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Columna
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La razón de una enmienda

Para el nacionalismo catalán la lengua es la pieza clave de la identidad colectiva, el elemento esencial para construir la nación y así aparecer como diferentes al resto de España

Francesc de Carreras
Concentración independentista durante la última Diada del 11 de septiembre.
Concentración independentista durante la última Diada del 11 de septiembre.CRISTÓBAL CASTRO

La famosa enmienda al nuevo proyecto de ley de Educación, la llamada ley Celaá, planteada por el PSOE, Podemos y ERC, ha suprimido del texto la mención del castellano como lengua vehicular en las escuelas e institutos, es decir, como lengua de uso normal tanto en la docencia como en las demás actividades escolares. El escándalo está justificado. ¿Cómo puede ser que nuestra lengua común, el castellano o español, no deba ser utilizada necesariamente en los colegios de toda España?

Pues bien, no nos escandalicemos tanto: esta es la situación fáctica en Cataluña, absolutamente contraria al derecho vigente: a la interpretación de la Constitución efectuada por el Tribunal Constitucional, por los tribunales ordinarios y por la actual ley de Educación —la injustamente vilipendiada ley Wert de 2013— que era ejemplar en este punto ya que establecía que el castellano era lengua vehicular en toda España, así como también lo eran las demás lenguas cooficiales en las comunidades bilingües. Equidad y sentido común en estado puro contra la desigualdad y fanatismo de las ideas que laten en el fondo de la inicua enmienda citada. Hay además aspectos pedagógicos para rechazarla: las desventajas en que se encuentran los alumnos de lengua materna castellana con respecto a los de lengua materna catalana. También sobre esto nos podríamos extender.

Pero hay otro factor que no suele tratarse: ¿porqué sucede esto que nos parece tan arbitrario? La respuesta es fácil: para el nacionalismo catalán la lengua es la pieza clave de la identidad colectiva, el elemento esencial para construir la nación y así aparecer como diferentes al resto de España, el máximo empeño de los Gobiernos de la Generalitat desde hace cuarenta años. En este tema de la lengua han estado de acuerdo, con leves matices, el pujolismo, el socialismo catalán, ERC y ahora Podemos. Y esta es la razón de fondo de la enmienda. Incomprensiblemente, la izquierda catalana se sumó desde la Transición a la idea romántica de que la lengua expresa el espíritu de la nación, tal como sostenían Herder y Fichte hace más de doscientos años. Y ello con independencia de los cambios sociales. Una teoría obviamente reaccionaria que curiosamente sostienen también las fuerzas de izquierda.

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Lo dijo Prat de la Riba en La nacionalitat catalana: “La lengua de un pueblo es el alma misma de este pueblo”. Jordi Pujol sostenía que “la lengua es el nervio de la nación” y Quim Torra llegó a decir siendo presidente que no es “nada natural” hablar castellano en Cataluña. Construir la nación catalana es primordial para exigir un Estado independiente. Así pues, no debe sorprender que se presente esta enmienda. Lo sorprendente es que la firme el PSOE.

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