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‘Arillo de hombre muerto’, la crisis de los desaparecidos frente al monstruo de la indolencia y la revictimización

Adriana Paz, recientemente reconocida en Cannes como mejor actriz, protagoniza este drama con toques de suspenso sobre una conductora de metro que debe afrontar la violencia de una sociedad desinteresada mientras busca a su esposo

Adriana Paz en una escena de la película mexicana 'Arillo de hombre muerto', dirigida por Alejandro Gerber.
Adriana Paz en una escena de la película mexicana 'Arillo de hombre muerto', dirigida por Alejandro Gerber.Hatuey Viveros
Andrés Rodríguez

Dalia descubre que su esposo ha desaparecido sin dejar rastro. Su vida, su trabajo como conductora del metro de Ciudad de México, la relación con sus dos hijos y la que sostiene con un amante se desmoronan entre trámites, sospechas, indagatorias y constantes revictimizaciones, como un monstruo violento e indolente de su entorno, que la envuelve y persigue en un oscuro túnel que parece no conducir a ninguna parte. Bajo esta premisa se presenta Arillo de hombre muerto, de Alejandro Gerber y protagonizada por Adriana Paz, película que se presentó en el Festival de Cine en Guadalajara y donde compite por el Premio Mezcal, categoría dedicada al cine mexicano documental y de ficción.

Alejandro Gerber, el director, comenzó a gestar la obra en 2016, cuando escribió una primera sinopsis que se convirtió en un guion dos años después. Con la ayuda de diferentes fondos, finalmente logró, en 2022, filmar la película. El primer bosquejo comenzó solo como una idea de pensar en la doble jornada de una mujer, que trabaja en el metro de la capital con la responsabilidad de llevar millones de personas a través de las entrañas de la ciudad y que al terminar debe continuar con su otra labor a tiempo completo como madre atendiendo a su familia.

La actriz Adriana Paz y el director Alejandro Gerber, en Guadalajara (Jalisco), el 10 de junio de 2024.
La actriz Adriana Paz y el director Alejandro Gerber, en Guadalajara (Jalisco), el 10 de junio de 2024. Roberto Antillón

“En un punto apareció el drama de los desaparecidos dentro de la fórmula, como una posibilidad de asociarse a esta idea, pero tratando de voltear 180 grados la cámara. En vez de seguir la búsqueda, lo que podría ser la gran peripecia, mira hacia el otro lado. Hacia la casa, la intimidad, la familia. Hacia los círculos íntimos, afectivos y cotidianos de esta persona y cómo la vida se le va desbaratando a raíz de este hecho”, afirma el realizador.

La actriz Adriana Paz, ganadora del premio a mejor actuación femenina en Cannes por su participación en Emilia Pérez, se mete en la piel de Dalia, a la cual el espectador sigue a través de la crónica de sus indagaciones, que implica un deterioro consigo misma y con los que la rodean, de su miedo, impotencia, coraje, de sus intentos de no perder la cordura. “A pesar de que se está contando una tragedia que es nacional, lo importante era poner la lupa en esta mujer y centrarse en su intimidad y en su proceso, que era una manera de visibilizar el proceso de un montón de gente que son los familiares que se quedan”, complementa la intérprete.

Paz explica que a través de Dalia se intenta poner el ojo para empatizar y entender un problema, con más de 100.000 desaparecidos en México —según cifras de colectivos y organizaciones—, que se ha vuelto tan cotidiano que puede generar indiferencia en algunas personas. La actriz dice que no hay que dejar de pensar que cada desaparecido es una persona que tiene una familia y que esa familia queda desmoronada, con una herida abierta por muchísimo tiempo y que, en la mayoría de los casos, no tienen un cuerpo que enterrar, ni la oportunidad de cerrar un ciclo.

'Arillo de hombre muerto' mira hacia la vida íntima y cotidiana de un familiar de una persona desaparecida.
'Arillo de hombre muerto' mira hacia la vida íntima y cotidiana de un familiar de una persona desaparecida.Hatuey Viveros

“El gran reto era poder darle vida a estas contradicciones que tiene este personaje imperfecto y poner atención en lo que estaba escrito, en lo que no estaba escrito y dejar que el personaje viviera por sí mismo”, dice Paz.

Filmada en blanco y negro, con una fotografía brutalista a cargo de Hatuey Viveros, en una ciudad caótica, violenta y feroz como escenario, en la que millones de personas coinciden en su sistema de transporte —pero ninguno se reconoce entre sí—, Gerber retrata la metrópoli y estos espacios subterráneos con presencias tan monstruosas como realistas que transmiten un tono y sensación de terror y suspenso al drama, a pesar de que no fue concebido de esa manera.

“Creo que eso descansa sobre todo en la peripecia, en los distintos personajes que Dalia va enfrentando y en la absoluta inefectividad y comportamiento obtuso de las autoridades que están en este tipo de casos. En realidad es muy curioso, porque todo lo que ocurre es absolutamente realista. Sin embargo, el ponerlo en blanco y negro con un alto contraste, adquiere este matiz de terror, pero no es la estética, es el país. O sea, creo que es una ironía muy fuerte”, aclara el director.

Adriana Paz y Noé Hernández en una escena de la película.
Adriana Paz y Noé Hernández en una escena de la película.Hatuey Viveros

Gerber precisa que no es una película de denuncia contra la inacción de los gobernantes, ni una épica que presenta a una heroína haciendo justicia por mano propia para encontrar a su esposo, es sobre la relación de la sociedad con esta violencia que ha tomado como rehén al país desde hace casi dos décadas. “Eso la convierte en una película más íntima que política”, añade Gerber. “En la ciudad hay una alerta como constante. Es como decir ‘eres mexicano, tienes que vivir alerta siempre’, porque nunca sabes. Entonces, ese es el terror, la realidad. Y ahí todos podemos conectar”, agrega Paz.

La actriz, tres veces ganadora del premio Ariel y que se hizo popular por interpretar a Altagracia en la tercera y cuarta temporada de la serie Vis a vis, aprendió a manejar el metro, supervisada por el personal, donde las estaciones y desplazamientos fueron trabajados de forma semidocumental, con la cámara al hombro y la luz disponible. “Quería hacer una película urbana, muy chilanga, pero no chilanga en esta idea folclorizante, sino en el tránsito cotidiano por una ciudad monstruosa, que en su subsuelo tiene una infraestructura monstruosa y desbordada, como las venas de la ciudad. Esa es la verdadera Ciudad de México, la de quien pasa muchas horas diarias en el transporte público. La verdadera Ciudad de México es la del peatón, la del pasajero, que construye la vitalidad de la ciudad con sus recorridos”, concluye Gerber.

Tras su paso por Guadalajara, el tercer largometraje del director, quien además participó en la escritura para series como María Félix: La doña o Jose José: El Príncipe de la canción, de momento tiene su estreno comercial proyectado para comienzos de 2025.

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Sobre la firma

Andrés Rodríguez
Es periodista en la edición de EL PAÍS América. Su trabajo está especializado en cine. Trabaja en Ciudad de México
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