Dos blancos
En los cientos o miles de asaltantes del Capitolio las consignas y los atuendos variaban, pero había algo que identificaba a todos: el color de su piel
/cloudfront-eu-central-1.images.arcpublishing.com/prisa/AN4PAHQND5DAXMGIO25LIASRNU.jpg)
Me fijé en las fotos de los reportajes periodísticos, en las imágenes de todos los informativos, algunas en directo, y nada: se veía sólo una porción del género humano. ¿Por la nieve? La nieve aquí caía, es verdad, con su luminaria post-navideña llena de símbolos, ramas de árbol rotas, estalactitas colgantes como espadas de Damocles de un firmamento que te puede caer encima, la alfombra helada donde puedes caerte tú y romperte la crisma. Para el resbalón no hay vacuna; sólo yeso, o titanio....
Inicia sesión para seguir leyendo
Sólo con tener una cuenta ya puedes leer este artículo, es gratis
Gracias por leer EL PAÍS