Estímulos en EE UU
El país utiliza todos los medios a su alcance, incluido el presupuesto federal, para abordar la recuperación
Los indicios de aparición de una vacuna contra la covid-19 se han convertido en el verdadero determinante de las posibilidades de recuperación económica. Por el momento, la crisis más pronunciada y dañina desde la Gran Depresión será el denominador común de la totalidad de las economías avanzadas. La recuperación del consumo de las familias y de la inversión de las empresas seguirá inhibida por la falta de confianza. También en Estados Unidos, que sufre las consecuencias de una lamentable gestión sanitaria.
El presidente de la Reserva Federal acaba de admitir que descubierta algún día la vacuna, su desarrollo no tendrá lugar de la noche a la mañana y, en consecuencia, no habrá una completa recuperación económica inmediata. Al igual que las demás economías avanzadas, si no apareciesen rebrotes de la pandemia y si mediasen estímulos fiscales y monetarios suficientes, EE UU podría abandonar el territorio negativo de crecimiento en la segunda mitad del año, pero costará mucho tiempo restablecer completamente los daños.
El impacto más explícito y lacerante es el aumento de la tasa de paro. Quizás con mayor trascendencia que en otros países, esos registros que evocan los de los años treinta del siglo pasado determinan gran parte de la acción política. Más aún si en pocas semanas se pasó de una tasa de paro del 3,8% —pleno empleo— a la más elevada desde la II Guerra Mundial, del 14,7%, el pasado abril. Son más de 36 millones de ciudadanos los registrados para obtener el subsidio de desempleo. Por eso no es de extrañar que no solo la Administración republicana, sino también la oposición demócrata, asuma la necesidad de apoyar más aún la actividad económica con la política fiscal.
El Congreso ya ha aprobado medidas de estímulo por valor de tres billones de dólares, pero cabe esperar que los dos principales partidos políticos convengan en inyecciones adicionales de recursos públicos. Con independencia de la ideología que cada uno mantenga respecto del papel del Estado en la economía, cuando la tasa de paro excede el umbral del 10%, la clase política y las instituciones, incluido el banco central, dejan a un lado los prejuicios y, como demostraron en la anterior crisis, utilizan con pragmatismo todos los medios a su alcance, también el presupuesto federal, con el fin de neutralizar males peores. Gran contraste con Europa, que con daños superiores tiene permanentes dificultades para concretar los fondos suficientes para facilitar su reconstrucción. Para que los europeos sorteen los riesgos de empobrecimiento, pero también para que el proyecto de integración se mantenga vivo. Es altamente probable que la economía americana, a pesar de una crisis sanitaria peor, consiga una recuperación mejor.
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