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ANATOMÍA DE TWITTER
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Tuitea como si fuera 2011

La presidenta de Red Eléctrica no escogió el mejor momento para hablar de su película favorita

Jaime Rubio Hancock
Una escena de 'Desayuno con diamantes', dirigida por Blake Edwards.
Una escena de 'Desayuno con diamantes', dirigida por Blake Edwards.CBS Photo Archive (CBS via Getty Images)

Beatriz Corredor es la presidenta de Red Eléctrica desde febrero de 2020. Fue ministra de Vivienda entre 2008 y 2010, con José Luis Rodríguez Zapatero. Y su película favorita es Desayuno con diamantes. Lo sé porque lo publicó en Twitter hace unos días. Y la mañana del miércoles, mientras se hablaba del precio de la electricidad en el Congreso de los Diputados, muchos tuiteros le echaban en cara que se dedicara a hablar de clásicos del cine cuando cada vez es más caro encender la tele.

Corredor tiene una cuenta verificada con cerca de 14.000 seguidores, en la que se presenta como presidenta de la empresa encargada de la infraestructura y el transporte de la electricidad. Es una cuenta sin mucho contenido: algún retuit de temas de trabajo, alguna noticia sobre museos y libros, y de vez en cuando una frase con espíritu motivacional. Digamos que tiene toda la pinta de que está en Twitter porque le han dicho que hay que estar en Twitter, pero no porque use la cuenta a menudo.

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El tuit con la foto de Audrey Hepburn tocando la guitarra cuenta con más de doscientos comentarios, sin incluir los que suman los tuiteros que han compartido el mensaje o un pantallazo por su cuenta. Las críticas han sido más bien duras: había quien le echaba en cara falta de empatía; otros comparaban su tuit con los análisis de series a los que era aficionado Pablo Iglesias, y, por supuesto, no faltaba quien se limitaba a insultar, como suele pasar en estos asaltos tuiteros.

Estos comentarios pueden parecer exagerados, impostados e incluso hiperventilados, pero también son previsibles: ¿de verdad era el mejor momento para ponerse a hablar de cine? ¿No podría haberse ahorrado ese tuit? Es como si después del accidente de Viven, el presidente de la aerolínea nos recomendara un restaurante. Bueno, de acuerdo, igual no hay mala intención y a lo mejor hasta se come bien, pero tampoco hace falta.

La reacción al tuit de Corredor también es una muestra de cómo ha cambiado esta red social en los últimos años. La presidenta de Red Eléctrica estaba tuiteando como se tuiteaba hace una década. No quiero caer en la trampa de la nostalgia, pero todo era mucho más relajado en el Twitter de 2011: éramos menos y nos dedicábamos a compartir chascarrillos más o menos ingeniosos, a reírnos de los políticos e incluso a comentar series y películas.

Por aquel entonces, las empresas y sus presidentes no sabían muy bien si Twitter servía para ganar dinero. Y los partidos y sus candidatos aún no habían aprendido a usar esta red social para enfadarnos y enfrentarnos con la esperanza de arañar votos y titulares. Pedro Sánchez hablaba de Bob Esponja, Esperanza Aguirre anunciaba el día de su cumpleaños y Pablo Iglesias decía que se iba “a correr al parque con desdén” al constatar (imagino que también con desdén) que todo el mundo estaba viendo un Madrid-Barça.

Pero desde hace ya un tiempo, Twitter se ha convertido en un espacio de debate político. Un espacio no muy agradable: por lo general, es agrio y ruidoso, y cualquier pifia sirve para que el contrario se anote un tanto. Nos gustará más o menos, según cómo de bien se nos dé insultar y ser insultados, pero es lo que hay y no parece fácil de cambiar. Por supuesto, en Twitter sigue habiendo hilos interesantes, chistes divertidísimos y gente muy maja, pero si la presidenta de una empresa quiere estar en ese Twitter menos agresivo y comentar lo buenas que son las películas de Audrey Hepburn, lo mejor será que se abra una cuenta B con seudónimo.

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Sobre la firma

Jaime Rubio Hancock
Editor de boletines de EL PAÍS y columnista en Anatomía de Twitter. Antes pasó por Verne, donde escribió sobre redes sociales, filosofía y humor, entre otros temas. Es autor de los ensayos '¿Está bien pegar a un nazi?' y 'El gran libro del humor español', además de la novela 'El informe Penkse', premio La Llama de narrativa de humor.

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