Las movilizaciones de octubre y la crisis política de Colombia
Pareciera que al presidente Duque no le gusta dialogar con los sectores sociales, pues es la tercera vez que evita reunirse con ellos
Cerca de 10.000 indígenas, campesinos y afrodescendientes han comenzado a movilizarse desde el suroccidente de Colombia. Esto podría ser el inicio de las grandes movilizaciones sociales en el país luego de la pandemia del nuevo coronavirus. La marcha la han denominado la Minga del suroccidente.
Esta vez no hay pliego de peticiones, no hay una lista de reclamos o puntos a negociar. La Minga ha dicho que está cansada de lo que ellos consideran incumplimientos del Gobierno nacional. Dicen no querer negociar plata que nunca va a llegar a los territorios o reformas que nunca se harán. De hecho, los indígenas manifiestan que son más de mil acuerdos los que les han incumplido. Esta vez, convocan a un diálogo político al Gobierno nacional, que girará en torno a tres puntos: uno, Vida y Paz; dos, Territorio; y tres, Democracia.
El lunes, en horas de la tarde, llegaron a la ciudad de Cali, la tercera más importante del país y considerada la capital del occidente colombiano. Allí esperaban al presidente Iván Duque. Sin embargo, llegó una delegación de alto nivel del Gobierno nacional, pero no el presidente. La delegación del Gobierno fue encabezada por la ministra del Interior, Alicia Arango, y al final no hubo acuerdo con las autoridades indígenas, campesinas y negras. Todo indica que la Minga tomaría rumbo a Bogotá con el fin de confluir en el gran Paro Nacional convocado para el 21 de octubre.
Lo llamativo de la situación es que pareciera que al presidente Duque no le gusta dialogar con las comunidades y con los sectores sociales, pues es la tercera vez que hace un desplante de estos. Hace poco más de un año, en la Minga de 2019, dejó a los manifestantes plantados. Luego, hace algunas semanas, después de los hechos de violencia policial que se presentaron el 9 y 10 de septiembre, dejó a la víctimas sentadas y plantadas en la Plaza de Bolívar, fue el famoso caso de la silla vacía. Ahora, esta es la tercera vez que lo hace. Además, en otras ocasiones los presidentes han acudido y los indígenas han garantizado la seguridad y no ha habido nada que lamentar. Pareciera que el mandatario quisiera que los manifestantes marchen hacia Bogotá.
El 21 de octubre podría ser el inicio de las grandes movilizaciones, así como ocurrió en 2019. Los convocantes aspiran a sacar decenas de miles de personas. La situación será tensa durante esas horas y días. La pregunta, en este punto, es por qué el presidente no fue, si no había peticiones de por medio, solo se pedía un diálogo. Por qué el presidente busca que el país se le incendie.
La respuesta no es fácil, pero hay hipótesis que algunos se han aventurado a lanzar. Para algunos, la situación del presidente Duque no podía ser más complicada, pues hay una crisis social, política, de seguridad y, sobre todo, económica. Por ende, en ninguna circunstancia su Gobierno podría terminar bien. Pero, para algunos cercanos al Centro Democrático, el partido de Gobierno, hay una salida y es dejar que el país se incendie y una vez la situación de orden público este salida de las manos, el presidente podría aparecer como un salvador: mandar a militarizar las calles y, con un discurso de miedo, lograr el respaldo de la clase media urbana y la clase alta. Eso potenciaría su imagen y no dejaría tan mal parado al partido de cara a las elecciones de 2022.
En todo caso, con esto podría comenzar una nueva serie de jornadas de movilización social en el país. No debe olvidarse que el sindicato de maestros también comenzará la movilización desde el 20 de octubre. El Comité del Paro ha llamado a volcarse a las calles. Serán, al menos, 18 meses muy tensos, hasta que lleguen las elecciones de 2022.
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