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Los peligros de los últimos días de la presidencia de Trump

La oposición demócrata y un número cada vez mayor de republicanos viven con incertidumbre, ansiedad e incluso miedo la recta final del mandato del republicano, que finaliza el 20 de enero

Yolanda Monge
Donald Trump.
Donald Trump.Jacquelyn Martin (AP)

Donald Trump estaba cada vez más solo, y al sentirse casi acorralado, es posible que en lugar de lamerse las heridas al final de su presidencia, decida que la mejor defensa ante el aluvión de críticas es un buen ataque. Trump ha probado a lo largo de los últimos cuatro largos años que puede ser imprevisible y errático en sus decisiones. La oposición demócrata y cada vez un número mayor de republicanos que comienzan a soltar lastre viven con incertidumbre, ansiedad e incluso miedo las 12 jornadas que quedan hasta que el próximo día 20 el presidente Trump deje definitivamente la Casa Blanca.

En el tablero internacional ha dado varios puñetazos. Hace poco más de un año, el mandatario republicano sorprendió al ordenar un ataque con drones contra el poderoso general iraní Qasem Soleimani, desatando la máxima tensión en Oriente Próximo al acabar con uno de los hombres fuertes del ayatolá Ali Jamenei, en un durísimo golpe a Teherán. Además, Trump se lanzó a diseñar un nuevo mapa geopolítico acabando con décadas de diplomacia con China e inaugurando una nueva Guerra Fría con la gran potencia en ascenso. Ejemplos hay más: como cambiar la posición internacional en torno a Jerusalén, al cambiar a la ciudad santa la Embajada de EE UU, o quizás el último cambio drástico de la política de Washington, con el espaldarazo a Marruecos al reconocer su soberanía sobre el Sáhara Occidental, lo que supuso un desaire a las resoluciones de la ONU.

Ante las dudas sobre lo que pueda aún ordenar un presidente herido, que dejará como legado un intento de insurrección alentado por él mismo contra la democracia de Estados Unidos, los líderes demócratas están intentando adoptar serias medidas. Más allá de su reclamación de que se aplique la 25ª enmienda o se proceda a un impeachment exprés del mandatario, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, se ha movido en el terreno de lo práctico y explicó ayer que conversó con el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, para mantener a “un presidente inestable” lejos de los códigos nucleares que controla.

Proteger al pueblo

“La situación de este presidente volátil e inestable no podría ser más peligrosa y debemos hacer todo lo que podamos para proteger al pueblo americano de su desequilibrado asalto a nuestro país y nuestra democracia”, escribió Pelosi en una carta. La presidenta de la Cámara de Representantes insistió en que recurriría al juicio político contra Trump si el vicepresidente, Mike Pence, no comenzaba el proceso para que su Gabinete sacara del poder a Trump con la enmienda constitucional por incapacidad.

Mientras, el presidente coquetea con la idea de concederse un perdón a sí mismo para eludir posibles investigaciones judiciales una vez abandone la Casa Blanca. Que un presidente se perdone a sí mismo sería algo inédito en la historia de Estados Unidos, pero Trump ya ha hablado en público repetidamente sobre esa opción, defendiendo que tiene el “derecho absoluto” a hacerlo. El republicano planteó esa opción durante la investigación de la llamada trama rusa, que indagó los supuestos lazos entre Rusia y su campaña en las elecciones de 2016.

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El caso se cerró sin que Trump fuese acusado de ningún delito. Sin embargo, el fiscal especial del caso, Robert Mueller, insistió en todo momento en que el mandatario no fue exonerado, lo que hace que potencialmente pueda ser enjuiciado cuando deje la Casa Blanca. La mayor amenaza legal a la que se enfrenta Trump ahora mismo es una investigación por fraude del Estado de Nueva York relacionada con sus negocios. Aunque este es un caso de alcance estatal que no estaría protegido por un perdón presidencial, dado que a Trump se le investiga como ciudadano particular, sin vínculo con las decisiones tomadas desde su llegada al poder en 2016.

La agenda diaria de Trump hasta el día en que tome posesión su sucesor, el demócrata Joe Biden, es una incógnita. “El presidente trabajará desde primera hora de la mañana hasta tarde en la noche. Hará muchas llamadas y mantendrá muchas reuniones”, decía el mensaje de ayer facilitado a la prensa por la Casa Blanca.

Pese a su apelación a cerrar heridas tras el asalto al Capitolio, Trump estaría supuestamente planeando con sigilo viajar la semana que viene a la frontera sur del país para recordar en sus últimos días, junto al muro que quería ampliar con México, su posición de halcón en la política migratoria. También estaría pensando, según The New York Times, en conceder una entrevista antes de abandonar el poder.

Desde Twitter, antes de que su cuenta fuera suspendida definitivamente, el mandatario anunciaba que no asistirá a la toma de posesión de Biden, la primera vez que ocurre desde 1869. Frente a la tradición, la familia Trump saldrá de la Casa Blanca rumbo a su residencia de Florida el día 19, y no el 20. Casi una salida por la puerta trasera.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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