Mamás en Acción, la ONG por la que 3.000 mujeres luchan para que ni un niño esté solo en el hospital

Esta es la historia de María, nombre ficticio que sirve para proteger la identidad de la menor. No es para menos: se quedó sola en el mundo a los cuatro meses de vida. Sus padres la abandonaron con una discapacidad severa y nunca volvieron a por ella. El Gobierno de España se convirtió entonces en su tutor legal y ella pasó a vivir en un centro de menores tutelados en una ciudad al lado del mar. A su corta edad, tenía que pasar días enteros en el hospital sola, sin que nadie la acompañara o le diera un abrazo. Allí, en ese hospital, se conocieron María y Julia, de 55 años [nombre ficticio]. Empezaron pasando algunas horas juntas y terminaron formando una familia.

Julia, que no la conocía de nada, pasaba las 24 horas del día con ella en el centro médico. Siempre pensaba que ella nunca querría ver a sus hijos enfermos en una clínica, especialmente si tenían que atravesar aquel trance solos. “Unas horas de cariño pueden cambiarle la vida a un niño”, comenta. Madre de tres adolescentes, le impactaba mucho pensar en que había niños cerca de su casa que no tenían a nadie que los acostara a dormir o los recibiera después del colegio. En ese momento conoció el mundo de las familias de acogida y se hizo voluntaria de Mamás en Acción, una ONG que acaba de cumplir 10 años y cuya labor consiste en acompañar a menores solos en hospitales.

Entre los más de 600 niños que la organización ha acompañado a lo largo de estos años estaba María, que después se volvió parte de la familia de Julia. Primero como un hogar de acogida para ella y ahora como una hija legal de pleno derecho después de nueve años de papeleos. Cuando la pequeña empezó a hacer preguntas sobre sus padres biológicos siempre le explicaron todo como un cuento. Y ahora es ella la que quiere también ayudar a otros niños como ella cuando sea mayor.

En España hay más de 35.000 menores tutelados, según datos de Mamás en Acción. De ellos, 16.991 viven en centros. La ley establece que el acogimiento familiar debe priorizarse, aunque esto no se cumple muchas veces. De hecho, el porcentaje de menores en centros ha subido desde 2014, del 41,5% al 47,3% en 2022, indica la misma asociación. Esto quiere decir en España hay cada vez más niños solos. Por esta razón, la asociación ha puesto en marcha la campaña Ni un niño solo, que va más allá de la estancia hospitalaria y cuyo objetivo es que no haya ningún menor tutelado en un centro de acogida en todo el país.

“Es urgente que la Administración impulse el acogimiento familiar para todos estos niños que están creciendo en centros tutelados donde, por mucho que los cuiden, nunca se podrá sustituir el calor de una familia”, subraya la fundadora, Majo Gimeno, quien puso en marcha esta ONG desde la necesidad y la frustración. En una visita a un hospital vio a un niño que no tenía ni dos años y que se encontraba solo. Al preguntar si podía acompañarle, le dijeron que no: sencillamente, no pertenecía a una asociación ni era su madre o familiar. En ese momento supo que quería dedicar su vida a que ningún niño tuviera que estar solo nunca más. Ahora, son más de 3.000 voluntarias en toda España las que prestan su tiempo en 24 hospitales de distintas ciudades. Por ejemplo, el Hospital Santa Lucía (Murcia); Hospital Virgen de la Macarena (Sevilla) y el Hospital Rey Juan Carlos (Madrid). Acumulan más de 36.000 horas de acompañamiento con un único objetivo: “Queremos convertirnos en esa mamá que está siempre al pie de la cama”.

“Nos están llamando los propios hospitales al ver la labor que estamos desarrollando. Hay una laguna en el sistema que debemos subsanar. No podemos tolerar que haya ni un niño hospitalizado solo”, explica la fundadora.

Gimeno asegura que hay evidencia científica de que la compañía durante la hospitalización acelera la curación del niño y, en el caso de los menores inmersos en una situación de violencia evita, además, que repitan los patrones en la edad adulta.

Alfonso Cruz está separado y tiene cuatro hijos. Cuando no está con sus niños aprovecha y acompaña a alguno que lo necesite. “La primera vez que fui al hospital a acompañar me tocó una bebé abandonada. Cuando me la puse en el pecho pude notar cómo se relajaba y se quedaba dormida, no se me olvidará nunca”, recuerda. Todos los voluntarios coinciden en que su labor es pura magia. “Mi primer acompañamiento fue con un adolescente de 14 años y, sinceramente, yo tenía muchísimos nervios. Pero fluyó todo de tal manera que fue muy bonito. Fue muy cariñoso. Aunque hay experiencias de todo tipo, todos se llevan algo de ti”, afirma Yolanda, otras de las cientos de voluntarias de esta ONG.

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