Israel y el mundo árabe: lazos de interés
Hacen falta más avances en los Acuerdos de Abraham que propició Estados Unidos
La imagen de un ministro de Asuntos Exteriores de Israel cortando el jueves la cinta inaugural de una misión de enlace en Rabat, dos décadas después de su forzada clausura en plena Segunda Intifada, ha culminado el esfuerzo de apertura al mundo árabe emprendido hace ahora un año por la diplomacia israelí con el anuncio de normalización de relaciones con Emiratos Árabes Unidos (EAU), gracias a la mediación de Estados Unidos. Al frente de la Casa Blanca ya no se encuentra el republicano Donald Trump, que allanó el camino a los llamados Acuerdos de Abraham entre Israel y cuatro países árabes mediante la venta de armas de tecnología punta a EAU y Baréin, el levantamiento de sanciones a Sudán y, finalmente, el reconocimiento de la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. Tampoco sigue al timón del Estado judío el conservador Benjamín Netanyahu, quien ensalzó unos pactos que ofrecían “paz por paz, no por territorios”. El Gobierno de amplia coalición que le apeó del poder hace dos meses fue fraguado precisamente por el líder centrista Yair Lapid, quien en calidad de jefe de la diplomacia israelí acaba de inaugurar en Rabat una oficina de representación que espera elevar dentro de pocas semanas al nivel de embajada.
Sin Trump ni Netanyahu, los Acuerdos de Abraham han sobrevivido a sus progenitores al oficializar las relaciones que Israel mantenía de facto en la sombra con países clave para sus intereses. A pesar de la pandemia, el comercio bilateral con Emiratos ha florecido hasta alcanzar una previsión de intercambios de mil millones de dólares para 2021, con un incremento de las comunicaciones e inversiones de calado, como la compra del 22% de las acciones de un yacimiento de gas israelí por 1.100 millones de dólares por una compañía petrolera de Dubái.
La alianza estratégica frente a Irán amalgama además los vínculos de seguridad en el Golfo, a los que se suma Baréin por delegación de Arabia Saudí, que ha optado por permanecer en segundo plano. Marruecos también ha premiado a Israel con apoyos para lograr el estatuto de Estado observador ante la Unión Africana, tras reforzar los lazos con Sudán. Ambos países suscribieron un acuerdo en materia de ciberdefensa poco antes de que se aireara el mes pasado la investigación sobre los abusos cometidos con el programa espía Pegasus, de fabricación israelí, por servicios de seguridad como los de Marruecos.
Pero como quedó patente con el enfriamiento de las relaciones de los cuatro países árabes durante la escalada bélica del pasado mayo en la franja de Gaza, un año después del nacimiento de los Acuerdos de Abraham parece llegar hasta Israel el mensaje de que la fórmula de paz por paz se desvanece por su inconsistencia sin una solución para los palestinos.
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