_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Refundación

Las piezas del rompecabezas solo volverán a encajar si reconocemos con humildad que el mundo ha cambiado

Máriam Martínez-Bascuñán
ilustración col Máriam 6-12-20
DEL HAMBRE

Ya no hablamos de futuro o progreso. Mientras la pandemia golpea en su segunda ola, de lo que hablamos es de refundar. Hemos de hacerlo con el orden liberal, renqueante tras los ataques del populismo; y también con este capitalismo salvaje que, con su financiarización, rompe la promesa de la democracia, la que nos aseguraba que los derechos, la economía de mercado y la prosperidad de las clases medias formaban una alianza indestructible. Y hemos de refundar, en fin, la arquitectura global que posibilitaba el multilateralismo, con los organismos que, como la OTAN, la OMS o la ONU, son hoy rehenes del deterioro progresivo de las reglas que permitían la colaboración internacional.

En Europa, la expresión de moda es “autonomía estratégica”, un término que la crisis sanitaria ha rescatado del campo de defensa y seguridad y que es, en el fondo, un eufemismo para la soberanía, palabra elusiva en estos tiempos en los que las fronteras son cada vez más inestables, y los intereses, valores e identidades son más difíciles de identificar. Andamos a la búsqueda de una nueva solidez, olvidando aquella hermosa máxima del Manifiesto comunista que dio nombre a un título imprescindible sobre el progreso y la modernidad: “Todo lo sólido se desvanece en el aire”. Y quizás por eso no sorprende ya escuchar a los políticos discursos que antaño solo pronunciaban los papas. La dictadura del relativismo, dicen, se impone sobre las verdades universales que actuaban como motor de la historia y sostenían el orden democrático dotándolo de legitimidad.

Pero hay algo elusivo en la sustitución de la idea de progreso por la de refundación, como si quisiéramos avanzar con los viejos esquemas, como si el mundo no hubiese cambiado. La alteridad, hoy, se llama China, y mientras buscamos recomponer lo que se ha roto, pretendemos que la humanidad vuelva a ajustarse a un mundo devastado por sus fundadores. Vean si no el ridículo boicot del presidente de la democracia más vieja del mundo, o el absurdo de un Brexit a las bravas. ¿Cómo dar lecciones sobre la importancia de cumplir las normas? Antes, deberíamos asumir que estas son fruto de la correlación de fuerzas, que el dinamismo de China y su peso desmesurado las ha transformado necesariamente, y que esto hace imposible que el gigante asiático aterrice sin más en un tablero con las fichas marcadas por Occidente. Las piezas del rompecabezas solo volverán a encajar si reconocemos con humildad que el mundo ha cambiado. Mientras tanto, en Europa no vendría mal aclararnos sobre lo que queremos ser. La idea de una unión de democracias que actúa en coherencia con su propia visión del mundo parece un buen comienzo, pero para ello deberíamos reconocer que solo es posible proyectar valores o identidad cuando dentro hay una visión compartida del mundo. Preguntemos a Hungría y Polonia.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_