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Las grietas de una ciudad en pleno hundimiento

La Ciudad de México, construida sobre lo que fue el lago de Texcoco, se entierra hasta 40 centímetros al año debido a las extracciones de agua subterránea

Dos turistas sentados en la plaza dell Zócalo, desde donde se observa el hundimiento de la Catedral Metropolitana.
Dos turistas sentados en la plaza dell Zócalo, desde donde se observa el hundimiento de la Catedral Metropolitana.JEFF GREENBERG (Universal Images Group via Getty)
Rodrigo Soriano

Los techos de la Catedral Metropolitana de Ciudad de México albergan algunas grietas significativas. Las hendiduras del monumento histórico no son las únicas que se observan en la capital, otros muchos edificios cuentan con fracturas en sus fachadas y estructuras, incluso, algunos de los suelos de zonas como la alcaldía Iztapalapa. Estas fisuras son una de las formas en las que el hundimiento de la ciudad se manifiesta ante los ojos de los ciudadanos. En algunas zonas en las que en su día se ubicaba el lago de Texcoco, hogar de la capital azteca de Tenochtitlán, sobre las que está construida la capital, el suelo llega a hundirse hasta 40 centímetros al año.

Dentro de la catedral, un hombre mira los desperfectos que hay en el techo. “Con el último sismo no hubo apenas desprendimientos”, asegura, mientras que de fondo se escuchan las primeras palabras de la misa del mediodía. Se refiere al sismo de 7,7 grados que el pasado día 19 sacudió México. Un trabajador de las reparaciones del monumento, que prefiere no revelar su nombre, cuenta que algunas de las grietas podían verse incluso antes del terremoto de 2017, un temblor que dejó grandes daños en la capital. El hombre cuenta que la catedral, al igual que la ciudad, se hunde. Y las causas no son únicamente los frecuentes terremotos. La sequía y el auge de construcciones en la ciudad están alterando los cimientos acuosos de la capital mexicana. En 10 años, la población ha crecido en casi medio millón de personas, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), que cifraba en 9,2 millones el número de habitantes en 2020.

Vista panorámica del Zócalo de México que muestra a la Catedral Metropolitana y  el hundimiento hacia el lado izquierdo de su cara frontal.
Vista panorámica del Zócalo de México que muestra a la Catedral Metropolitana y el hundimiento hacia el lado izquierdo de su cara frontal.Hector Guerrero

“Si miras la catedral desde la plaza del Zócalo, verás como está un poco hundida en la parte izquierda”, afirma el hombre en el momento en el que inclina el brazo para gesticular la forma en la que el monumento se sumerge en el suelo. El investigador del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Javier Lermo, indica que, efectivamente, la catedral se hunde de forma inclinada. “No es el ejemplo más ilustrativo de la forma en la que lo hace la ciudad, como podría ser el Palacio de Bellas Artes o el Ángel de la Independencia, que sí se hunden de una forma más equilibrada”, cuenta Lermo. El investigador asevera que el “interesante” proceso que sufre la Ciudad de México se debe principalmente a la extracción del agua subterránea. Lermo asegura que en la ciudad “se extrae más agua de la que se puede introducir tras las lluvias”, un hecho que se debe al consumo diario de los nueve millones de personas que hay en la ciudad. El investigador añade que el aumento de las construcciones no ayuda, ya que sellan el suelo y evitan que el agua se filtre. En datos, el Inegi da cuenta de que en 2020 la Ciudad de México tenía 2,7 millones de viviendas, 300.000 más que 10 años atrás.

El fenómeno del hundimiento no es nuevo. Entidades como la Sociedad Mexicana de Ingeniería Geotécnica (SMIG) ponen fecha y precursor del descubrimiento de este suceso. El ingeniero Roberto Gayol reportó en 1925 ante la Asociación de Ingenieros y Arquitectos que la ciudad se estaba enterrando. Unos años más tarde, el ingeniero civil y antiguo rector de la UNAM, Nabor Carrillo, analizó la influencia de la extracción del agua sobre el hundimiento de la ciudad. Carrillo explicó que el origen del descenso del terreno se debía a la presión en los acuíferos del subsuelo como resultado del bombeo de agua.

En la actualidad, hasta existe un mecanismo de evaluación del fenómeno. Los datos del llamado Sistema de Monitoreo de la Piezometría y de los Hundimientos del Valle de México por Extracción de Agua Subterránea señala que, en algunas partes del valle, se llegan a rebasar los 40 centímetros de asentamiento al año, lo que ha provocado que, desde 1982, algunas zonas de la ciudad hayan descendido más de 13 metros.

Gente camina frente a un edificio ligeramente inclinado, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Gente camina frente a un edificio ligeramente inclinado, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.Rebecca Blackwell (AP)

Los volcanes detrás de las grietas

Javier Lermo encuentra una problemática clara en este proceso: la capital no se hunde de manera pareja en todas las zonas. La Ciudad de México se encuentra rodeada por sierras, como la de Santa Catarina, la de Las Cruces o la de Tepeyac, producidas por volcanes. “Los volcanes cercanos al valle provocaron derrames de basalto en las zonas más próximas”, cuenta Lermo. La presencia de este tipo de roca en el subsuelo es el origen del segundo gran problema del hundimiento: las grietas. El ingeniero señala que el asentamiento provoca las fracturas en el suelo debido a que el “suelo” de basalto (más duro) se mantiene, mientras que el terreno situado en lo que era el lago de Texcoco (un terreno más blando) se hunde. Lermo cuenta que, en este punto, se encuentran las dificultades para predecir la aparición de las grietas, ya que se necesitaría conocer la ubicación de los derrames.

En la alcaldía Iztapalapa, una de las zonas más cercanas a las sierras, las deformaciones del suelo no son una sorpresa. Las fisuras llevaron a crear el Observatorio Interactivo del Hundimiento y Fracturamiento, un centro para monitorizar las fracturas que, a su vez, permitió la recuperación de un terreno en el que sus construcciones estuvieron afectadas por las fisuras.

Las grietas, a su vez, también dan lugar a otro gran problema: la apertura del suelo a las aguas contaminadas de la superficie. La mezcla del agua subterránea con el agua corrompida podría afectar al acceso de agua potable en la ciudad, una situación que ahondaría la crisis por la que pasa la capital. El año pasado, la jefa de Gobierno de la capital, Claudia Sheinbaum, reconoció ante la Organización de las Naciones Unidas que parte de la población no cuenta con acceso “adecuado” al agua. Ese mismo año, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) estableció una situación de emergencia ante la sequía. México atravesaba por una situación en la que había menos precipitaciones, lo que provocaba serias dificultades para recuperar los niveles deseables en los acuíferos.

El técnico que mira las fracturas de la Catedral Metropolitana sonríe. “Por mucho que se tapa, la grieta vuelve a aparecer, así siempre”, cuenta mientras los obreros reparan los desperfectos que el terremoto ha dejado en el monumento y mientras la ciudad continúa con su hundimiento.

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Sobre la firma

Rodrigo Soriano
Es periodista de EL PAÍS en la redacción de Ciudad de México. Estudió Periodismo en la Universidad de Valencia y es máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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