Ron DeSantis, el principal rival conservador de Trump, mide su fuerza electoral para las presidenciales de 2024
El gobernador de Florida, figura ascendente del Partido Republicano, se convierte en la estrella del primer encuentro con simpatizantes de la formación tras las elecciones de medio mandato
Paul mira a ambos lados para asegurarse de que nadie escuche su opinión sobre el resultado de las elecciones de medio mandato. “Me dio mucho gusto que perdieran los negacionistas [en referencia a los candidatos republicanos que no reconocen la legitimidad de la victoria de Joe Biden en las últimas presidenciales]. Y no hubo ningún fraude en las elecciones de 2020, ¿estoy siendo lo suficientemente franco?″, pregunta con tono travieso este hombre de 52 años, que no desea revelar su apellido. Es originario de Florida, pero voló a Las Vegas para acudir al congreso anual de la Coalición Judía Republicana (RJC, en sus siglas en inglés), un acontecimiento que ha tenido como estrella al gobernador de Florida, Ron DeSantis. “¿Será asquerosa la batalla entre DeSantis y Trump? Por supuesto. Todo en política lo es”, sentencia.
La cita fue un examen de conciencia, pero también una toma de temperatura. El fin de semana se ha celebrado una de las primeras pasarelas de los principales aspirantes republicanos a la Casa Blanca en 2024. DeSantis fue el indiscutible protagonista de este concurso de popularidad informal. El año pasado fue un orador más, pero este año ha sido la cabeza de cartel, el encargado de cerrar la reunión de este grupo sionista fundado hace casi 40 años. “Florida demuestra que hay una salida al desastre que es el país desde hace dos años”, dijo ante los 850 asistentes.
DeSantis proyectó la imagen de vencedor tras los comicios del 8 de noviembre, donde arrasó en su reelección como gobernador de Florida, mientras las elevadas expectativas del Partido Republicano se vieron frustradas tras hacerse con la Cámara de Representantes por la mínima. Ante un público que lo recibió con una ovación de pie, puso números a la victoria de Florida, que ha dejado de ser un Estado bisagra para convertirse en bastión republicano: cuatro nuevos legisladores en la Cámara de Representantes, supermayoría en el Congreso local, triunfos en territorios demócratas como Miami Beach y el condado de Miami Dade. “Rechazamos la ideología woke [término descrito en el Diccionario de Oxford como: “Alerta a las injusticias y discriminaciones en la sociedad, especialmente en lo relativo al racismo”, y que se usa para ridiculizar ideas de izquierda]. La vamos a combatir y no nos rendiremos. Florida es donde va a morir lo woke”, ha afirmado DeSantis, quien aventajó con más de 1,5 millones de votos a su rival demócrata.
El gobernador, de 44 años, fue el único de todos los políticos presentes que consiguió que las juventudes de estudiantes de la Torá (ley judía) se levantaran de sus mesas y se acercaran al escenario para verlo de cerca y fotografiarlo con sus móviles. Mientras contaba cómo usa agua del mar de Galilea para bautizar a sus hijos, agentes de policía paseaban a perros para detectar bombas dentro del recinto en el casino The Venetian.
Nikki Haley, la única mujer entre 17 oradores, precedió a De Santis. La exgobernadora de Carolina del Sur suena entre los favoritos para acompañar al gobernador en su candidatura a la Casa Blanca. “Muchos me han preguntado si me voy a presentar. Ahora me lo pensaré en serio, pero he ganado primarias muy duras y elecciones muy cerradas. Siempre he venido de atrás. Me encanta cuando la gente me infravalora. Nunca he perdido una elección y no voy a comenzar a hacerlo ahora”, afirmó en un discurso que provocó una ovación de pie de los asistentes.
Haley es originaria de India (su apellido de soltera es Randhawa). Llegó junto a sus padres cuando era niña a una zona rural del sur del país. Este sábado fue una de las voces que llamaron a terminar con el reparto de culpas y los golpes dentro del partido. “La derrota no se debe a una sola persona... Los demócratas están unidos, pero los republicanos nos peleamos casi tanto entre nosotros como lo hacemos contra los demócratas”, aseguró la que fue embajadora de Trump ante Naciones Unidas, responsable de que Estados Unidos abandonara el Comité de Derechos Humanos en la ONU.
“Nikki sería un gran relevo de Kamala Harris, que también es india estadounidense”, asegura Judith Wachs, que voló desde Jerusalén para acudir por primera vez a esta reunión. “Quiero que el próximo presidente de Estados Unidos solucione el atolladero que es Oriente Próximo”, afirma. La mujer celebra los Acuerdos de Abraham, que fueron impulsados por la Administración Trump y por los que Israel estableció en 2020 relaciones diplomáticas con Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Marruecos, Omán y Sudán. “Los acuerdos lo han cambiado todo. Ahora la ciudad está llena de hombres de negocios que antes tenían prohibido el acceso al país... Se ha aislado a los extremistas”, señala.
El voto de los judíos estadounidenses ha ido ganando terreno dentro del Partido Republicano. Partidarios históricos de los demócratas por sus políticas sociales, este colectivo ha aumentado su respaldo hacia los republicanos, quienes les han prometido un apoyo sin límites a Israel en medio de una siempre convulsa transformación de Oriente Próximo. El voto de este grupo representó el 11% en el triunfo de George Bush padre, en 1988. En 2000, con George W. Bush, fue del 19%. Y en las elecciones del pasado martes fue del 33%, de acuerdo con varias encuestas.
Esto ha convertido la reunión de la RJC en un aro por el que deben pasar quienes tienen ambiciones políticas. Los aspirantes desfilan exponiendo sus hitos en la defensa de Israel. En ese sentido se expresó el expresidente Donald Trump, quien se extendió más sobre la cuestión de Oriente Próximo que sobre el resultado de las legislativas. “Lo más importante que hice fue acabar con ese certificado de muerte que era el acuerdo nuclear con Irán [firmado por Obama]. Era un espectáculo del horror”, dijo el expresidente, que apareció en pantalla desde Mar-a-Lago (Florida) minutos antes de que Elon Musk anunciase que le devolvía su cuenta de Twitter. El antiguo inquilino de la Casa Blanca recibió aplausos comedidos. Muchos de los asistentes ni siquiera se levantaron de la silla.
Mike Pence, en plena promoción de su libro So help me god (el final de la frase que se utiliza para prestar juramento a un cargo), insistió en la necesidad de renovar la narrativa tras la era Trump. “Para ganar en el futuro creo que los republicanos y los cargos electos deben hacer más que criticar y quejarse. Debemos unir al partido en torno a una agenda optimista que nos muestre un camino claro a la victoria en 2024″, advirtió el vicepresidente. Entre otros oradores participaron, en persona o a través de conexiones de vídeo, Mike Pompeo, secretario de Estado con Trump, Kevin McCarthy, que intentará ser el líder de la mayoría republicana en la Cámara en enero, el gobernador de New Hampshire, Chris Sununu, el senador Bill Hagerty (Tennessee) y el primer ministro electo de Israel, Benjamín Netanyahu.
Los más críticos con Trump fueron algunos gobernadores moderados. Entre ellos Chris Christie, el exmandatario de Nueva Jersey, que rompió con el expresidente al negarse a afirmar que hubo un fraude electoral hace dos años. Christie afirmó que Trump solo utilizó un criterio en la selección de los candidatos que respaldó: “No que fueran elegibles. Tampoco su experiencia, sabiduría o carisma. Ni la habilidad para gobernar. Solo si consideraban que la elección de 2020 fue robada o no”, afirmó el candidato, quien compitió en las primarias del partido en 2016. “Perdemos y perdemos. Y la razón es que Donald Trump se ha puesto a sí mismo antes que todos los demás”.
No fue la única voz crítica. Larry Hogan, el gobernador de Maryland, el segundo con mayor aprobación en Estados Unidos (solo por detrás del de Montana), tomó el micrófono y metió el dedo en la llaga. “Un partido que ha perdido el voto popular en siete de las últimas ocho elecciones presidenciales necesita desesperadamente un nuevo rumbo... Los votantes han dado una señal muy clara de que es hora de pasar página. Es tiempo de que el partido vaya adelante y deje de mirar atrás”, dijo Hogan, cuyo mandato termina en enero de 2023. Este fin de semana rechazó aclarar si va a disputar la presidencia. Dijo que era demasiado pronto para saberlo, pero no lo descartó. Podría ser un candidato para unas primarias que se pronostican muy concurridas.
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