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Padres faro o el arte de acompañar el crecimiento de tu hijo sin imponer

La premisa de este tipo de crianza es confiar en las habilidades de los menores para tomar decisiones y afrontar sus consecuencias. Además, los progenitores deben desterrar las expectativas y deseos propios y evitar los reproches

Padres
Lo más complicado de ser padre es conseguir no proyectar en los hijos las expectativas, deseos y frustraciones vitales propias.Oleg Breslavtsev (Getty Images)

El concepto del padre faro fue acuñado por el pediatra Kenneth Ginsburg en su libro Raising Kids to Thrive, publicado en 2015. Este especialista en medicina para adolescentes del Hospital Infantil de Filadelfia (EE UU) y profesor de Pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania, centró su investigación en facilitar que los jóvenes desarrollen recursos para solucionar sus problemas con el fin de fomentar su resiliencia o capacidad de sobreponerse a situaciones traumáticas. “Los niños y adolescentes criados por padres equilibrados o padres faro tienen más posibilidades de aprovechar todo su potencial, estar emocionalmente equilibrados, sentirse seguros y tomar mejores decisiones cuando son adultos”, explica Iosune Mendia, psicóloga infantojuvenil en San Lorenzo de El Escorial (Comunidad de Madrid). Esta especialista explica el sentido de la metáfora del faro en el contexto educativo: “Describe un estilo de crianza que se caracteriza por ser una luz fuerte y estable en la que los hijos pueden confiar para regresar a un lugar seguro”.

De lo más complicado de ser padre es conseguir no proyectar en los hijos las expectativas, deseos y frustraciones vitales propias. Es fácil caer en el error de querer andar el camino de los niños para que no caigan en lo que los adultos de su entorno consideran tropiezos, pero que forman parte de su evolución y aprendizaje como personas. “En caso de haber dos progenitores, consiste en la educación convergente y no divergente por parte de ambos. De forma que se establece una sola luz de faro potente y no dos”, explica por su parte Pilar Muñoz, psicóloga infantojuvenil y con más de 32.000 suscriptores en su canal de YouTube. “Hay que establecer metas razonables que no resulten inalcanzables o que no correspondan a la propia evolución y desarrollo, como pedirle a un niño de tres años que coma sin mancharse y utilice correctamente los cubiertos”, señala Muñoz.

Los deseos y expectativas de los padres influyen en la educación de sus hijos. “Conviene controlarlos o inhibirlos porque interfieren a la hora de plantear las nuevas actuaciones que el niño tiene. También conviene ser conscientes de que una cosa fueron las ideas y apetencias en la infancia ya pasada y otra distinta el hecho de que el hijo es una persona diferente con sus propios planteamientos”, incide esta psicóloga. “Además, deben existir una escucha activa y no proyectar las propias experiencias negativas o positivas de su pasado sobre el hijo”, prosigue, “atender y estimular sus capacidades y talentos, que no tienen que coincidir con las que los progenitores desean”. Para Muñoz, este los padres faro acompañan a sus hijos en las dificultades y fallos desde la comprensión y no desde el juicio y la crítica: “Además, no caen en la tentativa de la comparación con otros hermanos o con iguales, porque destruye la autoestima y cimienta la envidia”.

Guiar a los hijos sin sobreprotección

Hay otras características que definen a los padres faro. “Ellos fomentan la autonomía de los niños sin sobreprotegerles. De forma que cuando piden ayuda hay que atenderles dejando margen para que ellos también aprendan a resolver la situación para no convertirles en indolentes”, sostiene Muñoz. La experta incide en que estos padres y madres entienden que su ejemplo deja más huella que la teoría: “Por ejemplo, responden con educación y templanza cuando se produce una situación tensa en el coche con otro conductor”.

¿Qué tipo de hogar crea el padre o madre faro? “Un entorno familiar seguro y sano emocionalmente para el niño, porque saben que su hijo necesita ser amado incondicionalmente por lo que es y no por lo que hace”, describe María José Lladó, psicopedagoga y orientadora familiar del centro Acimut Bienestar. “Los padres faro se posicionan al lado de sus hijos y no en frente para acompañarles y estar disponibles cuando los necesitan, ayudándoles a descubrir sus dones y talentos para que los pongan en práctica”, continúa la psicopedagoga.

Hay razones por las que todo esto beneficia a los menores. “Está comprobada la importancia de generar y desarrollar un apego seguro para los niños y estos padres lo hacen posible porque nutren en todos los sentidos a sus hijos; acompañándoles desde que son bebés”, argumenta Lladó. Para esta experta, en este tipo de crianza los niños y adolescentes adquieren seguridad y destreza porque disfrutan de su niñez y se convierten en adultos felices preparados para la vida, al ayudarles sus padres a emprender su propio vuelo y ofrecerles raíces sólidas en el hogar. La psicóloga Iosune Mendia añade otros beneficios de crecer con padres faro: “Una mayor capacidad de resolver y afrontar problemas, mejor autoestima y habilidades sociales, así como un óptimo rendimiento académico”.

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