El desarrollo del lenguaje en los tres primeros años: cómo fomentarlo y cuáles son los signos que alertan de la necesidad de ayuda
La evolución del habla en la infancia es un proceso fundamental, pero cada niño tiene su propio ritmo. La observación por parte de los progenitores es esencial para identificar posibles problemas, como no reaccionar ante los sonidos, que indiquen la necesidad de intervención temprana


El lenguaje desempeña un papel clave en el desarrollo del niño y su evolución está estrechamente relacionada con el entorno social y familiar. La familia es el primer y más relevante medio de aprendizaje de la lengua oral. No obstante, el desarrollo del lenguaje también depende de otros factores, como la madurez neurológica, la capacidad auditiva o el vínculo afectivo con los cuidadores.
Dado el papel tan importante que tiene la familia, ¿cómo podemos fomentar el desarrollo del lenguaje en el hogar? Lo primero que se puede hacer es aprovechar el día a día, utilizar situaciones de la vida cotidiana para fomentar el lenguaje (salidas al parque, el momento de la comida o el baño). Para ello es fundamental hablar a la altura del niño, establecer contacto visual, comunicarse despacio y de forma clara y nombrar las cosas por su nombre, evitando, por ejemplo, llamar al perro “guau” o al pájaro “pío”. Las frases han de ser gramaticalmente correctas y es mejor acompañar el lenguaje de gestos.
También los padres pueden ajustarse a los turnos del menor en el lenguaje porque tener interacciones de ida y vuelta es una habilidad necesaria para posteriormente poder tener conversaciones. Además, proporcionar ratos de juego, cuantos más mejor, fomentando el simbólico (cocinitas, médicos) es perfecto para fomentar el lenguaje espontáneo. En definitiva, los progenitores deben escuchar con interés lo que dice su hijo, ofreciéndole tiempo y tratando de no responder por él, no forzar al niño a que hable delante de otras personas y no darle las cosas con solo señalarlas cuando las puede pedir hablando.
Otra recomendación muy útil es que los adultos acepten como normales las repeticiones y las equivocaciones en el habla del niño. Si se equivoca, deben tratar de responder de manera natural, ofreciéndole el modelo correcto. Por ejemplo, en lugar de decir “No se dice así”, se repite la palabra o frase de forma correcta. Es fundamental que los pequeños tengan la oportunidad de experimentar el lenguaje de diversas maneras, ya sea a través del diálogo, la narración de cuentos, el canto o las rimas.
En el desarrollo del lenguaje infantil, es esencial también identificar posibles signos de alerta que indiquen la necesidad de intervención temprana. Elena Matías, maestra de pedagogía terapéutica del Equipo de Atención Temprana de Torrelodones, enumera algunos de los más importantes, aunque aclara que, de forma general, es necesaria la presencia de varios de ellos. Asimismo, explica que no se puede olvidar que cada menor tiene su propio ritmo de maduración y que muchos pequeños progresan a ritmos muy diferentes.
Signos de alerta en la adquisición del lenguaje de 0 a 3 años

Signos de alerta en los primeros meses de vida
● No reacciona ante los sonidos.
● No se gira hacia la fuente sonora.
● No aparece la sonrisa social.

De los seis a los 12 meses
● No ríe a carcajadas, no balbucea ni grita. No trata de influir con ello en las personas.
● No participa en juegos como el cucú-tras u otros juegos de interacción.
● No imita los gestos de palmitas, adiós u otros que se le han repetido o le han hecho gracia.
● No distingue su nombre, no comprende el “no” o un gesto de disgusto.

De los 12 a los 18 meses
● No conoce partes gruesas muy básicas de su cuerpo.
● No muestra al adulto lo que llama su atención ni intercambia miradas.
● No mantiene intercambios afectivos intensos con sus figuras de apego.
● No atiende cuando se le señala o muestra algo.
● No aparecen las primeras palabras, entre ellas el “no”.
● No atiende a su nombre.
● No sigue indicaciones sencillas.
● Si presenta otitis frecuentes, o si se toca los oídos o se queja de dolor.

De los 18 meses a los dos años
● Deja de decir las palabras que ya sabía.
● No utiliza juguetes figurativos como muñecos, animales o coches para representar acciones.
● No participa en juegos interactivos, no los pide o inicia.
● No imita acciones de la vida diaria espontáneamente.
● No nombra los objetos familiares ni utiliza estas palabras para pedir o comunicar algo, acompañándose de gestos y miradas.
● No sigue instrucciones sencillas ni responde a la comunicación.
● No ejecuta acciones que sabemos que conoce cuando se lo pedimos desde una distancia cercana y con apoyo gestual o situacional.

De los dos a los tres años
● Continúa utilizando una jerga ininteligible.
● Se mantiene aislado, sin buscar ayuda, consuelo y sin pedir nada, sin dejarse influir.
● Se resiste a cualquier cambio, tiene rabietas descontroladas.
● Presenta dificultades sociales, hablando poco y necesitando el contacto físico para resolver sus conflictos.
● Mira a los labios fijamente.
● Su comprensión está demasiado ligada a la situación, la entonación o la intención del interlocutor.
● No ejecuta las acciones habituales cuando se le piden.
● No reconoce imágenes o fotos.
● No combina dos palabras o más y su vocabulario no aumenta.
● No utiliza su nombre.
● No come sólido.

A partir de los 3 años
● Aparecen dificultades sociales.
● Prefiere no hablar o se muestra retraído en ocasiones.
● No manifiesta emociones o reacciona desmesuradamente.
● No tiene cierto conocimiento organizado sobre el mundo que le rodea.
● No comunica experiencias ni expresa sus necesidades a personas conocidas.
● No comprende relatos sencillos ni los aprende. No formula preguntas.
Ante cualquier duda sobre su evolución lingüística, es recomendable acudir a un especialista que podrá detectar posibles dificultades a tiempo y ofrecer el apoyo adecuado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
