El anticastrismo que se aleja de Trump en Miami
Una parte de los cubanos críticos con el régimen rechaza la campaña de desinformación alentada por el presidente para movilizar el voto contra Biden
La efectiva campaña de desinformación de Donald Trump para movilizar el voto cubano tiene eco en las calles de Miami, en las filas de los centros de votación, en las cenas familiares y en disputas entre vecinos. La asociación como comunista de su adversario, el demócrata Joe Biden, y del voto republicano como el “verdadero acto de patriotismo”, son los argumentos más ruidosos en este Estado con casi un millón de cubanos, a dos semanas de las elecciones presidenciales. Pero lejos de los bocinazos del trumpismo en los bulevares y de los retuits de una foto de Biden saludando a Fidel Castro, una parte de la comunidad cubana reclama cordura. Es a ellos a quien Biden busca: los republicanos moderados que puedan otorgarle Florida, un Estado decisivo para hacerse con la presidencia de Estados Unidos.
En un anuncio electoral que se ha hecho viral esta semana, un antiguo combatiente en la invasión de Bahía de Cochinos (Cuba), en 1961, Santiago Morales, que estuvo 18 años preso por el régimen, pedía en español el voto por Biden. El llamamiento del veterano Morales sorprendió a muchos por la distancia que marcó frente a la organización a la que pertenece, la Brigada 2506, que ha apoyado desde 2016 la candidatura de Trump y lo ha vuelto a hacer este año. Morales comparaba al presidente Trump con Castro y Chávez en el vídeo —financiado por el magnate y exalcalde demócrata de Nueva York Michael Bloomberg— y sentenciaba: “A nosotros no nos van a engañar. En estas elecciones no vamos a votar por él. Trump, serás tú el único perdedor”, señala Morales en la grabación, en referencia a unas palabras del presidente estadounidense hacia los militares a quienes llamó también “perdedores”.
Hay una parte del anticastrismo que no es tan visible estos días de euforia electoral en Miami. “La visión que se ha vendido desde el trumpismo es que él va a ser el libertador de Cuba. Y lo ha comprado mucha gente que vemos en las calles. Pero la realidad es que ni republicanos ni demócratas han derrocado al Gobierno cubano. Si lees la prensa y te dejas invadir por la influencia mediática, crees que la Revolución cubana está que se cae ayer, pero eso no es real. Y Trump no va a acabar con el Gobierno cubano, quien va a acabar con el Gobierno cubano es el almanaque”, señala desde el patio de su casa el periodista exiliado Juan Almeida, hijo del histórico comandante y vicepresidente de Cuba Juan Almeida.
A la charla en casa de Almeida se ha sumado otro cubano, que prefiere no dar su nombre por temor a represalias de la isla. Este apunta a que su voto irá para el Partido Republicano, pero no por los motivos que se vociferan en las calles, sino por una convicción con su política económica y social. “Estoy totalmente en contra de quienes dicen que los demócratas son socialistas. Salga Biden o Trump, los caminos de este gran país van a seguir, porque hay una base, una estructura que se llama sistema y eso es lo que va a impedir que cambie”, agrega.
En la puerta de un centro de votación del oeste de Miami, Christine Robaina, de 28 años, explica por qué sus padres no votarán por primera vez, desde que llegaron hace más de 40 años, al Partido Republicano. “Mi mamá y mi tía son muy educadas, abogadas, mi abuela era una profesora de sociología en Cuba, entonces somos muy conscientes en mi familia de cómo suben al poder los dictadores. Y vemos que Trump no es libertad, es fascismo”.
Todos coinciden en que la pelea del voto cubano es algo habitual. En Florida viven algo más de 900.000 cubanos, casi un 30% de todo el voto hispano en el Estado, según el último informe del Pew Research Center. Y el fantasma de la disputa entre George Bush y el demócrata Al Gore del año 2000 en este Estado sigue presente: Bush obtuvo una ventaja por la mínima 1.784 boletas a su favor, que luego se redujeron a 537. Ganarse al electorado cubano y al venezolano (unos 75.000 electores) puede significar vencer la partida en una de las entidades con más voto indeciso del país. Para hacerse una idea de la batalla de Florida, en 2012, Barack Obama triunfó allí con solo un 0,9% de diferencia frente a Mitt Romney y, en 2008, con 2,8% frente a John McCain.
Pese a la tradición de una entidad en disputa, su proyección en las calles es, según cuentan, inédita. “Este fervor nunca lo habíamos visto. Hay personas que se han enfrentado en los mercados, vivimos esa división. Y cualquiera que prende la televisión estos días en Miami cree que esta es la realidad del país”, explica el exiliado cubano. “Está pasando algo aquí que pasa mucho en Cuba. Y es que la gente tiene miedo a decir que votará a los demócratas”, apunta Almeida.
De Florida es el líder de la organización extremista que apoya a Trump, los Proud Boys, un grupo que el FBI vincula con el nacionalismo blanco y la misoginia, y que ha organizado manifestaciones en contra del movimiento antirracista Black Lives Matters. Enrique Tarrio, de 36 años, de origen cubano y criado en esta zona del Estado, encabeza este grupo radical y es un reflejo también de la radicalización de una parte del electorado republicano de este rincón del sureste del país.
La campaña de desinformación que ha comprado la parte más visible del voto republicano radical de Miami es la asociación de Biden con el socialismo. “El comunismo siempre es el fantasma, pero está aquí mismo. Puede ser un fantasma lejano para Europa, pero el cubano el comunismo lo tiene aquí, no lo tiene en un libro de texto”, apunta Almeida, sobre la efectividad del mensaje. “Esta ciudad está llena de víctimas y es muy fácil manipularlas”, añade.
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