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La provocación histórica de López Obrador sobre la fundación de Tenochtitlan

El presidente de México conmemora más de 700 años de Tenochtitlan, hoy Ciudad de México, con una versión de la historia que han disputado arqueólogos e historiadores

Camila Osorio
Templo Mayor, en la Ciudad de México
Una mujer visita los restos del Templo Mayor, en la Ciudad de México.picture alliance (GETTY IMAGES)

Un debate muy académico, uno de esos que normalmente se pelea con emoción en las mesas de un congreso de arqueología, se escapó de su hábitat regular en 2020 y se convirtió en una pelea que ha enfrentado al Gobierno del presidente, Andrés Manuel López Obrador, contra varios de los arqueólogos e historiadores más importantes del país. Este jueves en la mañana, en el Templo Mayor de la Ciudad de México, un símbolo arqueológico de la capital, el presidente ha tenido la oportunidad de reanudar o frenar ese capítulo.

En el centro de la pelea está la fecha de 1321, un año hace siete siglos que el Gobierno de López Obrador y la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, presentaron en 2020 como aquel en el que se fundó México-Tenochtitlan, centro del imperio azteca. “México-Tenochtitlan, nuestra casa, lugar de encuentros, de libertades y de derechos se apresta a celebrar sus más de siete siglos de grandeza”, explicó en septiembre la jefa de Gobierno, encargada de organizar la celebración para 2021.

El evento de este jueves en el Templo Mayor, al que ha sido invitada la expresidenta de Brasil Dilma Rousseff, es parte de los 15 organizados por presidencia para conmemorar dos siglos desde la independencia (en 1821) y cinco siglos de la victoria de Hernán Cortés en la capital indígena (en 1521). Tres fechas terminadas en 21, una coincidencia perfecta. Pero en este caso, los arqueólogos más respetados del país han salido a decir inmediatamente que 1321 no era una fecha real o creíble.

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“Es un deseo de querer empatar esas fechas para que coincidan en 2021”, dijo hace unos meses el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, fundador del proyecto arqueológico Templo Mayor, y quien declinó participar en los eventos de conmemoración como forma de protesta. “Yo prefiero la historia científica”, dijo el historiador Alfredo López Austin. “Los arqueólogos somos científicos, no sastres que hagamos fechas a medida”, dijo el arqueólogo Leonardo López Luján, director del Proyecto Templo Mayor, y quien retomó para el debate los estudios de la historiadora norteamericana Elizabeth Boone, experta en fuentes coloniales donde se encuentran algunas de las menciones a la fundación.

“Las fuentes que hablan de una fundación, hablan del año de la ‘2 casa’, que podría ser 1325”, explica Boone a EL PAÍS, profesora en la Universidad de Tulane en Estados Unidos. De 14 fuentes confiables que se refieren al momento de fundación, “no hay ninguna buena fuente que menciona 1321”, explica la profesora, y un poco más de la mitad sí mencionaron 1325. Pero incluso esa fecha no es una que pueda tomarse como la definitiva. “Cuando todos estos documentos se escribieron, se escribieron en el siglo XVI, así que los historiadores están hablando de algo que sucedió dos siglos antes”, explica la profesora. “No tenemos ninguna fuente preconquista”. Además, un concepto como ‘2 casa’ también podría significar el final de un ciclo más que una fecha exacta: como el fin de la migración que hicieron los aztecas desde Aztlan hasta el Valle de México, donde se instalaron finalmente. “Es más como el comienzo de una nueva era”, explica Boone.

El mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, durante una rueda de prensa en Palacio Nacional de Ciudad de México. En video, la ceremonia en el Templo Mayor.Foto: EFE | Vídeo: PRESIDENCIA DE MÉXICO

El Gobierno escuchó, al menos parcialmente, las quejas. “Hemos sugerido que no se denomine así,” dice a EL PAÍS Diego Prieto, director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), sobre dejar de repetir 1321. Prieto, quien hace parte del grupo de Memoria Histórica que coordina los 15 eventos, dice que este jueves se espera hablar de “más de siete siglos de historia”, y no de una fecha exacta. “Lo que debemos recordar es el surgimiento y esplendor de esta gran ciudad que fue México-Tenochtitlan,” dice. El evento se enfocará, por ejemplo, en la creatividad urbanística y arquitectónica de la ciudad, construida en medio de los islotes rodeados de agua (una arquitectura no siempre protegida, como lo reveló recientemente el colapso de un techo sobre las ruinas del Templo Mayor).

Pero la crítica de los historiadores o arqueólogos que aún no ha sido escuchada tiene que ver con lo que Sheinbaum llamó “la fundación lunar de Tenochtitlán”. Se trata de una propuesta para conmemorar un nuevo mito con respecto a la fundación, un mito supuestamente femenino e impulsado sobre todo por un funcionario de su Gobierno: Alfonso Suárez del Real, antiguo secretario de Cultura y hoy secretario de Gobierno de la capital.

“Se emitió esa fecha [de 1321], y lo asumo personalmente, porque fue una provocación”, dice Suárez del Real a EL PAÍS, y ya no insiste en esa fecha porque reconoce que investigadores consideran 1325 más acertado. “Fue una provocación para generar un debate sobre el tema, porque pocas ciudades tienen dos nombres, [Mexico y Tenochtitlan], y aquí hay una parte que es muy femenina, que es la del ombligo de la luna, y una muy masculina, que es la de la tierra del Tenoch, o la tierra del nopal en donde se para el sol en forma de águila”. El mito fundacional más conocido en México es ese último, del águila que se posa en el nopal, y que Suárez del Real llama el mito masculino. Su intención, explica, era reivindicar que en la filosofía azteca también “existió una prefundación lunar”.

De acuerdo a una explicación que Suárez del Real presentó en YouTube, el mito femenino diría que hace siete siglos Quetzalmoyohuatzin, media hermana del sol, dio a luz a una hija, la luna, muy cerca de donde hoy ubicamos a Tenochtitlan. “Será el origen o el principio de la generación de lo que nosotros consideramos como los aztecas”, explica el secretario.

Pero en este punto, tampoco hay consenso. La historiadora María Castañeda de la Paz, investigadora de la UNAM, ha trabajado en la peregrinación azteca hacia Tenochtitlan y lleva un buen tiempo intentando entender de dónde salió este supuesto mito femenino y lunar. Tiene una posible respuesta. “Las cuentas de las fechas a veces no coinciden, pero 1321 solamente la dice un cronista francés y encima nunca estuvo en México”, dice Castañeda de la Paz. Y volviendo a las fuentes, ella explica que lo del mito femenino podría venir de una mala interpretación que hizo en el siglo XVI el historiador indígena Alvarado Tezozómoc.

De acuerdo a ese relato, los aztecas eligieron dos lugares para entrar al Valle de México: Temazcaltitlan y Mixiuhcan. “Pero nadie dice que fundaron nada ahí, simplemente tienes que entrar por algún lado, y ellos entraron por ese lugar”, dice la historiadora. Mixiuhcan, explica, quiere decir ‘el paridero’, y Temazcaltitlan quiere decir ‘baño de vapor’, donde las mujeres van a parir. “Lo que hizo Tezozómoc fue un error. Cuando él ve que en la peregrinación los aztecas pasan por Temazcaltitlan y Mixiuhcan dice: ‘Uy, hay una mujer pariendo’, porque el dibujo del topónimo que indica el lugar de Mixiuhcan es una mujer con un niño naciendo. Entonces él intenta tratar de averiguar quién era esa mujer, pero esa mujer no era nadie, porque eso es un topónimo. Entonces le dio carácter histórico a un topónimo”. Tezozómoc dijo además que esta mujer pariendo era la hermana del sol, como lo dijo Suárez del Real.

“No han hecho una crítica histórica, o un análisis crítico de textos, para ver que Tezozómoc se confundió”, dice Castañeda de la Paz sobre la provocación del mito femenino. “Le están dando un carácter histórico a un topónimo, que solamente es un símbolo de un lugar, pero no es nadie”.

“Yo no diría que la fundación fue en 1321, como tampoco diría que en 1325 hubo una aparición del águila sobre el nopal, eso tampoco es sustentable”, dice el historiador e investigador de la UNAM Federico Navarrete, autor del libro Los orígenes de los pueblos indígenas del valle de México. Pero Navarrete está en desacuerdo con las críticas tajantes al mito en disputa que, explica, ha encontrado de distintas formas en otras fuentes durante sus investigaciones. “Ese episodio fue muy complejo, y yo creo que es importante entender la fundación de Tenochtitlan como un proceso, entender que los mexicas vivían ahí desde incluso años antes, pero sobre todo que no podemos descalificar en este debate en la forma como se ha hecho”.

Desde una tribuna más lejana a la academia, Alejandro Rosas es divulgador de la historia y escritor, y ha estado leyendo o escuchando los historiadores y arqueólogos que han hablado contra la fecha de 1321 y contra el mito lunar. “Ningún arqueólogo ha dicho que es 1321, esto es absolutamente un invento de este Gobierno y un invento del Gobierno de la Ciudad de México”, dice Rosas. Detrás de ello, considera, hay un capricho más nacionalista, que le recuerda a otro debate arqueológico que ocurrió en 1946, cuando el Gobierno de Miguel Alemán celebró encontrar los restos de Cuauhtémoc, el último soberano mexica, a pesar de que fueran falsos. “Pero era imposible que en un México nacionalista, no tuviéramos los restos de Cuahutémoc”, dice Rosas. Después de que los arqueólogos valuaron los restos encontrados, resultó que no eran los de Cuauhtémoc, pero el momento reveló el afán de encontrarlos después de que el mismo año sí habían encontrado los restos del conquistador español Hernán Cortés.

“Una cosa es la historia, y cómo debemos conocerla a través de los historiadores, de sus publicaciones, de sus foros, y otra es la historia utilizada para fines políticos e ideológicos como lo hace este Gobierno y lo han hecho otros”, dice Rosas. “Creo que el presidente está escribiendo una nueva narrativa de historia oficial, como la que tuvimos en los años del PRI. Pero, afortunadamente, ahora podemos confrontarla”.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.

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