Libertad
En España, un diputado electo, representante legítimo de la soberanía popular, va a perder su escaño. ¿Ha robado, ha abusado, se ha corrompido? No
España es el país de la libertad. En España, un jefe del Estado puede hacer negocios, cobrar comisiones, abrir sociedades en paraísos fiscales, con la certeza de que al final no le pasará nada, porque sus cortesanos le protegerán de todo mal. España es el país de la libertad. En España, los malos sacerdotes pueden abusar sexualmente de los niños a los que deberían proteger, con la seguridad de que sus superiores tomarán medidas para que escurran el bulto y no asuman la responsabilidad por sus actos. España es el país de la libertad. En España, los organigramas de los partidos clásicos a menudo se parecen a las redes mafiosas cuidadosamente estructuradas para que haya dinero para todos, esto para el partido, esto para la dirección, esto para ti y esto para mí, ¿por qué?, porque somos libres y la libertad de España ampara la creatividad, el emprendimiento, la amistad. España es el país de la libertad. En España, las eléctricas que llevan meses asfixiando a los ciudadanos, pueden decir ahora que renuncian a la subida de precios que era imposible tocar a cambio de que el Gobierno retire la ley. Esa es la libertad en España. ¿Deberíamos estar orgullosos? En España, un diputado electo, representante legítimo de la soberanía popular, va a perder su escaño. ¿Ha robado, ha abusado, se ha corrompido? No. Hace siete años, un policía dijo que le había dado una patada. Lo dijo sólo el policía, un testimonio confuso, poco fiable, por el que Alberto Rodríguez recibió una condena ínfima que se conmutó por una multa de unos pocos cientos de euros. Pero España es el país de la libertad, y Batet se ha saltado la opinión de sus propios letrados, como hizo Forcadell antes que ella. Entre las libertades más tradicionales de nuestro país, está la de usar los tribunales a placer, a favor de los propios intereses. Esa es la libertad de España.
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