Sabotear pactos
Sumar a Bildu al pacto de Presupuestos conlleva serios riesgos para el sistema
El Pleno del Congreso rechazó ayer por amplia mayoría las enmiendas a la totalidad presentadas por la oposición —198 votos frente a 150— al Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para el año 2021. Las cuentas públicas continuarán su tramitación parlamentaria, lo cual es una buena noticia a la vista de la excepcionalidad de la situación que afronta España. Esta parece haber hecho tomar conciencia a varias fuerzas políticas de la necesidad imperativa de llegar a un acuerdo sobre los Presupuestos. En un momento de extrema gravedad, sobran tanto los vetos cruzados como el frentismo y conviene una concertación lo más amplia posible entre las fuerzas políticas. Esto es especialmente importante en los Presupuestos, dado que las cuentas públicas deberán incorporar una serie de reformas estructurales por exigencia de Europa y por voluntad del Ejecutivo.
Precisamente por ello resulta de una gravedad extraordinaria el evidente esfuerzo del socio minoritario del Gobierno, Unidas Podemos, por torpedear esos objetivos y mantener el foso que abre en canal la política española desde hace años sin importarle el coste. La construcción de puentes en la zona central del espectro parlamentario es una necesidad para un mejor funcionamiento de la política española, la vía maestra para sacarla de ese frentismo incendiario. La incorporación de Bildu a la coalición de respaldo a los Presupuestos —así como la exhibición y el uso político que de ello hace Podemos— sabotea esa tarea. Es una mala noticia. Sin ambages.
El socio mayoritario de la coalición, el PSOE, ha buscado hasta ahora evitar vetos cruzados y mantener abiertas múltiples opciones de apoyo para estos Presupuestos. Ayer mismo la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, reclamó respaldos amplios a un proyecto de país. Pero la maniobra de Pablo Iglesias para echar a Ciudadanos del pacto presupuestario —y la eventual cesión de los socialistas— amenaza con despojar a esas declaraciones de cualquier verosimilitud. Peor aún, dejan al partido socialista en una posición dudosa sobre quién dirige en última instancia la estrategia política de Pedro Sánchez y cuán alejada está del carril central por el que deberá transcurrir la salida de la crisis. Todo ello resulta de difícil comprensión para la mayoría de los ciudadanos. Podemos apuesta por cortocircuitar la perspectiva de pacto con Ciudadanos para así blindar el perímetro de la investidura. Puede ser una estrategia legítima. Pero claramente dinamita el profundo interés que tiene la sociedad española en desencallar el diálogo en el centro del hemiciclo. El PSOE busca mantener abiertas todas las vías hasta la votación final del proyecto de Presupuestos. Ciudadanos, por su parte, no se ha levantado de la mesa, lo que mantiene algunas opciones abiertas.
Hay que aprovecharlas. No es momento de abundar en la política de bloques, que ya ha polarizado la vida parlamentaria del país demasiado tiempo, sino el de abrirse a pactos que garanticen una estabilidad a medio plazo. No toca polarizar; sino sumar y calmar. Es lo que demanda la mayoría de la ciudadanía, harta de asistir al conflicto permanente entre las fuerzas políticas mientras el país se desangra con la pandemia y la terrible crisis económica. Esa debería ser la lógica para el siguiente tramo de negociación: la concertación al servicio del interés general. No de las ciegas estrategias partidistas.
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