Héroes traidores e impuros
El cese de la violencia no hace el objetivo de ETA más respetable. Pero dos películas emocionantes y aleccionadoras nos recuerdan el valor de la impureza frente al fanatismo y la xenofobia
Traidores, de Jon Viar, que se puede ver en la web de RTVE, es un documental sobre algunos de los primeros etarras. También es una pregunta sobre el padre: el progenitor de Viar pasó ocho años en la cárcel y salió gracias a la ley de amnistía. Son unos jóvenes que combinan una educación nacionalista y católica con lecturas de Franz Fanon y otros referentes del anticolonialismo. Hay votaciones para ver si se mata a una persona o no. Luego, cuando renuncian a la violencia, se convierten en traidores: no solo a ojos de ETA, sino del pueblo vasco. No edulcoran su pasado: “Yo no era un demócrata, no sabía lo que era eso”. No creen en la idea de una ETA antifascista. Su crítica no se limita a la violencia, sino a una ideología mitológica, amparada en una mezcla de cobardía y racismo. Dicen que ETA sirvió para algo: expulsó a miles de personas y cambió el mapa electoral. Los personajes fueron también de los primeros que asumieron, con un gran riesgo personal, la protesta cívica contra ETA.
Impuros, de Alberto Utrera, que se puede ver en los cines, estará accesible en RTVE y tiene versión en libro, es una película conversación: 10 años después de que ETA dejase de matar, Eduardo Madina y Borja Sémper recuerdan su pasado de oposición al terrorismo, en el Partido Socialista y el Partido Popular. Uno sufrió un atentado, el otro escapó por poco. Hablan de la paradoja de jugarte la vida porque te indigna que la gente arriesgue la vida por pensar de otro modo, de la ocupación del espacio público por parte de la izquierda abertzale, de las consecuencias para sus seres queridos, del asesinato de Miguel Ángel Blanco y la reacción que generó. “Gente con la que compartiste plaza, con la que compartiste colegio, es la que te quiere matar”, dice Sémper. En las dos películas hay un momento en el que alguien se niega a aceptar lo que sucede como si fuera algo normal: el coraje empieza por atreverse a mirar. La derrota de la banda fue un éxito de la democracia, debido a la combinación de eficacia policial, cooperación internacional, coordinación política y rechazo social. No hay nada que agradecer a quienes dejaron de matar y sus cheerleaders. El cese de la violencia no hace su objetivo más respetable. Pero estas dos películas emocionantes y aleccionadoras nos recuerdan el valor de la impureza frente al fanatismo y la xenofobia, y la paradoja de que en sociedades enloquecidas los locos son los únicos cuerdos y los traidores los verdaderos héroes. @gascondaniel
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