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Ser madre a los 50: cuando las diferencias son físicas pero también emocionales

En España, 295 mujeres tuvieron un hijo en su cincuentena en 2022, cuando el embarazo se consigue con óvulos congelados años antes o cedidos por mujeres más jóvenes y suele decidirse tras un proceso de reflexión

Ser madre a los 50
En España, 3.501 mujeres entre 45 y 49 años fueron madres en 2022, y 295 lo fueron con más de 50 años.vorDa (Getty)

La idea tener un hijo cuando no se puede ha atormentado a muchas mujeres a lo largo de la historia y lo sigue haciendo. Pero en 2023 contamos con una ventaja: la ciencia dispone de avances para lograr el milagro que la biología a veces se empeña en no dar. Tener un hijo a partir de los 45 años dejó de ser noticia hace tiempo, pero ¿y a los 50? ¿Es posible? Sí, pero con óvulos de la gestante congelados unos años antes o con los cedidos por otra mujer más joven.

Esto es lo que le pasó a María Pérez (nombre ficticio). Nunca tuvo deseos de ser madre y cuando los tuvo se dio cuenta de que era demasiado tarde. “Estuve 15 años con mi novio y ambos teníamos una vida llena de viajes, con una agenda laboral muy estresante. Aunque alguna vez hablamos de tener un hijo no fue nunca una prioridad; sin embargo, todo cambió cuando rompimos y me despidieron del trabajo”, recuerda. En ese momento esta mujer, que tenía entonces 47 años, empezó a plantearse muchas cosas. “Y curiosamente la idea de ser madre se cruzó en mi camino”, recuerda.

Lo primero que hizo fue visitar a su ginecóloga, que le dijo que su reserva ovárica no era, desde luego, la de una mujer joven aunque ni mucho menos estaba iniciando una premenopausia. “Desde el principio me aconsejó que, si quería intentarlo, lo hiciera con óvulos de una donante para evitar complicaciones genéticas derivadas de óvulos viejos”, relata. María hizo tres intentos antes de tener una niña a los 49 años, en 2019: “Tengo un óvulo más congelado, pero no lo voy a usar”. Como María, 3.501 mujeres entre 45 y 49 años fueron madres en 2022 y 295 lo fueron con más de 50 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística.

Existen grandes diferencia físicas entre estrenar maternidad con 20 años que haciéndolo rozando la cincuentena o estando en ella. Una de las principales es que muchas mujeres se encuentran a las puertas de la menopausia; esta etapa de la mujer implica estar 12 meses consecutivos sin la regla. Sin embargo, según explica la especialista en fertilidad y nutrición Beatriz Méndez del Río, “hasta llegar a esta etapa pasamos por un periodo que se llama perimenopausia, que es la transición de la edad fértil a la pérdida total del periodo”. Méndez del Río argumenta que este tránsito puede durar hasta 10 años y es precisamente en este tiempo donde se dan las principales diferencias porque las hormonas comienzan a sufrir cambios, dándose grandes fluctuaciones tanto en los niveles de estrógenos como de progesterona. La experta sostiene que son estas dos hormonas ováricas las que predominan en el ciclo menstrual: “Aunque no hay que olvidar que, siempre que haya ovulación, puede haber embarazo”.

Lo cierto, según explica, es que las mujeres jóvenes tienen óvulos de mejor calidad, por eso la edad afecta a la posibilidad de quedarse o no embarazada: “A medida que vamos cumpliendo años, el número de óvulos disminuye, así como su calidad. Esto hace que exista mayor probabilidad de que haya fallos cromosómicos; aumenta la incidencia de autismo, síndrome de Down...”. “Con respecto a quedarse embarazada”, prosigue, “aumenta el número de abortos recurrentes, fallos de implantación, problemas en el desarrollo del feto, entre otros”, advierte. Méndez del Río recuerda que, en términos estadísticos, las probabilidades de embarazo en un ciclo normal, manteniendo relaciones sexuales en los días fértiles, es de un 20% de concebir cada mes y de un 85% de lograrlo después de un año intentándolo: “A partir de los 35 esta probabilidad cae sustancialmente cada año”.

El componente emocional de tener un hijo a los 50

Si no es lo mismo ser madre a nivel físico a los 30 que a los 50, mucho menos lo es a nivel psicológico y emocional. Paz Grau Arcís, psicóloga de familias, explica que lógicamente no es lo mismo tener un hijo con una edad que con otra porque la vida es un largo camino en el que hay diferentes etapas y en cada una de ellas hay una serie de desafíos que se tienen que resolver para pasar a la siguiente. Pone un ejemplo: “Las personas de 25 a 35 años aún están construyendo su vida y buscando la estabilidad en cuanto a pareja, trabajo o vivienda. Por el contrario, en muchos casos, a los 40 ya se ha conseguido todo esto y muchas miran hacia atrás en el camino y se plantean: ‘¿Esto que he construido es lo que de verdad quiero en mi vida?’. Y mientras algunas mujeres sienten que sí, otras piensan que no”.

En estos casos, y según la psicóloga, se encuentran aquellas mujeres que aunque ya han conseguido lo que querían desean ser madres: “Pero no es la mejor edad para concebir. En esta etapa, muchas están entrando en la menopausia, donde ya no tendrán más esa posibilidad de ser madres y donde todo es diferente tanto a nivel físico como emocional”. Para Grau, las mujeres tienen que entender que puede que no ocurra y creer que si han ido caminando con sabiduría las etapas anteriores, deshaciendo nudos internos, curando heridas de la infancia, la menopausia también puede ser una etapa de estabilidad y de serenidad: “De disfrute de todo lo aprendido y también de conseguir muchos retos más allá de la maternidad”.

Quedarse embarazada a una edad u otra también tiene sus implicaciones emocionales. “A los 20 años, las personas aún están en proceso de maduración y, en muchos casos, ser padres va a suponer un verdadero desafío para ellos”, puntualiza Grau. Además, en opinión de esta psicóloga, son personas que aún necesitan explorar la vida para poder llegar a una etapa de más madurez, y poder centrarse en la maternidad. “En cambio, con 40 y tantos se ha vivido más, se ha pasado por diferentes experiencias que han ido fortaleciendo a la persona, hay más madurez para poder realizar y afrontar el proceso de criar”, añade. Aunque también señala que esto no significa que la maternidad a esta edad esté exenta de dificultades: “Con frecuencia veo en terapia a padres que no han realizado este proceso, y que siguen siendo un poco adolescentes en la crianza de sus hijos, con todas las consecuencias que esto tiene”.

¿Y a los 50 años? “Aquí la mujer y el hombre ya han empezado a bajar la montaña de su vida. Es una etapa en la que, habitualmente, los hijos ya han crecido, son adolescentes u adultos”, incide. Grau explica que cuando una mujer decide ser madre a esta edad tiene que ser consciente de que se van a solapar dos etapas de su vida: la que por edad le corresponde y la de la crianza. “Criar requiere estar para el otro, para la acción, en apertura y disposición para ese hijo”, añade. Y su estabilidad emocional también depende mucho de la actitud con la se afronta ese embarazo: “Depende de si ha sido deseado y planificado, de si se han preparado psicológicamente para darle a su hijo la mejor bienvenida posible o de si poseen la capacidad de abrirse a todo lo inesperado que puede surgir tras ser madre”.

Cuidados en el embarazo a los 20 y a los 50 años

Una vez llega el embarazo, tampoco los cuidados son los mismos según la edad de la gestante. Cada momento tiene sus peculiaridades. Por un lado, están los preventivos en el embarazo en cuanto a alimentación, que son los mismos independientemente de la edad: “Evitar el alcohol, el tabaco y las drogas siempre, también evitar las carnes crudas, embutidos, los productos curados y ahumados por el riesgo de toxoplasma y listeria. Tomar siempre productos lácteos pasteurizados, lavar muy bien las frutas y verduras, evitar el huevo crudo… Esto son cosas que deben tener en cuenta todas las embarazadas, independientemente de la edad”, recomienda Beatriz Méndez del Río, especialista en fertilidad y nutrición.

Por otro lado, están los cuidados que se podrían llamar “edad-dependientes”. En términos médicos, “cualquier embarazo de una madre gestante mayor de 35 años se categoriza como embarazo geriátrico, que, aunque suene terrible, no quiere decir otra cosa más que existe mayor riesgo tanto para la madre como para el bebé y que hay que hacer un seguimiento más específico y protocolizado”. Por ejemplo, continúa Méndez del Río, “tienen más riesgo de desarrollar diabetes gestacional las madres más mayores y el protocolo de cribado se realiza un poco antes en este tipo de embarazos, frente a otro de una mujer de menos de edad”.

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