_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Esto no es un juego

Olvidémonos de la igualdad de condiciones. En la relación entre la Unión Europea hay asuntos más importantes sobre la mesa

Wolfgang Münchau
Esto no es un juego / Munchau
eurointelligence.com/

El gran estratega chino Sun Tzu escribió: “La estrategia sin táctica es el camino más lento a la victoria. La táctica sin estrategia es el ruido que precede a la derrota”. A finales de esta semana, la Unión Europea podría celebrar una ruidosa victoria táctica sobre Reino Unido si Boris Johnson cede a sus exigencias sobre la igualdad de condiciones y la pesca. También cabe la posibilidad de que no haya acuerdo. En cualquiera de los dos casos, ambas partes habrían perdido la oportunidad de ganarse al otro para sus intereses mutuos.

No tengo ni idea de si los tumultuosos sucesos acaecidos en Downing Street inclinarán más o menos a Johnson a buscar un compromiso. Desde luego, yo no cometería el error de leer demasiadas cosas en la marcha de Dominic Cummings. La defenestración tiene que ver con rivalidades personales, y no con el Brexit.

Esta semana, las negociaciones bilaterales entrarán en su decisiva fase final. Las alternativas son un fracaso completo o un acuerdo superficial que no dejará contento a nadie. Mi opción preferida sería una tercera: un pacto amistoso para poner fin a las discusiones ahora, prepararse para un Brexit sin acuerdo con facilidades al comercio, y volver a empezar el año que viene. Pero este no es el resultado más probable. Quizá consigamos aclararnos un poco antes de la reunión del Consejo Europeo convocada para el sábado.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

El mayor error intelectual de la Unión Europea —y de los británicos partidarios de la permanencia— es fijarse exclusivamente en quién resultará más perjudicado si hay un Brexit sin acuerdo. Dado que Reino Unido es más pequeño que la UE, es una verdad de perogrullo que, en conjunto, el primero sufrirá más. Pero, cuidado, no vayamos a sacar conclusiones erróneas de esta observación.

Para empezar, la Unión Europea tiene un voluminoso y persistente superávit comercial con Reino Unido concentrado en gran medida en Países Bajos y Alemania. Asimismo, hay que tener en cuenta que los electores europeos no votaron a favor del Brexit. Alguien que esté en Bruselas puede echar la culpa a Johnson de un Brexit sin acuerdo. Los votantes europeos, sin embargo, se la echarán a él. Ellos no votaron que Reino Unido saliese de la Unión Europea, y están menos preparados para ello.

Un problema aún mayor de las obsesiones con la suma cero es que pierden la perspectiva. La UE y el Reino Unido se necesitan mutuamente para hacer frente a asuntos mucho más importantes que la relación entre ambos: el cambio climático, la emigración masiva, la emergencia de China como competidor estratégico y el acuerdo nuclear con Irán. Tanto la Unión como Reino Unido están confusos en cuanto a cuál será el futuro de la relación transatlántica. Es probable que muchas de las discrepancias persistan bajo la presidencia de Joe Biden.

Si la UE actuase estratégicamente, tendría en cuenta que Reino Unido es miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Su capacidad militar es complementaria de la nuestra. Sus servicios secretos son superiores a los de la mayoría de los países de la Unión. También nos lleva ventaja en inteligencia de señales, y gasta más en investigación en inteligencia artificial que nosotros.

Y viceversa, Reino Unido debería superar las guerras del Brexit y centrarse en qué hace falta para que su salida de la Unión Europea acabe bien. Necesitará una nueva política industrial, pero también una alianza estratégica con la UE. Un acuerdo comercial con Canadá, sencillamente, no es el marco adecuado.

Yo instaría a ambas partes a que den un paso atrás esta semana y recuperen la perspectiva. Asimismo, puedo ver razones para defender una mayor sintonía normativa en lo que a ayudas públicas se refiere. También entiendo el argumento de Reino Unido de que la soberanía abarca los caladeros. Sin embargo, lo que me cuesta ver es por qué ambas partes iban a querer sacrificar la asociación bilateral por alguno de los supuestos anteriores.

Ambos deberían considerar también los posibles “riesgos de cola”. Creo que la Unión Europea está demasiado segura de que el Brexit va a acarrear una disminución permanente del crecimiento económico. ¿Estamos realmente seguros de que los analistas han acertado en sus pronósticos? Yo me he vuelto muy cauteloso con las predicciones económicas a largo plazo. Los imprevistos que interfieren suelen ser más fuertes que las tendencias predecibles. Si un Brexit sin acuerdo se convirtiese en un éxito inesperado, podríamos haber abierto los ojos a otros posibles candidatos a la salida, lo cual sería de escasa utilidad.

Un estratega inteligente evitaría esta ruta y prestaría atención a la advertencia de Sun Tzu sobre las ruidosas victorias tácticas. Existe un riesgo real de que la Unión Europea y Reino Unido lo entiendan mal.

Wolfgang Münchau es director de eurointelligence.com

Traducción de News Clips.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_