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La celebración del nombramiento de la juez Barrett deja un reguero de contagios de covid-19

El acto de más de 100 personas para ver la presentación en la Casa Blanca de la elegida se celebró sin medidas de seguridad contra el virus

Yolanda Monge
Donald Trump anuncia la nominación de la juez Amy Coney Barrett.
Donald Trump anuncia la nominación de la juez Amy Coney Barrett.SHAWN THEW (EFE)

Cuando Donald Trump ya había decidido quién sería la mujer elegida para reemplazar a la icónica Ruth Bader Ginsburg en el Tribunal Supremo, le faltaba el lugar en el que escenificar el golpe de efecto que suponía avanzar en la campaña electoral intentando apartar a un lado la fealdad de los 200.000 muertos que ha dejado en EE UU el coronavirus. Para entonces, el mandatario ya había visto el vídeo en el que Bill Clinton presentó en el Rose Garden de la Casa Blanca a su escogida, la fallecida Ginsburg, un hermoso día de primavera de junio en 1993.

Poco importaba que la nueva normalidad dicte dos metros de separación, el uso de mascarillas o evitar reunir en un evento a más de 10 personas. Trump quiso emular a Clinton y, prácticamente, copió la puesta en escena del exmandatario demócrata en la presentación de la juez Ginsburg. ¿El resultado? El sábado 26 de septiembre, más de 100 personas se sentaban en el Rose Garden en filas de sillas sin la consabida distancia de seguridad, codo con codo, encantadas de verse en tan importante día —ese en el que el Tribunal Supremo se decante hacia el conservadurismo— y, en algunos casos, dándose abrazos y apretones de manos.

Todas y cada una de las recomendaciones de seguridad frente al virus que exigen las autoridades saltaron por los aires. Acababa de comenzar un efecto dominó que cada día que pasa se cobra al menos un nuevo positivo por covid-19 en la Casa Blanca y sus allegados. Mike Lee, senador por Utah: positivo. Es él a quien se ve eufórico dando abrazos en unos vídeos que han corrido como la pólvora desde que empezaron a anunciarse nombres de asesores del presidente en la nómina de la enfermedad.

La exasesora de comunicación Kellyanne Conway: positivo. Thom Tillis, senador republicano de Carolina del Norte: positivo. El exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie, con resultado positivo por covid-19. En una foto de ese fatídico sábado se ve a Christie pegado al padre John Jenkins, presidente de la universidad católica de Notre Dame, donde imparte clases la nominada para el Tribunal Supremo, Amy Comey Barrett. Tras dar positivo, el padre Jenkins publicó un comunicado en el que lamentaba “su error de juicio” al decidir no llevar mascarilla.

Cierto es que el presidente de Notre Dame también se sintió tranquilo durante su estancia en la Casa Blanca, ya que a todos los invitados los hicieron pasar por una habitación especial de la residencia presidencial para practicarles la consabida prueba del coronavirus, que consiste en introducir un palito con un algodón por la nariz. “Una vez tomada la muestra nos llevaron al Rose Garden para sentarnos junto al resto de invitados a los que también habían hecho el test y habían dado negativos”, explicó el padre Jenkins en su nota de prensa.

Según los expertos, el sistema de pruebas para detectar coronavirus que usa la Casa Blanca, test rápidos del laboratorio Abbott, tiene un alto índice de falsos negativos respecto a otras pruebas diagnósticas que tardan más tiempo en ofrecer el resultado. Una semana después de aquel acto en el jardín de la Casa Blanca, al menos ocho personas han dado positivo, entre ellas el presidente de Estados Unidos y la primera dama. Según la cadena ABC, la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca ha confirmado además el contagio de uno de los periodistas que cubrieron el evento.

Todas las alarmas saltaron en la noche del jueves, cuando se supo que una estrecha colaboradora de Trump, Hope Hicks, tras encontrarse mal después del debate de la noche del martes había pasado por las manos del equipo médico de la Casa Blanca y el resultado fue un mazazo: positivo por coronavirus. Poco después llegaba el golpe definitivo: el presidente y su esposa también estaban contagiados. Todos habían estado juntos viajando en los días anteriores y en el debate presidencial. Se sumaba otro positivo a la lista de infectados: Bill Stepien, jefe de campaña de Trump.

Añadiendo sal a la herida, la confirmación de la enfermedad en dos de los senadores republicanos que forman parte del Comité Judicial ha puesto en peligro la confirmación de la juez Barrett si ninguno de ellos puede votar en la Cámara alta en las próximas semanas. De momento, el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, ha cancelado cualquier votación para las dos próximas semanas, aunque ha dicho que las audiencias para la confirmación de Barrett siguen adelante. Este sábado, otro senador republicano, Ron Johnson, ha confirmado que ha dado positivo en el test del coronavirus. McConnell decía el viernes que “el mayor enemigo” de los republicanos para seguir adelante con el proceso de confirmación de Barrett era “el virus”. Y, sin duda, su manejo.

Viajes, mítines, fotos… todo sin mascarilla

El miércoles 30 de septiembre, Donald Trump hablaba al cuerpo de prensa de la Casa Blanca con el sonido de fondo de las hélices del Marine One que le llevarían hasta el aeropuerto de Andrews para viajar a Minnesota a un acto de campaña. Antes de dirigirse al helicóptero, el mandatario se hizo una foto con un hombre y su hijo. Ninguno de los dos adultos llevaba mascarilla; el niño, sí.

Al llegar al aeropuerto de Minneapolis-St. Paul, el mandatario fue recibido, de cerca, por varias personalidades políticas, entre ellas el senador de ese Estado Kurt Daud. Trump estuvo después en un evento para recaudar fondos y luego voló a un acto de campaña en el que había cerca de 3.000 personas. Mascarillas prácticamente ninguna. Por supuesto tampoco el presidente, quien además lanzaba entusiasta gorras con su lema: “Make America Great Again” (Hacer América Grande de Nuevo).

El día que más cerca estuvo Trump de su contrincante, Joe Biden, fue el martes 27, durante la celebración en Cleveland (Ohio) del primer debate presidencial. En el podio ningún candidato llevaba mascarilla. Guardaban distancia de seguridad. Sentados en el público, a un lado la familia y asesores de Trump, entre ellos Hope Hicks: ninguno cubría su nariz y su boca. Sí lo hacía la esposa de Biden, Jill. El exvicepresidente de Barack Obama y su pareja se realizaron la prueba nada más saber que Trump había dado positivo. Ellos han dado negativo.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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