El gran perturbador
La criptotecnología y la inteligencia artificial son los mayores factores de turbación política de nuestra época
¿Qué tienen en común los fabricantes de cámaras y los bancos? Ambos han hecho la transición al mundo digital, pero se ven enfrentados a unas tecnologías con efectos perturbadores. Los teléfonos inteligentes ya acabaron con el mercado de las cámaras compactas. Ahora están a punto de acabar con las de gama alta. Aunque en las finanzas no se ha llegado ni tan lejos, ni mucho menos, también está empezando a pasar. Las finanzas descentralizadas, basadas en la criptomoneda, han empezado con una modesta oferta de servicios de apuestas, permutas financieras y otros productos financieros que no necesitan interacción con el mundo físico. No permiten comprar una casa, todavía, pero la tecnología y los servicios se están desarrollando rápidamente. El gran acontecimiento criptotecnológico de este año ha sido el auge de las fichas no fungibles, un criptoactivo que permite vender obras de arte digitales, entre otras muchas cosas. Imagínenlo como unos derechos de autor digitales autoejecutados.
Quizá ahora se pregunten qué tiene esto que ver con nosotros. La respuesta es que las tecnologías perturbadoras del siglo XXI están llegando a dondequiera que usted se encuentre, ya sea el Gobierno, las finanzas o los medios de comunicación, y también a las universidades.
Las finanzas descentralizadas, o DeFi, como se las conoce en la jerga (descentralised finances) van camino de usurpar partes del sector financiero. Es la gran eliminación de intermediarios, lo mismo que los supermercados hicieron con la tienda de la esquina. Los segmentos especializados de las finanzas seguirán prosperando. Las universidades son un objetivo particularmente vulnerable. No está nada claro que sean el mejor sitio para adquirir conocimientos sobre las tecnologías en rápida evolución del siglo XXI. Algunas intentan no perder el ritmo, pero las tecnologías de vanguardia en criptomonedas y aprendizaje automático no las desarrollan principalmente investigadores universitarios, sino empresas como Google, Apple y sus competidores chinos, junto con los innumerables frikis de sus sótanos. No sabemos quién es Satoshi Nakamoto. El nombre es el seudónimo del autor que escribió en 2008 el artículo de presentación del bitcoin. Se trata de un documento técnico que constituyó la base de la cadena de bloques del bitcoin. Nakamoto puede ser un hombre, una mujer o una empresa. Él o ella pueden haber sido un profesor o una profesora de universidad, o haber trabajado para el sector privado. Por algunas referencias del artículo, suponemos que la manera en que los bancos centrales reaccionaron a la crisis financiera mundial de 2008 pudo haber sido un detonante para el bitcoin. La genialidad de Nakamoto consistió en combinar las tecnologías existentes de una manera verdaderamente original.
El bitcoin no sustituirá al dinero por decreto, de la misma manera que las finanzas descentralizadas no reemplazarán a todo el sector financiero. Nakamoto diseñó el bitcoin como una moneda de transacción independiente de los gobiernos. No dijo que fuera a usurpar todas las funciones del dinero, incluidas la de depósito de valor o la de unidad contable. Pero su criptomoneda podría representar el principio del fin del dinero por decreto. Si los bancos centrales no consiguen controlar la inestabilidad endémica causada por un bucle fatal de desregulación financiera y compra de activos por ellos mismos, aumentará la demanda mundial de moneda no oficial como depósito de valor.
En una ocasión, el ya fallecido Paul Volcker bromeaba diciendo que la única innovación financiera de la que había sido testigo en su vida era el cajero automático. La creación de una moneda de transacción no oficial a prueba de piratas probablemente sea la siguiente. Ya ha generado un sinnúmero de innovaciones adicionales, especialmente Etherium, la cadena de bloques gracias a la cual son posibles las aplicaciones financieras descentralizadas.
El autocomplaciente mundo de la banca central y la economía lleva mucho tiempo negando la amenaza de las criptomonedas y las criptofinanzas. Esto se debe principalmente a una mentalidad que confunde lo que no debe ser con lo que no puede ser. En el mundo de las criptomonedas no hay juntas de política monetaria ni comités asesores. Si eres economista, es un mundo que funciona totalmente sin ti. La moneda digital de los bancos centrales no es la respuesta a la criptomoneda. Es el coche híbrido en un mundo en el que dominan los coches eléctricos. Si alguien quiere optar por el dinero digital en el futuro, probablemente querrá el de verdad, no la versión digital del dinero por decreto.
Los gobernadores de los bancos centrales consideran la criptomoneda una burbuja que se desinflará por sí sola. Ha habido ocasiones en las que los intercambios en bitcoins han caído, pero la cadena de bloques ha funcionado sin interrupción desde su creación. El bitcoin es, sin duda, un activo volátil, pero no olvidemos que esta característica solo existe porque tomamos al dólar como referencia de su valor. La volatilidad se da únicamente con respecto a algún elemento de referencia.
Como observador veterano de la frágil unión monetaria europea, me pregunto si será posible que las criptomonedas paralelas representen una amenaza para el euro. Durante la crisis de la deuda soberana de la zona euro, los economistas de Grecia e Italia jugaron con la idea de una moneda paralela disfrazada de instrumento de deuda a corto plazo. En Italia se la conocía como minibots. Era una idea ingeniosa pero condenada al fracaso porque estaba sujeta al apoyo institucional y a restricciones legales. Una criptomoneda paralela sería un instrumento mucho más flexible. Un Gobierno podría, por ejemplo, permitir el pago de impuestos en criptomonedas y utilizar los ingresos para pagar a los proveedores. El mercado de las criptomonedas ofrecería algunos servicios financieros, como los préstamos con garantía total, así como instrumentos de ahorro no regulados. El dinero por decreto no desaparecerá, pero perderá su condición de monopolio. Cuando esto ocurra, los gobernadores de los bancos centrales se encontrarán con que ya no tienen el control. Nadie tendrá que salir del euro ni activar el artículo 50 del Tratado de la Unión.
A nivel tecnológico, la batalla que se libra en estos momentos no es entre lo digital y lo analógico, sino entre lo digital y lo digital. Kodak hizo la transición de los sensores analógicos a los digitales, pero se quedó rezagada respecto a la competencia. Canon y Nikon pasaron de las cámaras analógicas a las digitales, pero ahora su lugar lo han ocupado los teléfonos inteligentes 100% digitales con fotografía computacional avanzada.
Otro ejemplo es el de las finanzas matemáticas. La fijación de los precios de los derivados financieros se ha basado en modelos matemáticos elaborados a partir de profundas teorías de los procesos estocásticos. También estos modelos están siendo sustituidos cada vez más por algoritmos de aprendizaje automático. La primera generación de programas de traducción se apoyaba en algoritmos lingüísticos inteligentes procedentes de la lingüística matemática. Los expertos de la época nunca se tomaron en serio a Google debido a su creencia autocomplaciente de que la traducción estadística jamás igualaría su conocimiento superior sobre la estructura del lenguaje. La gente de la inteligencia artificial ha ganado las batallas.
Sospecho que la mayor perturbación no vendrá estrictamente de la tecnología, sino de cómo interactúa esta con la política. La creciente desconfianza en las instituciones oficiales, incluidos los bancos centrales, ha creado una demanda para una alternativa al dinero por decreto. Las criptomonedas se han utilizado para blanquear dinero, pero también para financiar movimientos de oposición en regímenes autocráticos. Existen porque hay demanda. Son una criatura política. Están ahí porque las sociedades capitalistas han sido incapaces de producir estabilidad, y debido al aumento de los regímenes pseudodemocráticos. Y prosperan porque aquellos para quienes suponen una amenaza mayor, y que no tienen ni idea de cómo contenerlas, las subestiman.
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