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Embarazos confinados: las futuras madres redujeron un 30% su actividad física y caminaron un 60% menos

Estas mujeres también mostraron altos niveles de estrés y preocupación durante la pandemia, siendo uno de los principales motivos de este temor el de un posible contagio, según un estudio

Una mujer embarazada en su casa.
Una mujer embarazada en su casa.unsplash

La situación de confinamiento al que han estado sometidas las mujeres embarazadas españolas durante el estado de alarma, motivado por la presencia del Covid-19, ha favorecido que hayan reducido considerablemente sus niveles de actividad física. Además, en este contexto de falta de movilidad, muchas de las mujeres embarazadas mostraron también altos niveles de estrés y preocupación durante la pandemia, siendo uno de los principales motivos de este temor el de un posible contagio en los centros médicos y hospitalarios. Estos dos factores, junto a un cambio drástico en las rutinas habituales de este grupo poblacional, han favorecido una disminución significativa de su calidad de vida relacionada con la salud (CVRS). Esta es la principal conclusión a la que ha llegado el estudio “Análisis del impacto del confinamiento por COVID-19 en la alimentación, el estilo de vida y el bienestar psicológico de las embarazadas españolas: una encuesta transversal basada en Internet”, publicado recientemente en la revista científica Journal of Environmental Research and Public Heath, en el que han participado investigadores de la Universidad Cardenal Herrera-CEU, la Universidad de Catania, el Hospital de Manises, y el CIBER de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición CIBERobn.

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La investigación se ha realizado a través de una encuesta transversal basada en Internet que se difundió entre las mujeres embarazadas a través de parteras y ginecólogos que atienden pacientes en Valencia. Los participantes recibieron un enlace de Internet a la encuesta creada con la aplicación Google Forms. Los datos se recogieron entre el 18 y el 31 de mayo (última quincena de encierro estricto en España), tras dos meses de encierro previo. Los criterios de inclusión fueron mujeres embarazadas mayores de 18 años que se encontraran en el segundo o tercer trimestre de su embarazo.

Gemma Biviá-Roig, del Departamento de Fisioterapia de la Universidad CEU-Cardenal Herrera de Valencia, coautora del estudio, apunta que “actualmente se sabe que la falta de ejercicio durante el embarazo puede afectar negativamente a la salud materna y fetal, y suponer una merma en su calidad de vida. Por este motivo, la OMS y las guías clínicas para el embarazo recomiendan su práctica regular durante este período”. Bibiá-Roig expone que los resultados del estudio “mostraron una disminución del 30% del ejercicio moderado y de un 60% en el tiempo destinado a caminar durante el confinamiento, así como un incremento en los niveles de ansiedad respecto a la situación previa”.

Los resultados finales de la investigación han demostrado que durante el confinamiento el nivel de actividad física vigorosa y moderada desarrollada por las mujeres embarazadas disminuyó, así como el tiempo que invertían en caminar, duplicándose el número de horas que pasaban sentadas. Los principales obstáculos para la participación en la actividad física reportados por estas mujeres fueron la falta de espacio, la fatiga causada por el embarazo y no considerar el ejercicio como una prioridad. Finalmente, el 54,2% de las participantes no pudo continuar o iniciar su preparación para el parto, mientras que el 24,4% de las encuestadas participó en clases de preparación perinatal online.

Juan Vidal Peláez, jefe de la Unidad de la Mujer del Hospital Ruber Internacional, considera que el confinamiento ha afectado a toda la población, pero a las mujeres embarazadas en mayor grado, debido a que “la gestación conlleva una serie de cambios psíquicos, con mayor preocupación y miedo a que todo salga bien durante el parto y que el recién nacido nazca perfectamente y estos problemas se ven aumentados por el confinamiento y el temor a contraer el virus”.

La falta de actividad física durante la gestación provoca efectos en la calidad de vida de la embarazada y del feto. María Perales Santaella, -doctora en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y directora del Departamento de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la Universidad Camilo José Cela, e investigadora en el Instituto de Investigación I+12, del Hospital Universitario 12 de Octubre, sobre ejercicio y embarazo-, asegura que la calidad de vida de la mujer durante su gestación “está relacionada con su estado de salud físico (dolores, molestias, malestar, fatiga, falta de energía, movilidad), su salud mental (ansiedad, estrés, depresión, mal humor, irritabilidad), y su salud social (relaciones con los demás). Teniendo en cuenta que la salud materna y fetal están íntimamente relacionadas, las alteraciones mentales maternas no sólo afectan al bienestar de la mujer, sino que pueden repercutir negativamente sobre la salud fetal incrementando el riesgo de que nazca con un peso inadecuado (<2.500g o >4.000 g), que nazca mediante cesárea o parto instrumental, e incluso de manera prematura (<37 semanas) o con restricción del crecimiento intrauterino, debido a las alteraciones de flujo de sangre uterina que ocasionan”. María Perales Santaella agrega que, además, “estas alternaciones en el nacimiento han demostrado aumentar significativamente el riesgo de enfermedades principalmente cardio-metabólicas y respiratorias en el recién nacido, e influir negativamente en el desarrollo cognitivo, social y emocional de los descendientes durante los primeros meses de vida”.

Efectos colaterales asociados a la falta de ejercicio físico durante la gestación

Para evitar todos estos efectos colaterales asociados a la falta de ejercicio físico durante la gestación, es importante que la mujer embarazada se mantenga activa especialmente antes de la semana 20 de embarazo y hasta el final, y sobre todo en aquellas mujeres que no eran activas antes del embarazo. María Perales Santaella mantiene que “uno de los principales riesgos del sedentarismo en el embarazo es el aumento excesivo de peso materno, que lejos de ser una preocupación estética, a nivel científico ha demostrado ser un factor decisivo en la transmisión intergeneracional de la obesidad y múltiples enfermedades principalmente cardio-metabólicas. El incremento de peso también es determinante en la aparición de la incontinencia urinaria”. Asimismo, continúa María Perales Santaella, “este aumento de peso suele estar asociado con una mayor retención del mismo durante el periodo de postparto. Además, si no recupera su peso pregestacional en los siguientes 6 meses tras el parto existe mayor riesgo de obesidad a largo plazo y de enfermedades cardiacas, metabólicas, osteoporosis e incluso cáncer. Tanto es así que el embarazo se considera un periodo ventana que puede dar origen a muchas enfermedades, y lo mismo ocurre con el recién nacido”. “Afortunadamente, sabemos que estás pueden ser prevenibles a través del ejercicio físico supervisado. El confinamiento en el momento del parto puede afectar también de manera significativa sobre la tercera dimensión de la calidad de vida, la salud social de la mujer, limitando la posibilidad de compartir la llegada del bebé con sus seres más queridos, lo que en muchos casos puede deteriorar también su salud mental”, agrega esta doctora en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.

La falta de actividad física de la gestante puede provocar diferentes efectos tanto en la embarazada como en el momento del parto. María Perales Santaella manifiesta que “un estilo de vida sedentario durante el embarazo (<150 minutos semanales de ejercicio físico a intensidad moderada; <10.000 pasos al día) está asociado con un mayor riesgo de diabetes gestacional, que se asocia con complicaciones en el parto -cesárea, macrosomía fetal (peso de nacimiento ≥ cuatro kilogramos asociado con un mayor riesgo de obesidad en la edad adulta del bebé), diabetes mellitus en el recién nacido, e incluso trastornos del desarrollo como autismo-”.

El sedentarismo en este periodo también está asociado con complicaciones cardio-metabólicas, aumento de la presión arterial en ambos, y de los triglicéridos y colesterol en sangre, y puede afectar negativamente al entorno intrauterino y desarrollo fetal. “Todos estos riesgos se complican aún más si además de ser sedentaria la mujer presenta otros factores de riesgo como tener un alto índice de masa corporal pregestacional (≥25 kg/m2) correspondiente con las categorías de sobrepeso y obesidad, es mayor de 35 años, ha tenido una ganancia de peso excesiva durante el embarazo, o presenta alguna enfermedad previa”, dice esta investigadora.

Los riesgos de la falta de actividad física también están presentes en el momento de parto. María Perales Santaella dice que “existen estudios previos que han demostrado que las mujeres sedentarias tienen limitaciones en la intensidad y duración de los esfuerzos durante la expulsión del bebé. Esta limitación ocasiona una mayor tensión en el sistema cardiovascular materno exponiéndola a un mayor riesgo de enfermedades cardiacas después del parto. Esta situación es especialmente complicada en partos prolongados, que son más frecuentes en mujeres primerizas. Tener una mayor condición física está relacionada con partos significativamente más cortos, lo que también conlleva menos riesgos para ambos”.

Finalmente, la directora del Departamento de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la Universidad Camilo José Cela, concluye que “más allá de estas consecuencias para la salud, la capacidad muscular de una mujer sedentaria es inferior a la de una mujer físicamente activa a la hora de afrontar el parto y recuperarse tras él”.

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