Morena: todo se puede salir de madre
Se quiere forjar un nuevo régimen, y resistirán desde la ignominia cualquier episodio, como el de Blanco, en donde puedan ver comprometida la posibilidad de tener que ceder terreno


En marzo de 2012, en el umbral de las campañas electorales de ese año, un PRI que ya saboreaba como un hecho el retorno a la Presidencia de la República castigó a un candidato que profirió una expresión machista.
Francisco Moreno Merino perdió la candidatura al Senado por Morelos. El soez comentario no amerita, desde luego, ser reproducido. Mas el antecedente sirve para calibrar el contraste entre el actuar de aquel PRI frente al de Morena en el caso Cuauhtémoc Blanco.
La propaganda de Enrique Peña Nieto lo posicionaba como el adalid de un partido que merecía una nueva oportunidad. Tras el desgaste del PAN en Los Pinos, el mexiquense logró amarres con poderes fácticos y cierto beneficio de la duda en la población en general.
Así que en la recta final de ese proyecto para el regreso del tricolor a la Presidencia, no importó dejar en el camino a priistas que, por una u otra razón, significaran lastre que atascara la campaña diseñada en Atlacomulco. Incluso Humberto Moreira, líder del PRI, resultó sacrificado.
En ese marco fue que Moreno Merino hizo su comentario machista; el furor de la opinión pública por sus palabras fue insoportable dado que tal expresión era incompatible con la oferta de regeneración que EPN y el “nuevo” PRI prometían. Y adiós candidatura al Senado.
Trece años después el partido en el poder es Morena, y a éste no le ha importado abollar la agenda feminista de la presidenta Claudia Sheinbaum al impedir que se lleve a cabo el procedimiento de desafuero de Cuauhtémoc Blanco, acusado de presunto abuso sexual.
Blanco ha salvado el cuello, políticamente hablando, porque a diferencia del PRI de 2012, su partido no se asume en déficit de legitimidad, ni necesitado, mucho menos urgido, de demostrar congruencia so pena de perder comicios o posiciones de poder.
Y porque las cosas son muy distintas hoy, nada qué ver con los años de eso llamado transición a la democracia. Esperar que Morena actúe como lo haría el PRI sin legitimidad del salinismo, o el que hace dos sexenios quería amarrar su retorno, supone un gran error.
“Estamos aquí para cambiar al mundo, todo lo demás vale madre”, le dijo Paco Ignacio Taibo II a jóvenes en julio de 2019. El escritor y funcionario ha sido criticado por dichos vulgares, pero su voz ayuda para tratar de entender lo que pasa en Morena o en el obradorismo.
Cuauhtémoc Blanco es un destilado del oportunismo político. Es decir, ni siquiera es morenista de cepa. Y para decirlo rápido, Morena misma padece la herencia del hoy diputado en Morelos, estado que abandonó a su suerte bien pronto luego de ganar la gubernatura en 2018.
La crónica de los escándalos de Blanco tendrá, porque la cabra tira para el monte, nuevos capítulos. Mas con los que hasta hoy se saben, con conductas machistas de variada índole, bastaría para que su caso fuera tóxico en el sexenio de “llegamos todas”.
Sin embargo, Blanco ha sido defendido por su partido y, en una imagen que pasará a la historia de Morena, arropado por compañeras de ese movimiento en la tribuna de San Lázaro en donde se discutía la posibilidad de quitarle el fuero tras la denuncia de una mujer.
No es el mundo al revés. Es el mundo que Morena cree que está cambiando. O el país. Y que todo lo demás, solo cito a Taibo II, “vale madres”. Es decir, la denuncia de la media hermana del diputado protegido, en el mes de la marcha de las mujeres, no vale nada.
Como estamos —lo creen y lo exclaman con frecuencia— en un momento fundacional, no se permiten contención alguna: no habrá espacio para pensar si alguien como Blanco debe ser dejado a su suerte, si hay que bajarlo del movimiento, si hay que aceptar errores o, también en el mes de Juárez, simplemente aplicar la ley.
Si cambiar al mundo precisa el pisotear el sitio donde criminales retuvieron, torturaron y asesinaron a jóvenes en Teuchitlán, lanzarán la caballería (con disculpas a los caballos) mediática de la mañanera a certificar que en el rancho Izaguirre solo hay polvo que nada vale.
Para esta izquierda a la que se deben algunas movilizaciones sociales que hicieron que, en efecto, el PRI y el PAN temieran las recriminaciones ciudadanas, cambiar México incluye argüir el infantil pretexto de que “es de que las fiscalías no sirven, compañeras…”.
Ayer hubo en Morena voces valerosas que dijeron lo único pertinente en un México que se supone que busca que nadie esté por encima de la ley. Serán toleradas, sobre todo las de las mujeres; pero también usadas como prueba de que hay debate, disenso, democracia.
Cuidado con caer en la trampa. Lo que hay es un movimiento aún en la fragua. Se quiere forjar un nuevo régimen, y resistirán desde la ignominia cualquier episodio, como el de Blanco, en donde puedan ver comprometida la posibilidad de tener que ceder terreno.
Lo anterior, desde luego, implica muchos riesgos. Para mujeres, para empezar, porque de ser ciertas las acusaciones (Morena impidió la posibilidad de que un juez las valorara) Blanco sería un agresor sexual que se sabe, ruidosamente, protegido por su bancada.
Mas los peligros de tener una mayoría que actúa bajo la consigna de que el fin justifica los medios, van mucho más allá del exfutbolista.
En episodios como el de ayer en San Lázaro, creyendo que cambian el mundo, en realidad nos ponen como país cada día más al borde de que todo se salga de madre.
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