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Día Mundial del Prematuro: la soledad de nacer antes de tiempo en plena pandemia

Las unidades de neonatología que sufrieron restricciones por el coronavirus recuperan poco a poco el contacto piel con piel y lactancia materna desde el minuto cero, pero se sigue restringiendo a unas horas las visitas de padres y familiares en las UCI

Un bebé prematuro duerme.
Un bebé prematuro duerme.Mayte Torres (Getty Images)
Carolina García

Simona Cocco tuvo a sus mellizos el pasado 5 de abril, en plena pandemia. Sus dos pequeños, Daniel (2.500 gramos) y Matías (1.430 gramos), nacieron antes de tiempo, en la semana 32. El miedo a lo desconocido, las restricciones por el coronavirus y las preocupaciones adyacentes y normales en relación con los menores prematuros —todos los nacidos antes de la semana 37 gestación— quedaron disipadas por la confianza y cariño que recibió del equipo médico y de enfermería del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. Simona pudo dar el pecho desde el minuto cero, pudo hacer el piel con piel con sus retoños desde el inicio y, aunque las visitas a la UCI estaban restringidas a varias horas al día, “al ser dos bebés, tanto mi marido como yo pudimos entrar y estar con ellos”. Los niños pasaron 56 días en el hospital. “Ahora, meses después, estamos muy contentos, hemos recibido seguimiento por videoconferencia y teléfono y hemos ido varias veces al hospital, porque Daniel ha tenido problemas relacionados con su prematuridad. Pero en conjunto ha sido positivo”. Simona tuvo incluso la posibilidad de permanecer en una habitación del hospital mientras Daniel estuvo ingresado, ya que sufrió más secuelas que Matías. Pero no todas las familias han tenido esta misma suerte.

Daniel, con gorrito blanco, y su hermano Matías al mes de nacer. Ambos son prematuros, nacieron en la semana 32 de gestación.
Daniel, con gorrito blanco, y su hermano Matías al mes de nacer. Ambos son prematuros, nacieron en la semana 32 de gestación.Simona Cocco

Los bebés prematuros, unos 22.000, representan el 7% de los nacidos en España cada año. Los más vulnerables son aquellos que nacen antes de la semana 28 y son considerados prematuros extremos. Este martes 17 de noviembre, Día Mundial del Prematuro, pretende concienciar sobre la importancia de los padres y del entorno del pequeño en el proceso de cuidado y desarrollo de estos bebés incluso en plena pandemia. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prematuridad es la principal causa de defunción en los niños menores de cinco años, y provocó en 2013 cerca de un millón de muertes. Cada año nacen 15 millones de bebés antes de tiempo en todo el planeta.

Los problemas que pueden tener los bebés prematuros son de gravedad muy variable, pero se relacionan directamente con la edad gestacional: “Cuanto más pequeño es, más problemas de mayor gravedad”, explica por teléfono Alfredo García-Alix, presidente de la Fundación NeNe: “Por lo tanto, son los extremos prematuros, los que tienen más problemas y más graves. Y estos inicialmente están relacionados con la inmadurez tan marcada de todos los órganos. No están preparados para la vida extrauterina, están muy inmaduros y entonces abducen problemas de todo tipo”. El experto menciona fundamentalmente los problemas respiratorios e inmunológicos como infecciones y alteraciones neurológicas, entre otros. La media de tiempo de ingreso en la UCI de estos pequeños suele ser de dos a tres meses.

La prematuridad en tiempos de pandemia

Es evidente que, cuando surge oficialmente la pandemia a finales de febrero, comienzos de marzo, el miedo a una enfermedad desconocida, de fácil transmisión y con una letalidad que parece importante en España, conllevase un temor muy importante e hiciera que se tomaran medidas de contingencia, que todavía hoy se mantienen”, añade el doctor. Según explica, estas medidas han afectado a todas las áreas de la medicina, “y también a la neonatal y particularmente a los prematuros”. “Las primeras restricciones apuntaban a que las madres no podían dar el pecho o debían ser alojadas en habitaciones individuales; se impidió el contacto directo con su familia; se cerraron los bancos de leche y quedaron dentro de una incubadora; medidas regladas más por el miedo que por la evidencia científica. Todas estas normas tuvieron mucho impacto”.

Pero, al igual que la pandemia, las medidas han ido evolucionando: “Poco a poco se ha visto que la OMS acertó al demandar que no se separara al niño de su madre y se mantuviera la lactancia materna, a pesar la covid”. Según mantiene García-Alix, muchas de estas limitaciones, que pusieron en jaque a la medicina neonatal, se han ido revirtiendo en la actualidad: “Pero no hemos recuperado la totalidad. Y se deben recuperar, porque impactan en el desarrollo del cerebro del prematuro, en su salud y en el bienestar psicosocial del niño y su familia. Y los cuidados son intervenciones per se”.

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“Lo que no ha quedado tan claro en este camino”, prosigue el neonatólogo, “es que en las UCI se mantengan las puertas abiertas. Debemos saber que no encontramos un neuroprotector tan eficaz como la leche materna; no hay otro estímulo tan adecuado para el neurodesarrollo del bebé como el contacto piel con piel y tan importante como la intervención de los padres en el cuidado de su hijo. Que se restrinja, que entre solo uno de los padres, suena a que no hemos entendido el papel que juegan en la salud de sus hijos y en su mejoría. Y no solo los padres, también los abuelos o los hermanos, los familiares ayudan al pequeño que ha nacido antes de tiempo”, concluye García-Alix.

La gestión con los padres en la actualidad, con la covid y siempre, es ser lo más empáticos posible con su situación. “Porque que te haya caído algo tan inesperado hace que no sepas ni dónde estás y una de las cosas más importantes es acompañarlos, explicarles lo que están viviendo, desde luego mostrar la máxima empatía porque nadie se puede hacer a la idea de lo que eso representa si no ha vivido algo parecido. No dejarles solos en ningún momento y sobre todo permitirles que estén el máximo tiempo con su hijo desde el principio”, señala Maite Montes, enfermera pediátrica especializada en Neonatología en Hospital La Paz (Madrid) y una de las responsables de la sección de Enfermería de la Fundación NeNe. “Al mes de empezar la pandemia este tiempo sí que era muy restrictivo, pero poco a poco también se está recuperando. Y ahora viene una restricción a nivel nacional, que permite la presencia de un solo progenitor las 24 horas, si quiere, pero solo uno”, añade Montes. “Esto es lo que habría que cambiar”.

Para la experta, cada unidad tendría que hacer una reflexión sobre las medidas que den mayor seguridad en la diseminación de la infección, pero siempre conservando al máximo todos los cuidados que son básicos en neonatología, como la presencia de los padres, el piel con piel y la lactancia materna: “Estos tres pilares, que son fundamentales en la atención de estos niños y que no cuesta nada asegurar, van a perdurar en el tiempo y a tener un valor terapéutico no solo emocional y psicológico, sino que está demostrado que los niños mejoran más cuando los padres permanecen con ellos todo el tiempo”.

Una de las maneras para conseguir esto que citan ambos expertos es la posibilidad de hacer PCR a los padres antes de entrar en las unidades de cuidados intensivos: “De esta forma, te aseguras de esos padres no van a contagiar; de hecho, nuestros contagios no vienen de los progenitores sino de compañeros del hospital, y les podríamos dejar pasar”. “Es cierto que la distancia social sí que parece importante, así como la mascarilla y la higiene de manos, pero tampoco pedimos que estén los dos padres como antes de la pandemia, las 24 horas. Lo que pedimos es que, por lo menos, tengan la posibilidad de apoyarse mutuamente y de estar juntos algún rato a lo largo del día, dos o tres horas. Porque si no, el único apoyo que tiene la madre, en muchos casos la cuidadora principal, es del personal sanitario. No tiene el de los abuelos, el de sus otros hijos ni el de sus amigos; se ha perdido la socialización de ese niño por la covid, y es necesario recuperarla. Esta situación afecta mucho a la madre, necesitamos que cree un vínculo con su hijo y que aprenda a cuidarlo, y todo el apoyo de los que la quieren es esencial para conseguirlo”, concluye Montes.

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Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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