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El romance entre Hollywood y Kamala Harris, la nueva estrella que los artistas buscan aupar a la Casa Blanca

La industria cultural influyó en la renuncia de Biden a la candidatura presidencial y ahora busca recaudar dinero y movilizar a los votantes para la vicepresidenta

Kamala Harris, Beyoncé, Barbra Streisand y George Clooney
Kamala Harris, Beyoncé, Barbra Streisand y George Clooney.Getty Images
María Porcel

Escena primera. Interior, noche. Teatro Peacock, downtown de Los Ángeles, California. Aunque parezca una eternidad, 15 de junio de 2024. En el escenario, relajados, sonrientes, Barack Obama y Joe Biden hacen chascarrillos ante los grandes rostros del cine, la televisión y el entretenimiento global, que se juntan para recaudar fondos para el candidato demócrata, su candidato, para las elecciones de noviembre. Entre las amistades invitadas están George Clooney, Julia Roberts, Barbra Streisand. El presentador Jimmy Kimmel, bromea contra el enemigo, Donald Trump, llamándole “el Julio César naranja”. Con los 250 dólares que han pagado los menos pudientes por el sitio más barato y hasta los 500.000 que han soltado los que querían asiento en primera fila, foto y fiesta vip, la suma llega a 30 millones de dólares [unos 27,6 millones de euros], el máximo recogido por los demócratas en una sola jornada. Alegría.

Escena segunda. Interior, tarde, Atlanta, 27 de junio. Un debate desastroso de Biden frente a Trump. A partir de ahí, runrunes, críticas, miedo en despachos y mansiones angelinas, día, noche. Solo han pasado dos semanas de la gran noche de amor entre Hollywood y el partido demócrata cuando todo se desmorona. El 3 de julio, el cofundador de Netflix y megadonante Reed Hastings le pide a Biden que deje la carrera electoral. Ese día Damon Lindelof, creador de la serie Perdidos, envía una columna al medio especializado Deadline: Biden tiene que irse y los demócratas tienen que despertar. El 10, George Clooney clava la puntilla en The New York Times: Amo a Joe Biden. Pero necesitamos un nuevo candidato. Caos.

Escena tercera y última. Domingo, 21 de julio, brilla un sol de verano en la capital. Joe Biden anuncia en una carta que deja la candidatura y que quiere que le sustituya Kamala Harris. Washington respira. Hollywood respira. Las estrellas empiezan a apoyar, en masa, una tras otra, a la virtual candidata (el lunes por la tarde lograría los apoyos necesarios). La apatía se convierte en entusiasmo. Reed Hastings vuelve a sacar la cartera: siete millones para Harris, su mayor donación hasta el momento, según Los Angeles Times. Esperanza.

Jimmy Kimmel, junto al presidente Joe Biden y al expresidente Barack Obama en el teatro Peacock de Los Ángeles durante una gran recaudación de fondos para los demócratas, el sábado 15 de junio de 2024.
Jimmy Kimmel, junto al presidente Joe Biden y al expresidente Barack Obama en el teatro Peacock de Los Ángeles durante una gran recaudación de fondos para los demócratas, el sábado 15 de junio de 2024.Alex Brandon (AP)

La llegada de Harris a la carrera a la presidencia ha creado grandes expectativas en el mundo de la cultura en EE UU, en un círculo que se retroalimenta: ese apoyo por parte de la industria cultural da alas y fuerza a la carrera de la vicepresidenta. Hollywood es un agente muy poderoso en el voto. Primero, porque es una máquina de hacer dinero fundamental para cualquier aparato político. Y segundo, por su visibilidad y capacidad de colocar mensajes en cada rincón del planeta —especialmente de su propio país—. Las cifras lo demostraron desde el primer minuto. Un ejemplo: las memorias de Harris (The Truths We Hold) se han colocado como las más vendidas en diversas categorías de biografías en Amazon. Otro: la serie Veep (2012-2019), que retrata las peripecias de una vicepresidenta que, cuando el mandatario sale de la carrera electoral, decide seguir al frentemultiplicó por cuatro sus visualizaciones entre el domingo (con 486.000 minutos) y el lunes (con 2,2 millones de minutos) en la plataforma Max.

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Katy Perry le hizo saber al mundo el lunes que estaba del lado de la californiana colgando ante sus 200 millones de fans de Instagram un montaje en vídeo de la candidata bailando con su tema Woman’s World (Un mundo de mujeres) de fondo. Otros no esperaron ni un solo día. El domingo, en sus redes, Barbra Streisand, Spike Lee (bajo el mensaje “de nuevo, una hermana al rescate”), Jamie Lee Curtis (con media docena de fotos con mensajes llenos de signos de exclamación), Mark Hamill o Sheryl Lee Ralph mostraron su apoyo a los demócratas y a Harris. Después llegaron John Legend, Ariana Grande, Carole King, Rosie O’Donnell, Moby, Demi Lovato, Cardi B, Ariana DeBose, Questlove, Lizzo... y por supuesto, George Clooney.

Fue el alcalde demócrata y progresista de Hollywood quien terminó de dar el espaldarazo definitivo a Harris. “El presidente Biden ha demostrado lo que es el verdadero liderazgo. Una vez más, está salvando la democracia. Todos estamos muy emocionados por hacer todo lo que podamos para apoyar a la vicepresidenta Harris en su histórica misión”, afirmó Clooney en CNN, pavimentando un próspero camino de futura colaboración mutua. Varios sindicatos actorales también han apoyado a la vicepresidenta. Y tampoco cae en saco roto que su esposo, Doug Emhoff, el llamado segundo caballero, haya sido hasta 2020 un poderoso abogado con buenos amigos en Hollywood, como Dana Walden, copresidenta de Disney.

“Hemos visto la importancia del papel de George Clooney a la hora de presionar acerca de que se fuera Biden, y no es solo por ser famoso”, reflexiona por teléfono Alexander Theodoridis, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Amherst en Massachusetts. “Es porque está implicado, es un donante, alguien que ha interactuado con Biden, que ha escrito en The New York Times..., pero a su vez todo eso es porque es famoso”, opina el experto. “Definitivamente, las celebridades son importantes porque pueden hacerlo todo: lograr atención, tener acceso, recaudar una gran cantidad de dinero. Y eso importa”. La prensa angelina y hollywoodiense lo ha ido soltando estos días: los famosos, pero también los donantes, están contentos. The Hollywood Reporter hablaba de “alivio y gratitud” entre los portadores de cheques; un donante anónimo afirmaba en L. A. Times que estaba “más emocionado y motivado que en meses, y todo el mundo va diciendo lo mismo”. Para el profesor, muchos se unirán a la ola Kamala porque “siempre es emocionante ponerse del lado de algo que tiene potencial para ser rompedor, que es lo que pasa aquí: puede ser la primera presidenta mujer, la primera mujer de color, trae consigo muchos ‘la primera de’. Y eso siempre gusta”.

“No esperaría demasiada persuasión, particularmente no de estrellas. Pero sí animar a votar. Especialmente a los jóvenes, que tienden a ser demócratas pero no demasiado activos”.
Alexander Theodoridis, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Amherst en Massachussets

Las redes sociales y la cultura, y en concreto la cultura pop, son claves para que la imagen de Harris, tras cuatro años como vicepresidenta, cale en el electorado. TikTok recrea sus bailes y repite en memes sus carcajadas de: “¿Os creéis que os acabáis de caer de un cocotero?”; las redes la tiñen de verde, el color del verano según el tema Brat de CharliXCX. Harris necesita y confía en las mujeres, los negros y los latinos, así como en los asiático-americanos y los hawaianos, para ganar en estas elecciones. Y muchos de ellos escucharán lo que sus ídolos tengan que decirles, aunque eso no suponga exactamente un cambio de mentalidad. Según Theodoridis, “el respaldo no cambia demasiadas opiniones. Pero lo que los famosos hacen de forma efectiva, además de recaudar, es emocionar a la gente. Ves las recaudaciones de Clooney llenas de estrellas, con gente que adora ir, y ves a los políticos y los famosos, cosas que solo Hollywood y las estrellas logran. Pero no cambiarán la mentalidad de la gente, aunque podrán hacerles actuar”. Es decir: más que lograr que cambien de voto, el experto afirma que los famosos pueden movilizar a sus fans a que, sencillamente, voten, un proceso algo tedioso en EE UU porque requiere de un registro previo. “La verdad, no esperaría demasiada persuasión”, reconoce, “particularmente no de estrellas. Pero sí animar a votar. Especialmente a los jóvenes, que tienden a ser demócratas pero no demasiado activos”.

Kamala Harris tiene apoyos por docenas entre los rostros más conocidos de EE UU. Pero hay dos que darían un espaldarazo definitivo a la candidatura. El primero, el de quien canta la canción que la vicepresidenta usó en su primer acto en Wilmington y que sonará a lo largo de los 100 días que le quedan para tratar de llegar a la Casa Blanca: Beyoncé. Su tema Freedom, del álbum Lemonade (2016), es la banda sonora de la campaña (de hecho, ha salido en su primer anuncio) y parece que esa palabra, libertad, se ha convertido en su lema. La artista ha aprobado que Harris use el tema; un asunto no menor y que trae de cabeza al bando republicano, a los que les llueven demandas de artistas por usar sus canciones sin consultar. Tina Knowles, la madre de la cantante, también la ha respaldado. Pero falta la propia Beyoncé.

Su segundo gran apoyo sería también otra mujer, cantante, considerada la artista más grande del momento: Taylor Swift. Temida por los republicanos, su influencia también puede ser poderosísima, sobre todo entre jóvenes y mujeres. En 2020 ya se pronunció a favor de Biden (y de Harris); este 2024, el equipo demócrata lleva meses deseando su respaldo. Las dos reinas de la música del siglo XXI mantienen, además, una cariñosa relación personal, apoyándose mutuamente en sus logros, y tendría sentido que apoyaran a otra mujer, progresista, a lograr su objetivo. Sus fans, que llevan años soñando con una colaboración mutua, llegaron a imaginar el miércoles un concierto de ambas en apoyo de la candidata. Y con algo así, tal vez Kamala Harris rozaría la presidencia con la punta de los dedos.

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Sobre la firma

María Porcel
Es corresponsal en Los Ángeles (California), donde vive en y escribe sobre Hollywood y sus rutilantes estrellas. En Madrid ha coordinado la sección de Gente y Estilo de Vida. Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, lleva más de una década vinculada a Prisa, pasando por Cadena Ser, SModa y ElHuffPost.
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