinado, a una de menor rango, menos paga y más inseguridades.

Por ejemplo: hoy se acumula una serie de estudios que modelan cómo el mundo de tecnologías aplicadas al mundo del trabajo irán reemplazando al obrero y al empleado base por nuevas máquinas, procesos iterativos, avatares o simplemente por trabajo a distancia bajo comunicación especializada.

Ejemplo dos: incide con fuerza el temor a rivalizar con miles de rostros de migrantes que arriban mes a mes a diversas ciudades y regiones: Cohortes dispuestos a insertarse en el nuevo país bajo una fracción del salario habitual.

Circulan por el mundo, centenas de vívidos testimoniales transmitidos por CNN, BBC, ABC, con oleada de  migrantes del norte de África, Centroamérica, sudeste asiático y desde países con crisis políticas complejas como Venezuela, Perú, Argentina, Ucrania y otros.

Resultados para la sensación “térmica” común son: ansiedad, miedos combinados, inseguridad, expectativas de ir “quedando atrás”, y más fracturas en la crisis de los llamados Estados benefactores, incluso de los concebidos solo como Estados protectores (resguardos de fronteras).

La problemática creciente producto de variables psico-externas, tecnologías, y de salud, se va empeorando por constatación de que las falencias de la gobernanza ya no pueden mantener en firme ciertos roles históricos de los Estados nacidos, sean de democracias liberales del siglo XIX y XX o bien de sociedades autoritarias del mundo posmoderno.

Al quebrarse la confianza de los ciudadanos de clases media y baja, se tiende a erosionar las creencias en la democracia política.

Descontar el futuro: readecuar el ahorro personal

Sintetizando, arriesgando una predicción específica, la evaluación para el trienio que viene es, del todo, de una estrechez conservadora.

Si aceptamos que la posibilidad de un aumento importante de la productividad del sistema económico global es baja, que demorara algún tiempo en reducirse la inflación de bienes de consumo y de productos intermedios, que las condiciones del crédito bancario serán más duras en tasas y plazos y que los espíritus animales de empresarios expansivos pasan a rezago, lo que nos resta como “motor coyuntural” del crecimiento será: el consumo de hogares y personas. Normalmente, el componente de más peso en el PIB.

Pero habrá dos causales dominantes para entender, realmente, las motivaciones del consumidor tipo situado en países grandes (China, EE UU, zona Euro) o en países de economías emergentes con importantes tamaños poblacionales (Rusia, Indonesia, India, Brasil y México).

El primero, que deviene de la teoría economía clásica, se refiere a la tasa de descuento que una persona aplica  a un flujo esperado de consumo futuro (tasa de preferencia inter-témpore ): la que ceteris paribus, implica exigir del ahorro un rinde tal que compense la postergación de parte del consumo hoy. Gasto que es siempre motor del crecimiento, consumo que hubiese sido hoy elemento de natural reactivación del gasto agregado.

Ello dará ahora una prima de menor valor  (menor fuerz ) pues el nuevo horizonte racional que empapa los sentimientos de vastos grupos de consumidores contempla y tomara en cuenta que – con experiencias vividas 2019- 2021 – se ha ido erosionando las capacidades de los Estados de responder a demandas contemporáneas complejas, bajo las reglas del Estado de Bienestar tradicional. Ergo: se va generalizando la idea de que va a ir decayendo la capacidad de un Estado que apoya con transferencias, con subsidios, gastos previsionales y ayudas sociales a sectores vulnerables y  desempleados del ciclo, en comparación con estándares del pasado.

Entre otras cosas, el habitante contemporáneo entiende mejor que el ciclo inflacionario golpea la capacidad de los Estados y que la gobernanza demandada por una ciudadanía empoderada será peor evaluada a la luz del nuevo escenario de finanzas fiscales.

La segunda causal posee un carácter monetario.

Sabemos que en próxima reunión oficial la Reserva Federal de USA subirá la tasa rectora de política en al menos 75 puntos base (0,75 %). Esa acción detonará algunas decisiones en similar dirección por el Banco Central Europeo, el de China y otros. Todo eso será consistente con nuevo apretón en la liquidez, tornándose más elevadas los intereses de mercado a corto o mediano plazo. Un empleo razonable de parámetros que relacionan la respuesta del ahorro personal bajo estímulos de tasas de interés nos lleva a sugerir que, por ese lado, el volumen del flujo de ahorros subirá en futuro mediato.

Resumimos todo ello de manera simple; lo más gráfica posible. Amplios sectores de la población, sintiendo elevarse sus temores de futuro y unido a la constatación empírica de nuevas falencias para la respuesta de los Estados ante crisis, conducirán sus ahorros personales al alza en tiempos cercanos.

Como no constatamos que desde el lado inversor haya cambios que estimulen alguna crecida significativa, el mundo en general, con contadísima excepción, va a entrar a un ineludible escenario recesivo. Se hace, por ende, necesario empezar a analizar las derivas sociales y políticas que ello implica.

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