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EDITORIAL
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Todavía no es una gripe

La incertidumbre que provoca la pandemia aconseja avanzar en otros modelos de prevención pero sin precipitarse

Aglomeraciones en el centro de Madrid.
Aglomeraciones en el centro de Madrid.Olmo Calvo
El País

Tras dos años de pandemia, cinco millones de muertos en todo el mundo, una grave alteración de la vida económica y social y una sexta ola en curso que ha superado los picos máximos de contagios y hospitalizaciones de las anteriores oleadas, el cansancio hace mella y corremos el riesgo de querer superar etapas antes de tiempo. Que el Gobierno haya anunciado un plan para tratar la covid-19, cuando sea posible, como una enfermedad endémica con un control similar al de la gripe, no significa que la pandemia haya pasado y que ya puede ser equiparada al virus que nos visita cada invierno. Los gestores tienen la obligación de anticiparse y el debate ha prendido en toda Europa aunque ni siquiera se ha alcanzado el pico de contagios de la variante ómicron.

Es obvio que estamos en un nuevo escenario y eso explica las nuevas pautas. Acortar las cuarentenas a siete días es congruente con que la mayoría de los casos son de menor gravedad. Y la decisión de dejar de hacer pruebas PCR a los contactos directos, si no presentan síntomas, evita el colapso de los centros de salud. Pero el virus sigue provocando un alto número de hospitalizaciones y muertes y tanto la OMS como el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades o la Agencia Europea del Medicamento consideran que es prematuro tratar ya la covid como si fuera una simple gripe.

Para que podamos pasar de pandemia a endemia es preciso que se den una serie de condiciones. Muchos virólogos prevén que el SARS-CoV-2 pueda quedar como un virus endémico, como los cuatro coronavirus del catarro que le han precedido, aunque no se sabe si acabará siendo estacional o de circulación permanente con brotes esporádicos. El hecho de que, con las sucesivas variantes, hayamos pasado de una mortalidad del 13% en el inicio de la pandemia al 1% actual es una señal de que vamos en esa dirección. Sabemos que la protección de las vacunas contra la infección decae con el tiempo y que habrá que dar dosis de refuerzo, pero no sabemos con cuánta frecuencia y si también decaerá con el tiempo la protección frente a la enfermedad grave. Y la posibilidad de que aparezcan nuevas variantes seguirá siendo alta mientras la vacunación no llegue a todo el planeta.

Tanta incertidumbre invita a pensar que el cambio de modelo solo podrá ser gradual, cauteloso y reversible. La covid no pasará a ser de un día para otro una gripe si circula libremente, sin ninguna medida de restricción y fiando toda la estrategia preventiva solo a la eficacia de las vacunas. Sí es necesario, en cambio, ir avanzando en el diseño de un nuevo sistema de control para cuando ese día llegue. De momento, el virus exige todavía los diques de contención vigentes.


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