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Los seguidores de Harris celebran el “exorcismo político” del espíritu de Trump en la Elipse de la Casa Blanca

Más de 75.000 personas, según la organización, asisten al acto más simbólico de la vicepresidenta en el lugar donde el republicano arengó a sus seguidores antes del asalto al Capitolio

kamala harris
La candidata demócrata, Kamala Harris, este martes en su acto en la Elipse de la Casa Blanca.Evelyn Hockstein (REUTERS)
Macarena Vidal Liy

“Vamos a practicar un exorcismo político”, aseguraba, animosa, Carrie Zimmerman, una madre de familia residente en Alexandria, mientras aguardaba el comienzo del mitin de la candidata demócrata Kamala Harris en la Elipse, la gran explanada frente a la Casa Blanca donde el 6 de enero de 2021 el entonces aún presidente Donald Trump arengó a sus seguidores antes del asalto al Capitolio. “Aquí es donde Trump incitó a una insurrección, así que es importante demostrar precisamente aquí nuestro apoyo a la vicepresidenta… y completar el exorcismo en las urnas el martes que viene”.

Zimmerman, acompañada de un grupo de amigas provistas, como la mayor parte del público, de banderas estadounidenses y camisetas de apoyo a la candidata demócrata, era una de las más de 75.000 personas que, según los organizadores, asistieron al mitin que el equipo de Harris había descrito como “argumentos finales” en el cierre de la campaña. Un mitin en un lugar con el mayor simbolismo posible, donde la vicepresidenta buscaba traer a la memoria aquella jornada de hace tres años para poner de relieve la amenaza contra la democracia que, según asegura, acarrearía un nuevo mandato de Trump.

Y también un lugar desde el que la vicepresidenta también buscaba proyectar, ante el jardín sur y el pórtico de la Casa Blanca y frente al Monumento de Washington, una imagen presidencial. Una imagen que alimentaban el podio con la imagen del águila calva símbolo de Estados Unidos, y media docena de banderas estadounidenses sobre el estrado. El mensaje subliminal: que los votantes indecisos, que no han elegido aún entre ella y Trump, o que aún no saben siquiera si irán a depositar su papeleta, pudieran imaginarla como líder.

Se trataba, también, de exhibir poder de convocatoria, en una de las zonas más favorables para los demócratas en todo Estados Unidos. El Distrito de Columbia, el territorio que acoge la capital estadounidense, vota abrumadoramente en favor del partido azul: en 2020, más de un 90% de sus papeletas favorecieron al presidente Joe Biden. Y los Estados colindantes, Virginia y Maryland, apoyan al partido de Harris con claridad en las presidenciales desde hace décadas. La candidata quería conjurar un mensaje de optimismo y apuntalar la moral de sus simpatizantes, cuando las encuestas apuntan a que Trump ha recortado la pequeña distancia que había arañado la demócrata y ambos rivales se encuentran en un empate absoluto.

Igualmente, quería responder con una muchedumbre al mitin multitudinario que el republicano había dado el domingo en el Madison Square Garden de Nueva York, con capacidad para casi 20.000 personas. Y la vicepresidenta se dio un baño de masas. Con carteles de “Veteranos por Harris y Walz”, “Libertad” y “Estados Unidos”, en los colores de la bandera estadounidense, un público muy variado -afroamericano, blanco, varones, mujeres, jóvenes, jubilados- la recibieron con un aplauso ensordecedor cuando la megafonía instó a dar la bienvenida a “la próxima presidenta de Estados Unidos, Kamala Harris”.

“¡No vamos a volver atrás!”, aplaudía el público, mientras Harris trataba de acentuar sus contrastes con Trump -”un tirano mezquino”, sostenía- para asegurar, como ha repetido en otros mítines, que en su primer día en el cargo, el republicano pasará revista “a una lista de agravios”. “En cambio, yo estaré repasando mi lista de cosas pendientes de resolver”, prometió.

La vicepresidenta aludió igualmente a las declaraciones que su rival ha venido repitiendo en las últimas semanas, en las que califica a los demócratas y a quienes le critican de ser “el enemigo interno”, contra el que llegaría a utilizar al ejército estadounidense.

Harris quiso, por contra, lanzar un mensaje de conciliación y unidad: “Quienes están en desacuerdo con nosotros no son el ‘enemigo interior’, como dice Trump. Son nuestros compatriotas estadounidenses. Es hora de dejar de señalar con el dedo y empezar a ir de la mano. Es el momento de una nueva generación de liderazgo”. Un mensaje que contrastaba con los insultos y declaraciones agresivas del mitin de su contrincante en Nueva York (antes de la intervención de la vicepresidenta, la maestra de ceremonias había lanzado un grito de apoyo a Puerto Rico, al que un cómico había descrito en ese evento como “una isla de basura flotante”). Con él, Harris aspiraba a captar a republicanos moderados a los que les puedan gustar las políticas de Trump pero a quienes les desagrade la personalidad agresiva del candidato. En el que ha sido su discurso más destacado desde el que pronunció en la convención demócrata en Chicago en agosto para aceptar la candidatura demócrata, reiteró además su defensa de los derechos reproductivos y las promesas de su programa económico sobre vivienda o ayuda al cuidado infantil.

La multitud había esperado durante horas para acceder a la Elipse. Miles de personas optaron por evitar las colas que rodeaban la Casa Blanca y sus aledaños y dirigirse, en su lugar, hacia el Monumento para seguir desde el parque del Mall las palabras de la candidata.

“Estoy muy emocionada, pero bastante nerviosa al mismo tiempo. Las cosas están muy reñidas”, declaraba Abigail, una residente afroamericana de Maryland de 58 años, que declaraba que este era el primer mítin de Harris al que asistía. “Espero que a la hora de la verdad la gente vaya a votar por Kamala Harris y entre todos la llevemos a la Casa Blanca. Es la única candidata con un programa que busca beneficiarnos a los ciudadanos, a todos nosotros. Es la única con un plan que nos incluye a todos”.

La vicepresidenta concluyó su mensaje, como suele hacer, a los sones del Freedom de Beyoncé, entre aplausos del público y un agitar de banderas estadounidenses, abrazada este martes a su esposo, Douglas Emhoff.

¿Convenció? Carrie Zimmerman consideraba que sí. “Creo que habrá republicanos moderados que, en el secreto de la cabina de votación, van a marcar la casilla de Harris y Walz. O que se abstendrán. Creo que Harris va a ganar”.


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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.
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