Las niñas se adaptan mejor al confinamiento que los niños
Las menores participan más en actividades físicas y creativas que sus iguales masculinos, según un estudio de la Universidad de País Vasco
Una de las dudas que planean en el aire y que preocupa a expertos y padres es saber cómo pasaron los niños y niñas el confinamiento. Por eso, la Universidad de País Vasco ha intentado aclarar en una investigación cuál fue su grado de bienestar durante el tiempo de cuarentena surgida por la crisis sanitaria del coronavirus. Según su estudio, publicado en Frontiers of Psychology, parece que las niñas se adaptaron mejor al tiempo de encierro, y que los menores de 12 años son los que menos sufrieron durante aquellas semanas. Estas son algunas de las conclusiones a las que ha llegado el equipo multidisciplinar formado por docentes y expertos de la Facultad de Educación de Bilbao [Naiara Berasategui, Nahia Idoiaga, María Dosil, Amaia Eiguren, Naiara Ozamiz y Maitane]. El estudio se llevó a cabo durante los meses de marzo y abril, entre 1.046 niños y niñas del País Vasco, y las encuestas fueron respondidas por sus madres y padres.
Para realizar la investigación, los expertos idearon un instrumento que permite “medir con éxito el bienestar de niñas y niños durante el confinamiento”, reza el texto. Para ello, el trabajo incluyó 26 ítems en seis dimensiones que abarcan todos los aspectos vitales de estos menores en esas semanas: emociones, juegos, actividad creativa, académica, adicciones (tecnológicas, de comida...), rutinas y actividad física. De la investigación se ha obtenido una herramienta de eficacia contrastada “para medir su bienestar de una forma holística en una situación de confinamiento, que puede ayudarnos a anticiparnos si volviera a ocurrir en el futuro, y proponer soluciones antes de que sufran el perjuicio las y los más pequeños”, explica Berasategui.
Con los resultados en la mano, los expertos determinaron que por “norma general, tanto los niños como las niñas mostraron un nivel intermedio de bienestar durante la cuarentena”. Destaca, así mismo, que los dominios relacionados con la rutina fueron los que obtuvieron los resultados más altos, mientras que las actividades físicas, creativas y lúdicas resultaron ser las más perjudicadas por la situación de reclusión. Por su parte, el dominio emocional, las cuestiones académicas y las adicciones (comer golosinas, jugar a las videoconsolas, tabletas,) se mantuvieron en niveles intermedios.
Según sus resultados, además, las niñas se adaptaron mejor en ese período y tuvieron una mayor expresión emocional positiva; un extremo que no es novedoso, sino que corrobora investigaciones previas. “Las chicas de nuestro estudio han apuntado una mayor práctica de actividades físicas y han participado en actividades tanto creativas como lúdicas”, asegura Nahia Idoiaga, “lo que demuestra que han tenido una mayor capacidad de adaptación al confinamiento, en general”.
Además, los expertos han concluido que los niños y niñas más pequeñas se han adaptado mejor que los mayores que hicieron también la encuesta. Por último, la investigación confirma que el acceso a un espacio exterior en casa es un factor importante en el bienestar de los menores.
Los niños con pocos recursos los más afectados por el confinamiento
Uno de cuatro niños vulnerables sufre ansiedad por el confinamiento. Así lo denunciaba Save The Children, tras realizar 6.000 encuestas a menores de distintos países afectados como España, Alemania, Finlandia, Reino Unido y Estados Unidos. Los resultados arrojaban también que “muchos de ellos podrían padecer trastornos psicológicos permanentes, como depresión”.
La ONG explicaba que para las personas estar al aire libre de manera habitual tienen una actividad más baja en la parte del cerebro que se enfoca en las emociones negativas repetitivas: "Esta es una de las razones por las que la infancia puede desarrollar sentimientos negativos o incluso depresión durante el confinamiento dentro del hogar”. En España, donde Save the Children entrevistó en el inicio de la crisis a casi 2.000 familias con pocos recursos, en cuatro de cada 10 hogares los niveles de estrés y problemas de convivencia habían aumentado, en buena medida por las malas condiciones de habitabilidad y el tamaño reducido de las viviendas.
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