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Crianza
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Claves para no desesperarse si tu hijo adolescente no hace nada en casa: olvídate de las amenazas y de hacer sus tareas

No hay que entender el desorden o la irresponsabilidad como un gesto de rebeldía del joven, sino como el reflejo de la complejidad física y emocional que vive. Lo mejor que pueden hacer los padres ante la situación es evitar criticar y aprender a negociar con él

Criticar los errores y recordar lo que se hace mal únicamente provocará que el joven se sienta cuestionado.
Criticar los errores y recordar lo que se hace mal únicamente provocará que el joven se sienta cuestionado.fcafotodigital (Getty Images)

Ropa por el suelo de la habitación, un escritorio repleto de libretas y bolígrafos sin tapar, vasos y algún plato con restos de comida, zapatillas en medio del salón, sudaderas en cualquier silla de la casa, la mochila tirada en un rincón. Quien convive con un adolescente conoce bien la dificultad que tiene para mostrarse ordenado y cumplir con sus responsabilidades. Un joven al que le preocupa poco que al resto de la familia su desbarajuste les haga sentir incómodos. “Recoge la habitación, esto parece una cuadra” o “no sé como puedes vivir entre tanto desorden, eres un auténtico desastre” son frases que a menudo los progenitores dicen a su hijo con tono amenazador, cansados de pedirle una y otra vez que mantenga su habitación ordenada o colabore haciendo sus tareas en casa. Muchos padres y madres acaban agotados y frustrados de ver cómo el joven no cambia de actitud. Un tira y afloja que creará un ambiente hostil y afectará seriamente el vínculo entre los miembros de la familia.

Pero los progenitores no deberían entender este desorden como un gesto de rebeldía, sino como un reflejo del cerebro del adolescente y de los procesos que se van produciendo en él. La vorágine de cambios físicos, psicológicos, cognitivos, sociales y emocionales que experimenta le producen mucha inestabilidad y un gran caos en su interior que provoca que se muestre poco organizado. La dificultad para encontrar tiempo para realizar todas las actividades que le apetecen, para planificarse correctamente y establecer prioridades, provocan que el orden quede al final de la cola de tareas. El desorden, en este contexto, no solo es una cuestión de desorganización física, sino también un reflejo de la complejidad emocional que vive.

La habitación para el adolescente se convierte en su guarida, en un lugar seguro donde puede resguardarse si se siente mal o le sucede algo. Un espacio donde puede construir con intimidad su nueva identidad y estar conectado a su grupo de iguales a través de su teléfono móvil. Insistir para que sea ordenado y colabore en casa de forma constante y desagradable únicamente logrará que se sienta presionado e incómodo. Los reproches y la insistencia motivarán su resistencia y rechazo, y provocarán que en casa siempre haya discusiones y mal humor.

Obligar al adolescente a hacer algo únicamente por evitar un castigo solo logrará que se resista a cumplir con sus tareas y las asocie con algo negativo. Si tiene la sensación de que en casa únicamente recibe broncas, puede llegar a sentir que sus padres solo ven aquello que hace mal, que no confían en él y no valoran sus esfuerzos. Un sentimiento que provocará que la relación en casa sea tensa y aumente su rebeldía y actitud desafiante. Si asume sus responsabilidades únicamente por dejar de oír las quejas de sus padres no desarrollará correctamente su autonomía y responsabilidad.

En lugar de insistir o reprochar, el joven necesita que en casa le ayuden a organizarse adecuadamente sin sermones ni amenazas continuas. Que comprendan que para él es muy complicado ser constante y organizado y que necesita, desde el cariño y la comprensión de la etapa, que le ayuden a conseguirlo dando pequeños pasos.

Las familias no deben hacerse cargo de las responsabilidades del adolescente con el objetivo de evitar conflictos en el hogar.
Las familias no deben hacerse cargo de las responsabilidades del adolescente con el objetivo de evitar conflictos en el hogar.fcafotodigital (Getty Images)

Claves para ayudar a un adolescente a ser ordenado y que se haga cargo de sus tareas y responsabilidades:

  1. La relación basada en el respeto y la comunicación afectiva facilitará que el adolescente se sienta parte significativa del núcleo familiar. Será necesario que, con calma y empatía, se le explique la importancia que tiene que colabore en casa y asuma sus tareas porque su ayuda es imprescindible para que todo funcione correctamente. También que entienda que el orden aporta seguridad y previsibilidad, ayuda a la concentración y el bienestar general.
  2. Negociar será siempre mucho más efectivo que imponer. Será clave consensuar con el adolescente sus responsabilidades, las tareas y el momento en el que deberá realizarlas, dándole la libertad de elegirlas. Si el joven siente que se tiene en cuenta sus preferencias será mucho más fácil que colabore. Dejar la imposición y el perfeccionismo a un lado ayudará a disminuir los conflictos.
  3. Las familias no deben hacerse cargo de las responsabilidades del adolescente para evitar conflictos. Hacerlo únicamente provocará que no pueda desarrollar apropiadamente su autonomía y se vuelva una persona dependiente.
  4. Será muy importante que el adulto reconozca los pequeños gestos o cambios que el joven va realizando poco a poco. Señalar sus avances le hará sentirse valorado y mejorará su autoestima. Las palabras tienen un gran poder, no solo a la hora de transmitir información, sino también para provocar reacciones emocionales positivas.
  5. Criticar sus errores y recordarle constantemente lo que ha hecho mal únicamente provocará que el joven se sienta cuestionado y etiquetado, forzando que abandone sus responsabilidades. Las críticas poco constructivas únicamente servirán para romper el vínculo y crear en casa un ambiente poco respetuoso.

Fomentar rutinas y adquirir habilidades de organización en la etapa de la adolescencia será fundamental para que el adolescente acabe siendo un adulto organizado y responsable. El adulto, a través de su ejemplo y serenidad, debe conseguir que el joven vaya adquiriendo sus obligaciones, haciéndole sentir que su colaboración es muy importante para que en casa todo funcione.

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