Diego Luna: “Si no alimentas también la vida fuera del escenario, te vas con tus películas muy solito”
El actor mexicano, reconocido en el Festival de Cine de Guadalajara por su trayectoria, conversa sobre un libro que repasa su vida profesional, desde sus inicios en el teatro a su consolidación como figura internacional
Diego Luna creció en un escenario como en el que se encontraba hace unos días en el Conjunto Santander de Artes Escénicas, en Guadalajara. Todo en su vida parece devolverlo siempre a la actuación, pero más precisamente al teatro. Es hijo del reconocido arquitecto y escenógrafo Alejandro Luna Ledesma y lo acompañó desde pequeño al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, a la UNAM, a las muestras de artes escénicas en Guadalajara, en Monterrey, Tijuana, lugares donde le dejó ver “todo el teatro que quisiera, sin que se lo pida”, algo que define de manera jocosa como un “total acto de irresponsabilidad”. “Me sentó a ver cómo se hacía el teatro y qué pasaba en los escenarios cuando llegaban ustedes [el público], se sentaban y también se iban. Esa vida me fue envolviendo al punto de regresar aquí”, reflexionaba frente a los presentes.
Luna, uno de los actores más reconocidos de su generación en México y a nivel internacional, recibía la atención y el cariño de un foro abarrotado, con más de 1.000 personas presentes, en un escenario que, curiosamente, su padre ayudó a construir. No se aguantó la emoción y se tomó una foto, para sus hijos y actual pareja, frente al público. “Muy poca gente sabe cómo se ve de aquí para allá, sobre todo cuando hay público, es chingonsísimo”, prosiguió. Estos últimos días en la capital de Jalisco, las actividades giraron alrededor de él, con proyecciones de películas que protagonizó, dirigió y produjo. Todo en el marco del Festival de Cine en Guadalajara, que concluyó este sábado, y que invitó al actor para homenajearlo con el Mayahuel de Plata por sus más de 30 años de trayectoria.
Como parte de los reconocimientos y actividades, el actor también presentó el libro Diego Luna: La neta es chida pero inalcanzable, escrito por el realizador Roberto Fiesco, un testimonio franco y generoso del recorrido profesional del también director y productor, desde sus inicios en el teatro y su paso por la televisión, hasta su multifacética consolidación como figura en el cine internacional.
Luna, de 44 años y nacido en Toluca, cuenta que tuvo ocho sesiones con Fiesco que se sintieron más como “terapia”, porque le ayudó a recordar su vida, a ponerle orden y que sus memorias se acomoden mejor y hasta “suenen más poéticas”. Describe la experiencia y ejercicio de recontar sus vivencias desde los tres años hasta el momento actual como “muy bonito”, pero también confrontativo, ya que le tocó hacerlo una vez que su padre había fallecido, hecho que sucedió a finales de 2022.
Poco antes del cierre del festival, Luna atendió a EL PAÍS por videoconferencia. De vuelta al proceso del libro, el actor profundiza en los que significa la memoria. “De pronto me di cuenta de muchas cosas, de muchos patrones, de cosas que no dije, de cosas que vi, que no atesoré como hubiera querido. Me di cuenta que me estaba contando mi historia de una forma muy conveniente y que habían cosas que había decidido ignorar o que había decidido organizar en un orden distinto. Me trajo de vuelta memorias, imágenes. Me recordó relaciones fundamentales en mi vida, porque a veces la memoria te traiciona”.
‘Y tu mamá también’, un parteaguas
Durante su adolescencia, Luna pasó por la televisión donde formó parte de importantes telenovelas como El abuelo y yo (1991) y El premio mayor (1995), por mencionar algunas, una etapa de la cual no reniega porque la considera importante para encontrar su camino. “Fue importante poder trascender esa etapa. Tuve que pasar por ahí para darme cuenta de lo que me di cuenta. A los 19 años dije ‘ya no me voy a echar una telenovela nunca más’. Eso se lo debo mucho al teatro, que me mantenía interesado, pero al cine sobre todo, que de pronto me enseñó que había una oportunidad de hacer audiovisual de una forma mucho más artesanal, con mucho más tiempo. Necesité hacer esos personajes para despertar y salir de ahí. Sin duda Alfonso Cuarón fue vital”, afirma.
El actor hace referencia a lo que considera fue un parteaguas en su carrera, el poder trabajar con Cuarón en Y tu mamá también (2001), en el que fue su tercer largometraje del realizador. Protagonizada junto a Gael García Bernal y la española Maribel Verdú, es una road movie sobre dos jóvenes que emprenden un viaje de autodescubrimiento a una playa junto a una mujer, en la que el director busca reflejar, a través del deseo sexual y la intimidad, la problemática social, política, ideológica y económica de la sociedad mexicana contemporánea.
Esta obtuvo el galardón al mejor guion en el Festival de Cine de Venecia. Luna y García Bernal recibieron el premio Marcello Mastroianni a Mejor Actor Revelación. También logró una nominación al premio Óscar en la categoría de Mejor guion original. La película ha tenido éxito y se considera icono del llamado nuevo cine mexicano.
La obra escrita por Roberto Fiesco toma una de las frases del personaje de Luna en la película, Tenoch Iturbide, para titular el libro biográfico del actor. “La verdad está chida, pero la neta es inalcanzable”. Un detalle que al también protagonista de Rudo y Cursi (2008) le pareció interesante y nada coincidencial que utilizaran esa frase para la portada.
“Sin dudas es un parteaguas. Me cuesta trabajo hablar así porque han pasado muchas cosas muy importantes en mi vida profesional que considero momentos neurálgicos. Pero creo que con Y tu mamá también lo que me pasó es que crecí en muchos sentidos. Decidí emprender nuevos retos, cambiar rumbo y de alguna forma conecté con gente que ha sido importantísima en mi vida y referente en la toma de decisiones de mi vida profesional y también personal, porque, personalmente, también me pasaron cosas muy importantes en esa película”, complementa.
El cine como herramienta social
Esta apuesta profesional le abrió las puertas al mercado internacional, con más de 30 películas producidas en España, Estados Unidos, Inglaterra y Alemania —además de México—, con directores como Steven Spielberg y Gus van Sant, así como dar el salto a populares sagas como Star Wars como el espía Cassian Andor tanto en una película y una serie que cuenta con dos temporadas. Sin embargo, aún con este abanico actoral en el cine y la televisión, Luna sigue viendo al teatro como su “lugar seguro”. Una percepción que no ha cambiado gracias a su padre y al prestigioso dramaturgo Luis de Tavira, que lo invitó a formar parte de una obra a sus nueve años.
“Cuando pienso en casa, en mi centro, en ese lugar en el que quiero estar, es el teatro lo primero que me viene a la cabeza, sin duda. Pero no solo como actor, sino también como público. Amo el cine y lo voy a seguir haciendo y creo en el cine además como una herramienta muy poderosa, pero el teatro es a donde siempre vuelvo”, agrega.
Luna ha sido nominado al Globo de Oro, al Goya y resultó ganador de un premio Ariel a mejor guion por Abel (2010), su segunda película como director, pero también ha destacado por su faceta social junto a García Bernal, su amigo, socio y colega. Ya sea como fundadores del Festival Ambulante, un espacio para el cine documental como herramienta de transformación cultural y social en México y Centroamérica; o como productores interesados en que temas delicados y relevantes que formen parte de la agenda pública, como la libertad de prensa y la violencia contra los periodistas en México, que se ve reflejado en el apoyo de su productora, La corriente del Golfo, al documental Estado de silencio, recientemente estrenado en el Festival de Guadalajara.
Es un firme creyente que si el cine no funciona como espejo y si no se conecta con lo más profundo de nuestro contexto, de quiénes somos y de nuestra vida en comunidad, “no tiene sentido”.
“Por eso existe. Así lo aprendí a ver y así lo aprendí a hacer. Nunca vi a mi papá trabajando en una obra de teatro que hablara de algo que no le importara. Lo que siento en este país no lo he sentido en otro. Aquí he sentido el nivel de conexión más profundo que he tenido con otros seres humanos y con mi comunidad. Eso lo voy a respetar siempre y lo voy a alimentar toda mi vida en la medida de lo posible. Siento que el cine es una gran herramienta para eso. Sería un desperdicio, una pena, tener la libertad de hacer cine y hacer uno que no importe”, afirma.
Luna se siente contento por cómo el cine ha avanzado en la creación de espacios como el Festival de Cine en Guadalajara, que permite conectar a través de las historias que contamos y que importan a nuestros similares, ya sea en México o Latinoamérica. Dice sentirse “orgulloso” de ser parte de una comunidad y un momento en el que el cine de alguna forma encontró un público y un foro para convertirse en diálogo.
“Soy parte de un momento en el que el cine conectó con el público de una forma muy armoniosa. Cuando yo crecí como espectador, no teníamos acceso a un cine que nos hable de las distintas realidades en México. Crecí viendo más un cine extranjero. Haciendo un recuento de lo que ha significado este festival en mi vida, ahorita me doy cuenta de eso, de que como cineasta, actor y productor sí he tenido la oportunidad de conectar con un público”, reflexiona.
Es agradecido por lo que ha logrado, por la intensidad con la que ha trabajado por más de 30 años, pero también es consciente de lo difícil que es vivir con una maleta y “ser adicto a estar lejos”, a pesar de contar con herramientas para estar presente, pero que a la vez te recuerdan la distancia. El balance que hace de la profesión es que es importante no olvidarse que la vida no sucede solo en el escenario, en las historias que se cuentan y que, al final, lo que hacen son solo películas.
“La vida también se trata de otras cosas, de otras conexiones. Y se trata de otro legado. Si no se alimenta esa parte, pues te vas con tus películas muy solito. Yo no quiero que me pase eso”, concluye.
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