'EN MI PELÍCULA HAY SEXO PORQUE ES EL MOTOR DE LOS ADOLESCENTES'
El director de 'Y tu mamá también' reivindica el derecho del cine latinoamericano a contar historias frente a la obligación de practicar la denuncia social
Alfonso Cuarón (Ciudad de México, 1961) está visiblemente satisfecho de la buena acogida que ha encontrado en Venecia Y tu mamá también, el filme que compite por el León de Oro con grandes de la cinematografía mundial como el británico Ken Loach y con directores promesa que cosechan grandes éxitos de taquilla en Estados Unidos, como el español Alejandro Amenábar. Y tu mamá también ha traído al Festival de Venecia un vendaval de aire fresco, naturalidad y buen hacer sin necesidad de recurrir a la violencia, al dolor, ni a la sangre. En esta película, la primera en diez años que Cuarón rueda en español (mejor dicho en chilango, el argot de Ciudad de México), brilla con luz propia la actriz española Maribel Verdú, en el papel de una mujer en busca de su libertad personal. 'Es el mejor papel de mi carrera', dice la Verdú sin dudarlo un minuto, confiando en que la película de Cuarón sea un éxito en Venecia y, sobre todo, en España.
El suyo es un papel difícil en la película. Cuarón explica que 'Maribel ha sufrido mucho porque su personaje es una mujer introvertida, y ella sabía que tenía que reprimir muchos de sus impulsos. Ha sido muy valiente al aceptarlo, y yo le estoy muy agradecido'. Sólo en un aspecto, el trabajo de Cuarón se mantiene en sintonía con la tónica de los filmes vistos hasta ahora en la Mostra: la carga erótica. El sexo se convierte en la película de Cuarón en el principal ingrediente. No sólo está repleta de escenas de cama, masturbaciones y fellatios, sino que las conversaciones de los tres protagonistas están dominadas por la obsesión del sexo. 'La película está llena de vida y el sexo forma parte de la vida', explica muy enérgica Maribel Verdú. Pero la vida no es sólo sexo. 'Cuando se es un adolescente, sí lo es. En esos años el sexo es el motor de la vida, es parte de la búsqueda de la identidad', dice el director mexicano. Cuarón niega que haya tenido la menor tentación comercial al incluir tanto desnudo integral, tantas hormonas masculinas en su película 'Las escenas de sexo las hemos rodado como si fueran escenas en un supermercado, de la misma manera', dice.
Tanta ligereza y humor en una película rodada en México, un país afligido por innumerables desgracias, ha causado cierta perplejidad en una parte de la crítica especializada, que esperaba, quizás, una historia desgarradora, o, al menos, una película con mensaje o algún atisbo de crítica social o denuncia política.
En la película se menciona de pasada la lucha de los zapatistas, el drama de la inmigración forzosa y el de las desigualdades sociales. Pero hay quien se pregunta, ¿dónde están los verdaderos problemas de México? 'Los problemas de México son precisamente problemas sobre su propia identidad, como bien dice Octavio Paz en El laberinto de la soledad. Todos los demás son reflejo y consecuencia de esa gran cuestión. Me parece muy fácil entrar en la carga anecdótica del culebrón social, pero a mí no me parece que vaya por ahí el asunto'.
Cuarón, un tipo educado y culto que ha sabido convivir con la industria de Hollywood sin que perder su identidad, cree que está en su derecho de hacer la película que quiera. En Hollywood hizo Princesita y The Great Expectation, basada en la novela de Charles Dickens, y está decidido a regresar a Hollywood con la misma naturalidad. 'Eso de que el cine mexicano, y el latinoamericano en general, tenga que ser de denuncia me parece un concepto de una izquierda sesentera, rancia, que es un lastre para cualquier pensamiento de izquierda contemporánea. Es como los que dicen que están en contra de la globalización, pero eso es como estar en contra de las leyes de la gravedad. Puedes estar en contra todo lo que quieras, pero esas leyes siguen existiendo. Creo que se confunde el asunto, porque lo que hay que tener es conciencia de que existe y que de lo que se trata es de democratizar la globalización, no de rechazarla. De hecho, hasta el subcomandante Marcos ha utilizado la globalización en su guerra revolucionaria. Marcos, curiosamente tampoco está en contra de la globalización, sino que es partidario de su democratización'.
Cuarón, que trabaja en estrecha colaboración con su hermano Carlos, tiene las ideas claras. 'Quiero describir a los seres humanos. La gente nace y luego recibe un pasaporte. A mí me parece más impresionante la experiencia humana y, a partir de ella, observar cómo el contexto afecta al ser humano. La gente que busca cine de denuncia antepone la ideología a la humanidad. Primero están las relaciones humanas, y luego la ideología, porque sin las primeras no existiría lo segundo'.
Cuarón niega, además, que Y tu mamá también esté alejada de la realidad mexicana. La película ofrece un comentario social muy irónico, sin tomar partido, porque es la realidad la que te lo ofrece todo. Esta historia no es la de unos chicos que salen por ahí y les agarra la policía. Es otra historia. Me parece casi racista limitar el cine latinoamericano a la denuncia'.
La película no hace siquiera mención al poderoso vecino del norte, los Estados Unidos, una referencia obligada en el México actual. Se diría que Cuarón es partidario de normalizar estas complejas relaciones.
Cuarón comenta que el poder en su país 'siempre ha estado en manos de los criollos'. Subraya que ha sido una sociedad en 'el indio ha estado oprimido siempre'. Reconoce, eso sí, que 'existe un clamor antiespañol y el afán por regresar a nuestras raíces'.
Y es que, para Cuarón, también Hernán Cortés forma parte de las raíces de México. 'A Cortés se le ha visto siempre como el malo, pero sería un error pensar que México es sólo la parte prehispánica, y negar su parte española, y también europea, que llegó con Cortés. No es ni una ni otra. Es un sincretismo. México, más que un país mestizo, es un país sincrético'.
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