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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Generar confianza

El Gobierno debe afinar su estrategia para respaldar al sector de la automoción

Planta de Nissan en la Zona Franca de Barcelona.
Planta de Nissan en la Zona Franca de Barcelona.Reuters

La industria española del automóvil arrancó 2020 inquieta por la falta de vigor en las ventas y lo cerrará, como otros sectores, con un auténtico desplome. Las matriculaciones acabarán el año con una caída de alrededor del 35% con respecto al anterior mientras que la producción de vehículos apunta a una reducción de alrededor del 19%. A estas duras cifras debe añadirse la decisión de Nissan de cerrar su fábrica de Barcelona a finales de 2021, una señal preocupante para un sector que emplea a 650.000 personas por todo el territorio nacional y representa alrededor del 11% del PIB. Tras este duro 2020, la perspectiva para el año que viene tampoco se presenta fácil. La entrada en vigor tras dos años de moratoria del más estricto protocolo de emisiones WLTP repercutirá en un mayor peso del impuesto de matriculación si el Gobierno no aprueba medidas fiscales de mitigación. El sector se ha movilizado para reclamar mayor atención.

La colaboración entre Ejecutivo y patronales parecía encaminada en una senda positiva en junio pasado, cuando se firmó un plan gubernamental con un compromiso de inversión de unos 3.700 millones de euros dirigido a reactivar la demanda y a modernizar las plantas, pero ha sufrido un claro deterioro en los últimos meses. Patronales y sindicatos no esconden su disgusto al considerar que no se han concretado de forma adecuada y eficaz las medidas acordadas a las puertas del verano y también por la negativa del Gobierno en mitigar los efectos sobre el impuesto de matriculación.

La industria, sin duda de importancia estratégica para España, se halla inmersa en un proceso de transformación hacia un modelo con mayor peso del vehículo eléctrico. Las plantas españolas están en la pugna con sus rivales europeas para conseguir encargos en ese segmento. Sin ninguna multinacional del automóvil nacional, España necesita generar un entorno de confianza, certidumbre y de estrategias claras propicio a la inversión.

En una situación como la actual es imprescindible acompasar una agenda a dos velocidades. Por un lado, preparar una eficaz captación y utilización de fondos europeos. El Gobierno planea destinar al sector unos 10.000 millones de euros en ese marco. Pero a la vez es esencial reforzar con urgencia un mercado nacional que absorbe en torno al 20% de la producción en España. En ese segundo grupo, si bien las ayudas al vehículo eléctrico integradas en el plan Moves han funcionado correctamente, el plan Renove para la adquisición de vehículos de combustión, diésel o gasolina ha logrado exiguos resultados. A escasos días del inicio del nuevo año faltan certezas sobre si ese plan tendrá continuidad. La incertidumbre no es buena. El Gobierno, con varios ministerios involucrados en el sector que a veces emiten señales discordantes, debe abordar esta cuestión con cohesión y solvencia. Otros países europeos han actuado de forma decidida para fortalecer al sector, con fuertes programas de apoyo a compra de vehículos de nueva generación (Alemania), préstamos a los fabricantes (Francia a Renault) o medidas para mitigar el efecto del WLTP (Francia y Portugal). Una subida impositiva ahora es un varapalo para el mercado. Por otro lado, el argumento medioambiental tiene mucho peso. Si el Gobierno no actúa en el plano fiscal, será más necesario aún que aclare y refuerce en otros aspectos sus planes para apoyar a este sector estratégico.

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