Ir al contenido
_
_
_
_

Un estudio de urbanismo maya revela claves sobre cómo las clases sociales se mezclaban en el periodo clásico

La cartografía láser desvela en las ruinas arqueológicas escondidas en la selva cómo las élites construían edificios en las zonas rurales cerca del campesinado

Imagen con tecnología lidar, fuera de la zona urbana de Tikal, Guatemala.
Micaela Varela

En la inmensa selva que comparten México y Guatemala hay un sin fin de secretos cubiertos por la vegetación, algunos de ellos verdaderos tesoros arqueológicos sobre las civilizaciones mayas antiguas a los que todavía no han podido acceder los arqueólogos. Gracias a la tecnología de los escáneres LiDar (Light Detection and Ranging, por sus siglas en inglés) se puede revelar parte de lo que ocultan los árboles bajo sus copas en las zonas más remotas. El último hallazgo han sido varias edificaciones que desvelan que las élites mayas que vivieron entre el 250 y el 900 d. C. se mezclaban con la población general, tanto en zonas urbanas como rurales. Los investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia y la Universidad de Tulane apuntan a que esta costumbre tan poco usual servía para controlar el intercambio de recursos, las rutas de comercio y para vigilar los trabajos agrícolas.

Las imágenes en las que se ha basado el estudio fueron tomadas por una avioneta que sobrevoló las Tierras Bajas Mayas hace nueve años y captó una extensión de 2.600 kilómetros cuadrados de selva espesa. Desde arriba, solo se puede apreciar el manto verde que inunda la vista, sin embargo, debajo están los restos de las antiguas civilizaciones que habitaban la zona, todavía inexploradas. Los investigadores usaron esos mapas tridimensionales para analizar los montículos que sobresalían en la sábana gris de los escaneos, pequeñas montañas que hace cientos de años fueron casas, edificios, estructuras para el campo, y que albergan las claves de entender cómo era la vida en aquellos días.

Laura Gilabert, arquitecta e investigadora del Centro PEGASO de la Universitat Politècnica de València (UPV), cuenta cómo planteó la posibilidad de estudiar en detalle aquellos edificios a sus compañeros de estudio, ver si estaban construidos con piedra o con materiales perecederos. Los primeros, llamados edificios abovedados, son los que habitaban las sociedades de más riqueza y estatus de las comunidades mayas, los segundos eran más comunes para el campesinado que trabajaba la tierra. “La novedad es que clasificamos cuáles eran de la élite y eran el 30% de la población total, lo que cuadra con las teorías antropológicas de la sociedad maya. Pero también vimos que no estaban concentrados en los centros ceremoniales, como se piensa, sino que estaban mezclados para supervisar el comercio y el intercambio de recursos económicos o agrícolas”, detalla la investigadora.

El estudio también ha revelado que una gran parte de las estructuras construidas en la zona se usaban para tareas agrícolas y de gestión de agua. La civilización maya, que basaba su económica en la agricultura, era muy consciente de la importancia de controlar los recursos hídricos y de la tierra, ya que fueron azotados por varias sequías extremas que los empujaban a crisis políticas y al colapso de sus sociedades. Gilabert detalla que, además de casas construidas con piedras y materiales perecederos, encontraron calzadas, aguadas y terrazas agrícolas. “Se ha visto que muchísima más superficie de la pensada estaba preparada para la agricultura, perfectamente cultivada. Era un paisaje mucho más antropizado y modificado por la mano humana”, dice con entusiasmo sobre los hallazgos que arrojan luz sobre la forma de vida maya. “Era una sociedad política mucho más organizada de lo que pensábamos”, añade.

Han pasado más de mil años desde el fin del esplendoroso periodo clásico maya, sin embargo, los investigadores no cesan de descubrir pinceladas que dan pistas sobre cómo construían estos pueblos y cómo interactuaban entre sí gracias a esos asentamientos antiguos. En México se descubrió hace cuatro años 500 construcciones mesoamericanas que hasta entonces habían permanecido desconocidas. Dos años antes, en 2019, se hallaron con la misma tecnología los restos de una enorme red de canales de transporte y campos de cultivo formando una retícula que construyeron los mayas en Belice. El último descubrimiento fue el hallazgo de una ciudad que fue altamente poblada en su momento en Campeche, bautizada como Valeriana y que abrió nuevas incógnitas sobre la organización social y económica de la civilización maya para los investigadores. Todo mediante el uso de la técnica LiDar para medir distancias por medio de rayos láser.

Gilabert señala que los restos arqueológicos muchas veces están en zonas remotas, de muy difícil acceso por la densidad de la selva, también por ser áreas con poca seguridad para los equipos de investigación. Las imágenes del láser permiten no solo aproximarse a los yacimientos arqueológicos que están sin explorar, sino planear mejor las excavaciones para acotar las áreas de interés y aprovechar mejor los presupuestos para los proyectos. De esta forma, los investigadores se pueden acercar con más detalle a entender cómo vivían las civilizaciones, cómo se organizaban y cómo estaban estructuradas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Micaela Varela
Es periodista de EL PAÍS en Ciudad de México. Nacida en Argentina y criada en Valencia, España. Graduada en la carrera de Periodismo en la Universitat Jaume I y máster de Periodismo en EL PAÍS. Escribe sobre derechos humanos, sociedad y cultura.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_