‘El año que vivimos peligrosamente’ | 12 meses de pandemia
Aún seguimos atrapados en el día de la marmota vírica, pero para los padres y madres estos meses se pueden resumir en 10 puntos
Se cumple un año desde ese correo del colegio que recibimos en plan “cerramos 15 días para prevenir la epidemia, nos reencontramos pronto”.
Aún seguimos atrapados en el día de la marmota vírica, pero para los padres estos meses se pueden resumir en 10 puntos:
- No lo vimos venir. Nuestros políticos, la OMS o Batman se tendrían que haber adelantado, pero las familias no tenemos que cargar con esa culpa. Bastante bien reaccionamos.
- ”Todo irá bien”. Pues no. No ha ido tan mal como podría haber ido, pero el daño a nivel humano, sanitario, emocional y económico es brutal.
- Los niños se adaptan a todo. Aguantaron el encierro, con meses sin salir ni a caminar delante de casa, aguantaron las clases por Zoom, aguantaron no ver a familia y amigos, aguantaron cambiar de vida de golpe y sin pedirles permiso. Aguantaron ser los grandes olvidados de la pandemia.
- ”Los niños son la peste”. Los pobres aceptaron PCR y los protocolos higiénicos con un rigor ejemplar (el que no tienen los descerebrados que siguen de fiesta sin ninguna precaución).
- Además del personal sanitario y de todos los comercios esenciales, hay que agradecer una vez más a todos los profesionales de la educación, que mareados o abandonados por sus propios representantes políticos, han conseguido mantener los centros abiertos y seguros y enseñar la rutina de limpieza para que las criaturas la interioricen.
- Las videollamadas eran algo digno del inspector Gadget y ahora nos permiten estar conectados con todo el planeta, aunque una sobredosis te agota.
- Nuestros pisos son pequeños porque nuestros sueldos son pequeños. Los encierros domiciliarios fueron un suplicio para muchos, y soñar con mudarte al campo para que los niños tengan más espacio es un sueño bonito pero quizá poco práctico.
- Como padres hicimos un curso avanzado en la gestión de equipos y recursos. De un día para otro, tuvimos que hacer malabarismos con nuestros trabajos, con nuestra tecnología cuando se solapaban conexiones, con la concentración para mantener el ánimo y el foco mientras éramos profesores, amigos, padres, enfermeros, cocineros, todo a la vez, cada día, cada hora, sin recorrer mucho a la tele y cocinando pasteles y haciendo manualidades y gimnasia en Instagram.
- No saldremos mejores, pero hemos salido juntos, en familia, volviendo a apreciar cosas que dábamos por supuestas como abrazarse, ir al cine o compartir un ascensor.
- Pasar más tiempo con los tuyos era el deseo de muchos padres. Pasar todo el tiempo con los tuyos sin salir de casa lo magnificaba todo como Gran Hermano. Pero mientras nosotros nos agobiábamos, nuestros hijos estaban felices de tenernos a su lado siempre.
No sé cuántas olas o virus más nos tocará vivir, pero los críos lo han superado con entereza. Y aquí seguiremos los padres, criando a los nuestros contra pandemias, crisis y nuevas normalidades, día a día, mascarilla a mascarilla, hasta que todo esto pase y solo quede un recuerdo del año que vivimos peligrosamente.
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