Defender lo público
Los lectores escriben sobre la importancia de los impuestos para tener servicios públicos, los recuerdos, la situación de la sanidad y los “poderes oscuros” a los que se refirió Pedro Sánchez en su entrevista en EL PAÍS
Tenía 21 años. Recuerdo volver de celebrar la Nochevieja con mis amigos de madrugada y mi madre ya no estaba en casa. Ella, a sus más de 50 años, se había despertado antes de las 6 de la mañana para ir a limpiar los salones y retretes de las fiestas que se habían celebrado esa noche. Entonces yo estudiaba una carrera gracias a las becas y al esfuerzo de mis padres, como el de miles de familias. Saqué la carrera y hoy, con 30 años, cobro 100.000 euros al año, esa cifra de la que hablan por la capital de España. Hoy tengo que ser yo quien convenza a amigos y conocidos de la importancia de que yo pague más del 30% de mi salario en impuestos, o que las becas públicas deben ser para eso, lo público y quien realmente lo necesita. Hoy, y cada día más, mi desapego es mayor, pues yo, fiel defensor de lo público, veo que quien más debería defenderlo apoya a quien no lo hace. Siento que la conciencia social y lo público cada vez está más abandonado por todos nosotros.
Marcos Sánchez. Palma de Mallorca
Siempre nos quedará…
Ante la situación actual: guerras, migraciones, crisis sanitarias y económicas, pérdida del poder adquisitivo, deuda pública, miseria… si no tenemos tiempo ni recursos suficientes para cambiar el dudoso futuro, podemos intentar disfrutar, gozar o deleitarnos rememorando el pasado gratificante. Recordando los mejores momentos y experiencias de nuestra vida, como el primer beso, salario, logro deportivo, el nacimiento de los hijos y nietos, las relaciones familiares y sociales… Utilizando el recurso que se contiene en la mítica frase de Casablanca: “Siempre nos quedará París”. Porque el pasado nadie nos lo puede quitar.
Fernando Serrano Echeverria. Eibar (Gipuzkoa)
Lamentable
Trabajo como médico en un gran hospital madrileño. Actualmente soy covid positivo. Llevo horas intentando contactar para una cita telefónica para la baja. He seguido una por una las interminables opciones que ofrecen, incluido llamar a la Conserjería donde me han iluminado diciéndome que a ellos esto no les compete, que debo contactar con mi médico de atención primaria. Al final llegamos siempre a “en estos momentos estamos ocupados, llame más tarde”. Es lamentable. Y no somos los sanitarios, no podemos llegar a nuestros médicos y enfermeros. Hoy por hoy formo parte del sistema, pero, honestamente, no veo la hora de dejar de hacerlo. Estoy cansada y siento vergüenza ajena.
Elvira M. Melián. Aravaca (Madrid)
Poderes oscuros
En la entrevista del domingo en EL PAÍS, Pedro Sánchez constata la existencia de “poderes oscuros” que amenazan el proyecto progresista. Unas páginas más tarde, un prolijo análisis de Sergio. C. Fanjul cita a S. Moyn, según el cual la extrema derecha piensa que “(...) el marxismo cultural homogeneiza vastos grupos de oscuros enemigos y les asigna un plan secreto para trastornar la sociedad”. Y yo me pregunto en qué se diferencian ambas afirmaciones. Quizá, lo que esté poniendo en peligro la democracia no sea la existencia de “oscuras” conspiraciones por parte de unos y otros, sino la reducción del debate político a esquemas simplistas y la falta de un auténtico proyecto por parte de nuestros políticos.
Javier Maestrojuán. Pamplona
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