Un viaje con negacionistas
Los lectores hablan de las situaciones con personas que no usan mascarilla en espacios públicos, la inmigración, las noticias sensacionalistas y la dependencia de las tecnologías
Cuando los incívicos, negacionistas y egoístas estaban camuflados entre los ciudadanos, todo era más sencillo. Hace unos días tuve una experiencia durante un vuelo que me hizo reflexionar sobre esto. Casi todos en el avión estábamos incómodos con la situación, pero nadie decía nada. Probablemente, todos estamos cansados de la confrontación, de la crispación, de escuchar sandeces, así que (incorrectamente) miramos para otro lado y confiamos en el efecto de las vacunas. Al final del vuelo, una señora, sin poder contenerse, les espetó: “ustedes no creen en el virus, ¿verdad? Les da exactamente igual si los demás nos contagiamos”. Entonces comenzaron su discurso, con sonrisa socarrona. No han entendido nada. Nuestra sociedad es como un avión. Tenemos que compartir un vuelo con pasajeros que no creen en la gravedad, y juguetean con las manivelas de las puertas de seguridad ignorando a la tripulación y al resto de pasajeros.
Nerea Torres González. Tegueste (Santa Cruz de Tenerife)
Conmovido por la migración
Es imposible no conmoverse ante la llegada de los migrantes a las costas españolas. Sus miradas agotadas y fatigadas también reflejan el orgullo y la satisfacción por haber alcanzado su objetivo. Sin duda, es imposible acoger a todos los que viven en la pobreza. Pero una población envejecida como la europea precisa de jóvenes que deseen trabajar y alcanzar una vida como la que ven a través de las antenas parabólicas instaladas en sus casas de uralita, mientras sus gobiernos, la mayoría corruptos, les dan la espalda. La UE debe elaborar programas de acogida, pero también invertir en proyectos que lleven riqueza a esos territorios, supervisados para impedir que las ayudas sean dilapidadas por sus protervos dirigentes.
Joaquín Gismero Brís. Torrejón de Ardoz (Madrid)
Sensacionalismo
Una niña fue brutalmente violada en Igualada (Barcelona) durante la noche de Halloween. La historia me conmueve profundamente por lo que debe haber sufrido, pero sobre todo me indigna, porque creo que no es necesario dar toda la información que se ha dado respecto a las operaciones y su situación clínica, esa información es privada. Es sensacionalismo. Nos estamos acostumbrando a este tipo de informaciones, pero creo que deberíamos ser más cuidadosos.
Tamara Joga Rodríguez. Madrid
Dependencia
¿Por qué cada vez somos más dependientes de los dispositivos tecnológicos? La semana pasada iba en el tren y miré a mi alrededor: no había absolutamente nadie sin móvil, ordenador, auriculares o tableta. Nos hemos acostumbrado, pero es un problema. Y muy grave. Ya no contemplamos la belleza de la naturaleza a través de la ventana ni hablamos con la gente que nos rodea… únicamente nos fijamos en la pantalla que tenemos delante. ¿Estaremos a tiempo de cambiar esto?
Carla Juanós. Barcelona
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