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La pandemia por coronavirus aumenta la demanda clases particulares online (y la desigualdad educativa)

En cuanto a las materias más solicitadas por padres y alumnos son aquellas relacionadas con las ciencias –matemáticas, física y química–, seguidas del inglés

Un alumno de Educación Infantil, en el primer día de colegio en el centro orensano "Albino Núñez".
Un alumno de Educación Infantil, en el primer día de colegio en el centro orensano "Albino Núñez".Brais Lorenzo (EFE)

Aulas en cuarentena. Grupos burbuja. Distancia social. Enseñanza online. La pandemia por coronavirus ha introducido conceptos insólitos en la marcha cotidiana de colegios e institutos. De la mano, como si fuera la consecuencia lógica, parecen haber aumentado la oferta y la demanda de actividades educativas online, ya sea a través de extraescolares o de clases particulares. Esto al menos es lo que sostienen diversas plataformas de empleo y búsqueda de profesores. “En nuestro portal ha habido un considerable incremento de las ofertas publicadas para encontrar “profesor particular” y “profesor de apoyo” comparándolas con el mismo periodo del año anterior”, explica una portavoz de Jobatus, una plataforma especializada en búsqueda de empleo. Según datos recopilados por dicha plataforma, la demanda de profesores particulares aumentó un 236% en Primaria y un 314% en Secundaria en su portal.

Desde Buscatuprofesor.es también aseguran haber comprobado que en los últimos meses la demanda de clases online a distancia ha aumentado, especialmente durante el Estado de Alarma, momento que coincidió con la preparación de muchos exámenes. En cuanto a las materias más demandadas, desde ambas plataformas coinciden en que son aquellas relacionadas con las ciencias –matemáticas, física y química–, seguidas del inglés. ¿Quiénes imparten dichas materias? La ausencia de una regulación concreta en torno a la docencia particular deriva en que no siempre sean impartidas por profesionales educativos. Carlos Fernández, presidente de la Asociación de Profesores de Madrid, considera que las familias deberían acudir a clases de apoyo “que sean impartidas por docentes profesionales, con la formación, experiencia y habilidades didácticas adecuadas”. Según explica, una de las labores de la asociación es acreditar a los padres qué profesores cumplen esos requisitos. Para Fernández, además, “los padres no deberían conformarse con los aprobados sino plantearse apoyos “extra” si ven que el alumno no está aprendiendo a la altura de sus posibilidades”. Se abre aquí otro melón: el de la desigualdad educativa.

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Un gasto que no todas las familias pueden permitirse

“Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos” es el cuarto de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS). Como consecuencia de la pandemia por COVID-19, la UNESCO hizo un replanteamiento de las necesidades educativas e inició la Coalición Mundial para la Educación COVID-19, con el objetivo de ayudar a los países desde diferentes sectores a “abordar las lagunas de contenido y conectividad, y a facilitar las oportunidades de aprendizaje inclusivo para los niños y los jóvenes durante este período de alteración educativa repentina y sin precedentes”. Cabe preguntarse si es posible suplir todas las carencias que esta crisis ha destapado –y acrecentado–.

Un análisis de UNICEF del impacto de la pandemia sobre los niños y niñas más vulnerables publicado el pasado mes de septiembre alertaba de los problemas que han tenido para seguir con el curso escolar los alumnos de las familias más vulnerables, aquellas con menor nivel socioeconómico. La brecha digital y la falta de un espacio para estudiar en el hogar son dos de las dificultades más acuciantes, pero no son las únicas. Ocurre que cuando necesitan apoyo en determinadas materias, no siempre tienen acompañamiento en el hogar. Tampoco hay un respaldo por parte de las administraciones para ofrecer oportunidades de aprendizaje adicionales. Se alarga así la sombra de la repetición de curso y el abandono escolar sobre quienes no pueden plantearse la posibilidad de clases de refuerzo.

Sergio López del Río, portavoz del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de Madrid (STEM), cree que deberían ser las propias administraciones las que pusieran los medios para compensar los desfases que esta situación está generando. “La respuesta a esta crisis en el ámbito educativo debe ser mayor inversión en plantillas, espacios, medios y recursos para que se pueda actuar de forma eficaz desde los centros, en lugar de favorecer a empresas privadas y endosar a las familias (a las que puedan permitírselo, aún con mucho esfuerzo) unos gastos que la Administración debería asumir para garantizar una enseñanza de calidad para todos”, señala. Para López del Río, ni estas familias, ni muchas de las que no entran en los parámetros de pobreza y exclusión, pero cuya situación está bastante precarizada, pueden permitirse un profesor particular. “Un alto porcentaje de familias de la pública, donde hay un mayor porcentaje de familias desfavorecidas, no pueden permitirse un profesor particular, y en la concertada, en contra de lo que pueda parecer, el elevado gasto en cuotas supuestamente voluntarias conlleva que la economía de muchas familias se vea seriamente resentida, y que añadir un gasto extra sea complicado”.

Desde STEM aseguran que la sensación entre la mayor parte del profesorado es que el confinamiento ha puesto de manifiesto no solo la brecha digital, sino la brecha social de la que ésta es reflejo. “Si bien la peor parte se la han llevado los hijos de familias que no disponían de medios digitales adecuados para el aprendizaje online, no es menos cierto que sin una atención permanente por parte de las familias, los alumnos de estas edades no aprenden, y son muchas las familias que no tienen el tiempo suficiente para atender las necesidades educativas de sus hijos. Y aún teniendo tiempo y disponibilidad, la mayoría de las familias, con toda su buena voluntad, no pueden más que poner parches, ya que no podemos esperar de ellas que tengan los conocimientos en cuanto a pedagogía y didáctica de los que disponemos los docentes, igual que nosotros no sabemos de leyes, de mecánica o de operar un tumor”. Sí están de acuerdo desde el sindicato en que hay que entrenar al alumnado en el uso de herramientas digitales, y poner lo medios para que todos los alumnos puedan hacer uso de ellas de forma muy puntual, pero consideran que el aprendizaje no debe basarse en estas herramientas.

Falta de personal en los centros

Respecto a los planes que se han puesto en marcha para encajar la enseñanza en la situación actual de pandemia, desde STEM creen que su desarrollo más o menos exitoso varía según la comunidad autónoma, pero inciden especialmente en la falta de personal en los centros de la Comunidad de Madrid. “Nuestro Gobierno regional hasta finales de agosto manifestaba que no había posibilidad de incrementar el gasto educativo y no fue hasta el anuncio de una huelga que lanzaron un plan en el que incluían un aumento de plantillas de unos 7.400 docentes para la enseñanza pública y unos 4.000 para la concertada. Por lo que respecta a la enseñanza pública, estas plazas nos parecían ya de entrada insuficientes para los 1.800 centros públicos de nuestra región, pero es que además se estima que quedan unas 1.500 por cubrir, más unos 400 profesores de refuerzo. En definitiva, faltan profesores en casi todos los centros, y es cierto que en muchos de ellos hay grupos que a estas alturas aún no tienen tutor o no han empezado a impartir asignaturas concretas, con la evaluación a la vuelta de la esquina”, explica su portavoz, Sergio López del Río.

Insisten también desde el sindicato en que la educación semipresencial no debería haberse implantado antes de Bachillerato, una medida que consideran puramente económica para no aplicar las bajadas de ratios y tener que contratar con ellas más profesorado. Tampoco cuentan en su mayoría con los medios para hacerlo: “Imagina las múltiples incidencias que pueden surgir en una clase de hasta 35 alumnos en la ESO, o de hasta 40 en Bachillerato, ya sea a los alumnos en la recepción o al propio profesor en su transmisión. En cuanto surge un problema se pierde gran parte de la sesión y la transmisión de contenidos se va retrasando. Hay mucho consenso entre el profesorado en que en modalidad telemática o se reducen contenidos o no se llega”.

Por todo lo anterior, Sergio López del Río cree que en los próximos años puede que haya un incremento considerable del fracaso escolar y un descenso generalizado del nivel educativo y cultural de la actual generación de niños y adolescentes. Esto, para el portavoz se traduciría en una merma en la igualdad de oportunidades, “abocando al fracaso escolar a ciertos sectores del alumnado que, sin estar estrictamente en situación de pobreza o exclusión, pueden acabar al final de su vida académica en una situación más precaria que la de sus padres”.

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