Bachillerato: consejos para ayudar a los adolescentes a afrontar este reto emocional y académico
Los dos últimos años de instituto suelen suponer incertidumbre sobre el futuro y mayor presión para los jóvenes que se enfrentan a la EBAU, pero los padres deben recordar que la nota no es lo único que importa
Unos 700.000 estudiantes se han matriculado este curso 2022-2023 en Bachillerato. Una etapa especialmente compleja por cuanto supone la antesala a la enseñanza universitaria, EBAU —o como se vaya a denominar el próximo año— mediante. Son cursos en los que los adolescentes se juegan mucho: la posibilidad de estudiar —y, por tanto, dedicarse a— lo que quizás siempre han querido. Sin duda, esto les supone una presión difícilmente equiparable a los niveles de enseñanza anteriores.
Precisamente esa es una de las mayores dificultades de estos dos años de estudio —que cuentan un total del 60% de la nota final de la EBAU—, como pone de relieve Ana Couto, pedagoga y creadora del programa Estudiar con sentido. “En esta etapa la nota es lo más importante porque su futuro está en juego. Psicológicamente, esto supone una presión importante que, además, se les recuerda continuamente en casa, y aún más en el centro escolar”, explica Couto.
Una etapa de retos e incertidumbres
Esta es una de las razones de que esta pedagoga se encuentre con muchos (cada vez más, asegura) adolescentes con problemas de estrés y cuadros de ansiedad en esta etapa. Pero no la única: “El cambio a Bachillerato implica un salto importante en cuanto a la dificultad del temario, los objetivos, el aumento de la complejidad y el volumen de los temas”. Es decir, según argumenta, además de ser temarios más difíciles, son más largos y densos. “Con el añadido”, prosigue, “de que esto hay que entenderlo en un contexto hormonal, biológico y social propio de los 16 y 17 años. Y te encuentras con una bomba de relojería que les afecta, y mucho, a nivel emocional”.
A todo ello hay que sumarle una nueva presión. Para Bianca Serrano Manzano, profesora del Máster en Psicopedagogía de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), los adolescentes deben afrontar, por primera vez, las consecuencias emocionales, cognitivas y sociales de su proceso de toma de decisiones académicas: “Aquí surge otra pregunta cuya respuesta irán descubriendo a lo largo del curso: ¿Se sentirán capaces de salir adelante con la modalidad de Bachillerato que han seleccionado?”.
Ante esta situación de incertidumbre, los chicos y chicas suelen acceder a estos cursos con cierto miedo. No solo a no alcanzar la nota deseada, retoma Couto, sino a no ser capaces de lidiar con ello: “Les agobia tanto que incluso les llega a bloquear, y es bastante difícil de gestionar sin ayuda externa”. Y esto se suma a un miedo “profundamente esencial a todos los humanos, que en esta etapa evolutiva toma aún más relevancia”, añade Serrano: “Esto es: encajar, pertenecer a un grupo. Aunque en la ESO es más latente, en el Bachillerato continúa”. En ese sentido, esta profesora afirma que “un grupo organizado, cohesionado y donde todos y todas se sienten parte es el mejor educador de sus miembros”.
Técnicas de estudio y organización
Evidentemente, tener un buen grupo de clase no es lo único que les ayuda. Ni lo que más les falla. Couto es clara en este sentido: “Les faltan recursos. Por un lado, emocionales, de resiliencia frente a la presión; y, por otro lado, les falta técnica de estudio. Lo más habitual es que hasta ese momento hayan utilizado la memorización, y eso en Bachillerato ya empieza a presentar limitaciones. Cuando el volumen de información que tienen es tan alto, hay que pasarse ya (lo ideal sería antes) a otras herramientas más eficaces”. Esta pedagoga se refiere a comprender y conectar los conocimientos en lugar de repetir memorísticamente.
Por otro lado, suelen estar bastante perdidos en lo que a organización se refiere. Es decir, no saben “priorizar tareas, calcular el tiempo que les va a llevar determinado trabajo o estudio y después dedicarle el tiempo necesario. Y eso se multiplica por cada asignatura”, añade la experta. Suelen empezar bien pero posteriormente, a menudo, se van atascando y el nivel de desempeño, en cuanto a calidad, baja: “Empeoran los hábitos, empiezan a estudiar a horas que no son saludables, como de madrugada, dejan de comer o cenar con la familia para hacerlo sobre los libros…”. Para Couto lo peor de esto son las posibles consecuencias emocionales, ya que les baja la autoestima: “Desarrollan creencias sobre su falta de capacidad o de inteligencia. Este tipo de mensajes hunde su ánimo y les quita mucha energía para seguir trabajando”.
Saben lo que quieren, no lo que necesitan
Serrano resume algunas de estas carencias con una frase basada en los hallazgos sobre el desarrollo del cerebro durante la adolescencia: “El joven sabe lo que quiere, pero no lo que necesita. Lo que más les cuesta, por tanto, es la capacidad de discernir sobre lo que más les conviene, donde entra en juego una interacción compleja entre el pensar bien, reconocer y regular emociones y actuar de forma moral”. “Dos áreas en las que tenemos que apoyarles son planificar el espacio-tiempo, organizarse, descansar adecuadamente, cambiar de una tarea a otra, en lo académico, junto con el ir aprendiendo a satisfacer sus necesidades y deseos de forma ética, segura y responsable”.
En efecto, es una etapa en la que los adolescentes necesitan mucho apoyo, también por parte del profesorado. “Desde lo escolar debemos permitirles distenderse, disfrutar, diseñando ambientes de aprendizaje que, en primer lugar, generen bienestar. En segundo , la adquisición de competencias. Por este orden”, añade esta docente. La educadora de la UNIR tiene claro que el Bachillerato no puede ser exclusivamente un periodo preparatorio para la EBAU: “Debería ser mucho más que eso. Para ello es importante que los adultos conectemos aún más lo que están aprendiendo con sus necesidades reales”.
¿Y el papel de los padres?
El papel de los padres para ayudar a un hijo que está cursando Bachillerato es esencial. En muchos sentidos. Estos son algunos puntos que pueden tener en cuenta para acompañarles en esta etapa.
- “Debemos vigilar los hábitos saludables, la salud está por encima de las notas en todos los casos, y no debemos consentir, por ejemplo, que se queden sin comer o sin cenar por el estudio”, afirma la pedagoga Ana Couto.
- Hay que recordarles que confiamos en ellos, aunque a veces suponga un plus de presión por su miedo a fallarnos. “Es importante transmitirles que les vamos a querer siempre, que lo importante es que estén orgullosos y satisfechos con su trabajo”, sostiene la también creadora del programa Estudiar con sentido.
- Y control, el justo. “Han de tener las riendas de la situación. Si no, no terminan de asumir su responsabilidad. Pero hay que estar atento, preguntarles cómo van y si necesitan ayuda. De lo contrario, se sentirán desamparados”, dice Couto. La profesora Bianca Serrano Manzano lo reafirma: “Deben saber que si necesitan algo, somos sus referentes y estamos ahí, que pueden acudir a nosotros y nosotras y que somos consistentes.”
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