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Columna
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Gobierno del Opus

El Ejecutivo debe elegir entre el ‘Camino’ de monseñor Escrivá o los mandamientos de Iglesias

Víctor Lapuente
El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros celebrado el pasado viernes.
El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros celebrado el pasado viernes.Emilio Naranjo (EFE)

El Gobierno es como el Opus Dei: debe elegir entre el Camino de monseñor Escrivá o los mandamientos de Iglesias. El ministro José Luis Escrivá y el vicepresidente Pablo Iglesias representan dos arquetipos políticos opuestos. Escrivá hace una política lenta, reflexiva, a largo plazo; Iglesias, una rápida, explosiva, cortoplacista.

A Escrivá le ha costado construir el ingreso mínimo vital, pero a ver quién lo derriba ahora. Es una medida que tiene en cuenta todas las objeciones posibles: cómo mantener los incentivos para trabajar, cómo evitar la trampa de la pobreza, cómo coordinarse con las rentas mínimas autonómicas. No es una política perfecta. No aspira a serlo. Escrivá se ha comprometido a revisarla en función de la evaluación de los resultados. Escrivá es agnóstico sobre una propuesta en la que lleva trabajando años y con un arsenal de datos a favor. Iglesias es creyente en ocurrencias de última hora y con una montaña de evidencia en contra, como la renacionalización de Nissan o Alcoa.

Escrivá es mediáticamente gris, pero académicamente interesante, ofreciendo los datos de sus políticas a los expertos para que las examinen críticamente. Iglesias es mediáticamente entretenido, pero académicamente indescifrable: no sabemos qué políticas públicas quiere. Iglesias busca la confrontación, fuera y dentro del Gobierno, para acaparar protagonismo individual. Escrivá persigue el consenso, con todas las Administraciones y actores implicados, para acumular apoyo colectivo. Escrivá es un socioliberal que ha colaborado con Gobiernos de derechas; Iglesias, un sociopopulista que no coopera ni en uno de izquierdas.

Una interpretación habitual es que los Gobiernos necesitan perfiles “valientes” como Iglesias, “que no se muerdan la lengua”. Pero Iglesias es el político más atemorizado que conozco: todas sus acciones están motivadas por el miedo a perder votos. Ni una de sus declaraciones es incómoda para sus simpatizantes.

Y, de momento, el Gobierno ha seguido más la estela de Iglesias que la de Escrivá. El miedo, en su día a no molestar a los organizadores del 8-M y hoy a los sindicatos de profesores reacios a abrir las escuelas ha permeado la acción de este Ejecutivo más que la valentía de diseñar políticas de luces largas. Sánchez puede cambiar esta dinámica y debe decidir si prefiere las palabras de Iglesias o la Obra de Escrivá. @VictorLapuente


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