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Aranceles y guerra comercial: México sufre la agenda de Trump contra la migración y el narco

El Gobierno de Sheinbaum trabaja a marchas forzadas para salvar la relación con Estados Unidos, su principal socio económico, aunque asegura que está preparado para responder a las amenazas lanzadas por Washington

Claudia Sheinbaum en una conferencia matutina en Palacio Nacional, el 29 de enero.
Claudia Sheinbaum en una conferencia matutina en Palacio Nacional, el 29 de enero. Mario Jasso
Elías Camhaji

El narcotráfico y la migración. Estos son las dos asuntos que han llevado a Donald Trump a cumplir definitivamente su amenaza de imponer tarifas del 25% a las importaciones mexicanas. A las puertas de una guerra arancelaria y una de las mayores crisis en la historia de la relación bilateral, la cruzada de Trump contra el tráfico de fentanilo y la inmigración irregular ha llevado al límite a su principal socio comercial. El Gobierno de Claudia Sheinbaum ha intentado durante semanas mandar señales a Washington de que México ha hecho su parte, pero la reducción de los flujos de personas, los operativos de captura de grandes capos de la droga y las incautaciones no han sido argumentos suficientes para frenar las exigencias del republicano. La presidenta insistió en encontrar una salida negociada y ampliar la colaboración entre ambos países, pero aseguró que estaba preparada para responder ante todos los escenarios posibles. “Tenemos un plan A, un plan B y un plan C”, afirmó este viernes. La Casa Blanca confirmó un par de horas más tarde que los aranceles van a aplicarse a partir del sábado.

“Siempre vamos a defender la dignidad de nuestro pueblo, el respeto a nuestra soberanía y un diálogo como iguales, como siempre lo hemos mencionado, sin subordinación”, dijo Sheinbaum para paliar la incertidumbre. Como sucedió durante su primer mandato, Trump lanzó una amenaza cruzada que ha puesto bajo asedio todas las áreas críticas de la relación con México: frenar de golpe el tránsito de inmigrantes a cambio de no castigar los vínculos comerciales. Esta vez, sin embargo, el escenario es más delicado que hace cinco años, porque Trump ha sumado el combate al narcotráfico a su lista de demandas y porque en 2019 amagó con imponer aranceles del 5%. Estados Unidos es el destino de alrededor del 80% de las exportaciones mexicanas y las medidas anunciadas a partir del 1 de febrero pueden tener un impacto profundo en ambos lados de la frontera. Las autoridades mexicanas cifraron en 10.000 millones de dólares las afectaciones a los consumidores estadounidenses.

El puerto marítimo de Manzanillo, en el Estado de Colima, México.
El puerto marítimo de Manzanillo, en el Estado de Colima, México. Roberto Antillón

Trump anunció sus intenciones desde la campaña presidencial, al amagar con redadas, deportaciones masivas y un abanico de medidas sin precedentes en la guerra contra las drogas, como la designación de los carteles como organizaciones terroristas. Después de su triunfo en las elecciones de noviembre, el Gobierno mexicano apostó por demostrar con datos duros los beneficios de la cooperación entre ambos países y los daños de romper con los acuerdos construidos en los últimos años.

México puso sobre la mesa que los flujos migratorios habían caído en un 76% desde diciembre de 2023 y habló de las pérdidas millonarias que implicaría la expulsión masiva de mexicanos indocumentados para la economía estadounidense. Incluso, intentó mostrarse receptivo a las preocupaciones de Washington, al concretar en diciembre el mayor decomiso de fentanilo de su historia, el equivalente a más de 20 millones de dosis. El viraje en la estrategia de seguridad del país latinoamericano a partir de las presiones de Trump se ha zanjado con más de 10.000 detenciones y 90 toneladas de droga incautadas en los últimos cuatro meses.

Pero Trump no se mueve por datos y cifras. El presidente quiere proyectar la imagen de que está dispuesto a llevar hasta las últimas consecuencias su promesa de acabar con la “invasión” de su país y doblegar a México para que acepte sus términos en la negociación. El republicano firmó una batería de decretos en materia migratoria desde su primer día en el cargo: declaró la “emergencia nacional” en la frontera, dio el primer paso para designar a los carteles como terroristas, restringió los derechos a la ciudadanía estadounidense por nacimiento y relanzó el programa Quédate en México, que obliga a los solicitantes de asilo a esperar fuera de territorio estadounidense.

Migrantes deportados de Estados Unidos son escoltados a través del Puente Internacional Hidalgo, en McAllen, Texas, el 27 de enero.
Migrantes deportados de Estados Unidos son escoltados a través del Puente Internacional Hidalgo, en McAllen, Texas, el 27 de enero.Daniel Becerril (REUTERS)

El magnate puso sus cartas sobre la mesa en materia de migración y Seguridad, pero tardó en concretar las amenazas en el terreno comercial en sus primeros días en el cargo. El secretario de Comercio, Howard Lutnick, abrió un resquicio de esperanza al declarar esta semana que las autoridades mexicanas “están actuando rápido, si siguen así no habrá aranceles”. El viernes, sin embargo, se puso fin al misterio, con la confirmación que llegó desde la Casa Blanca de que van a aplicarse las tarifas del 25% a México y Canadá, y del 10% a China.

Sheinbaum afirmó que hay contactos permanentes con Washington para afrontar la crisis migratoria y el combate al narcotráfico. “Hay acuerdos y una mesa permanente”, subrayó. Puesto contra las cuerdas, México se resiste a ser el único que asuma la carga y la presidenta hizo un último intento para convencer a Trump de enfrentar los desafíos en Seguridad desde el enfoque de las responsabilidades compartidas, la confianza mutua, la colaboración y el respeto a la soberanía del país. Se refugia también en las experiencias adquiridas durante el primer mandato del republicano. Pero el regreso del magnate a la Casa Blanca ha traído medidas que no se habían visto antes: las amenazas arancelarias nunca habían sido tan severas, el discurso contra los carteles nunca había estado en la órbita del terrorismo y la seguridad nacional, y hay que remontarse décadas para encontrar una persecución de este calado contra la inmigración irregular.

En medio de la incertidumbre, el Gobierno mexicano se aferra al plan que ha construido en las últimas semanas para mantener la calma en horas criticas y está convencido de que la única salida es alcanzar un acuerdo con la nueva Casa Blanca. El objetivo es encontrar un compromiso in extremis que contente a los republicanos para diferir las intromisiones en su política interna o, al menos, mitigar el impacto de los últimos embates.

La presidenta de México habla sobre la amenaza arancelaria de Donald Trump, este viernes en Palacio Nacional.Foto: Presidencia | Vídeo: Gobierno de México

Mientras tanto, el carácter impredecible de Trump ha movilizado a todas las figuras clave del Gabinete presidencial. El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, lleva las riendas frente a la amenaza arancelaria y prepara la adopción de medidas espejo. La titular de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, coordina la estrategia interna en migración. Omar García Harfuch, el zar de Seguridad, encabeza la respuesta ante el avance del crimen organizado y la guerra que se libra al interior del Cartel de Sinaloa. El canciller, Juan Ramón de la Fuente, apura los contactos con la diplomacia estadounidense y coordina la red consular para proteger a cinco millones de mexicanos sin papeles en Estados Unidos.

Todos los recursos críticos del Gobierno mexicano han sido acaparados por la irrupción de Trump y a pesar de todo lo que se ha avanzado, nada está garantizado para el país latinoamericano frente a los embates del republicano. Y los desafíos no se limitan al ámbito externo. La crisis de violencia sigue siendo uno de los principales frentes abiertos de la Administración de Sheinbaum, la presión se ha elevado sobre la frontera, la economía enfrenta presiones permanentes y el nerviosismo se abre paso entre los principales círculos políticos y empresariales del país. Al sur de la frontera, todas las miradas están puestas en el primer gran desafío de la era Trump.

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Sobre la firma

Elías Camhaji
Es reportero en México de EL PAÍS. Se especializa en reportajes en profundidad sobre temas sociales, política internacional y periodismo de investigación. Es licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico Autónomo de México y es máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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