_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ensamblajes

Es más fácil colocar una preposición que hacer frente a un arreglo doméstico

Una pareja en una ferretería de barrio en Barcelona.
Una pareja en una ferretería de barrio en Barcelona.Massimiliano Minocri
Juan José Millás

Las preposiciones son la tornillería de la lengua. Solo tienes que echarlas sobre la mesa como un puñado de tuercas para escoger la adecuada. Del mismo modo que hay tornillos con rosca de paso fino, tornillos de rosca de madera, tornillos de cabeza redonda o hexagonal, incluso de cabeza ranurada o cruciforme, hay preposiciones de espacio, de lugar, de tiempo, etcétera. Si quieres decir que has perdido el apetito “desde” que te tragaste aquel documental de la tele “sobre” un matadero de cerdos, has de colocar el “desde” y el “sobre” en los lugares estratégicos para que el significado fluya por la oración como el agua por una red de tuberías bien ensambladas. Y es que la preposición tiene mucho también de pequeño adminículo de fontanería. Se parece a ese empalme que enlaza el sumidero del lavabo con la bajante general. Cuando el manguito o la preposición se agrietan, el sentido hace aguas, se derrama y aparecen charcos debajo del fregadero.

Fui a la ferretería a comprar un tubo para la ducha, pues se me había roto el viejo, y volví a casa con el que no era por no haberme fijado bien en el diámetro de la rosca. Quiere decirse que es más fácil colocar una preposición que hacer frente a un arreglo doméstico. Para saber la preposición que conviene utilizar en la frase “no puedo con mi alma”, no necesitas estudiar: basta con que no puedas de verdad con tu alma. El mundo está lleno de gente que no puede con su alma y que lo dice correctamente cuando llega a casa por la noche. “No puedo con mi alma”, exclamamos dejándonos caer sobre el sofá. Adviértase que nos ha salido sin querer “sobre el sofá”, no “bajo el sofá” ni “ante el sofá” ni “entre el sofá”, etc. La preposición se coloca sola. Intente usted, en cambio, poner un programa sencillo de la nueva lavadora sin leerse hasta la extenuación las instrucciones del electrodoméstico.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_