‘Bajo el sol de toscana’ | ¿Los niños estarán mejor en el campo?
Es la típica fantasía de cuando te hospedas en una casa rural o visitas a los amigos con segunda residencia: “nos gustaría tener algo así”
Es la típica fantasía de cuando te hospedas en una casa rural o visitas a los amigos con segunda residencia: “nos gustaría tener algo así”.
Y en este año de confinamientos y catástrofes casi todos los padres hemos tenido el mismo deseo fugaz. Irnos de la ciudad y vivir en el campo para que los niños estén mejor. Con mucho jardín y mucha piscina, claro, porque no te vas a ir a una choza de uralita de 60 metros.
Contando con que a mucha gente ya le cuesta poderse comprar un piso en una ciudad y que casi todos los que tienen casa con jardín y piscina es porque la adquirieron sus padres hace 30 años y ahora ellos la aprovechan gratis, la opción impulsiva de “añadir al carrito” es para poca gente.
Entonces, o alquilamos en el campo en vez de alquilar en la ciudad o vendemos lo de la ciudad y nos mudamos al campo, que por el mismo dinero tienes más metros cuadrados… ¿Verdad?
Pues no llaméis aún a la inmobiliaria.
Cuando alguien me hace el tour de su casita con el discurso de la calidad de vida, callo por educación, pero la calidad de vida no es un estándar objetivo medido por los mismos valores en todo el planeta; cambia según con quien hables.
Tener un jardín enorme y una piscina para que jueguen los niños, claro que es positivo. Respirar aire puro es vital. Y cultivar tu propio huerto queda ideal en Instagram y te ahorra la cola del súper.
Pero… ¿Cuánto tiempo hemos vivido en una casa rural? ¿Una semana? O como mucho, ¿has alquilado el chalet para un mes? ¿Y en qué día te estabas aburriendo o echando de menos las comodidades de la ciudad?
Necesitar el coche para todo, estar medio aislado, tener un único colegio en no sé cuántos pueblos a la redonda (y quizá sin niños en tu zona), que no haya ni librerías ni cines ni teatros, solo una panadería con periódicos y cuatro restaurantes con muchas curvas en el camino, que si pasa algo solo hay una farmacia a tomar por saco y la policía o la ambulancia tardan en llegar, poner alarmas y vallas para que no se te cuelen cuando estés con tu familia en la piscina… Calidad de vida total.
Llámame urbanita, pero para mí, calidad de vida es que podamos tener mil opciones de todo, con familia y amigos cerca, con una vida cultural y educativa con multitud de ofertas, sin depender del coche... y, ya puestos, trabajando en lo que te guste.
Si la casa en el campo fuera la gran solución estarían los pueblos llenos.
Pero normalmente pasa lo contrario.
Así que en nuestros próximos confinamientos sigamos soñando con la preciosa villa bajo el sol de la Toscana pero sin torturarnos. Y de paso, trabajemos para conseguir más calidad de vida y más aire puro en nuestras ciudades.
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