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Bruselas diseña un “escudo europeo” contra la desinformación para combatir las injerencias extranjeras

La Comisión Europea prepara un proyecto con una red de verificadores europeos inspirado en los modelos ya existentes en Francia y Suecia

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se dirige a los eurodiputados este jueves.Foto: LESZEK SZYMANSKI (EFE) | Vídeo: EPV

La Unión Europea enfrenta la guerra híbrida. Los ciberataques y las campañas de desinformación y propaganda ejecutadas por agentes extranjeros —en buena medida Rusia— con el objetivo de desestabilizar y generar caos son constantes. “Nuestro sistema democrático y sus instituciones están bajo ataque”, lanzó el jueves la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el discurso que pronunció ante el Parlamento Europeo, que la reeligió para un nuevo mandato de cinco años. El Ejecutivo comunitario prepara ya lo que la conservadora alemana llamó un “escudo europeo para la democracia”, una caja de herramientas para combatir la desinformación que incluirá una red europea de verificadores, disponible en las lenguas oficiales de los Estados miembros. Quiere inspirarse en las agencias nacionales que ya existen en Francia y en Suecia.

El proyecto, según explican fuentes comunitarias, reforzará el trabajo de la unidad de comunicación estratégica contra la desinformación que realiza el Servicio de Acción Exterior (el servicio diplomático) desde 2014, tras la invasión rusa de la península ucrania de Crimea. El anuncio llega en pleno debate en países como España sobre cómo combatir los bulos.

La base para abordar este asunto en el ámbito europeo existe. También la definición de lo que se pretende combatir: la injerencia extranjera en forma de desinformación o manipulación de la información para crear caos y desestabilizar. “Miramos el comportamiento, no la narrativa”, dice una funcionaria europea encargada de asuntos de comunicación estratégica. Como regla interna, los responsables y técnicos europeos que contrarrestan la desinformación no dan su nombre y apellido. Desde hace 10 años, la UE ha desarrollado toda una red para detectar la marea de desinformación y manipulación de agentes extranjeros hacia el club comunitario, proveniente principalmente de Rusia. Y tienen unidades especiales que analizan también esa marea en otros territorios, como los Balcanes y el Sahel.

Buena parte del trabajo se localiza en la plataforma EUvsDisinfo, que busca anticipar esas falsas narrativas y comunicar de manera “proactiva”, explica la citada fuente. Pero hacen falta más medios. La Unidad de Comunicación Estratégica cuenta con 16 personas.

Ya hay, además, mecanismos legales para combatir este tipo de injerencia: desde las sanciones —como las impuestas a los medios de propaganda rusos, tras la invasión a gran escala sobre Ucrania—, que Bruselas plantea ahora reforzar, al reglamento de Servicios Digitales. Esta norma permite reclamar a las grandes tecnológicas la eliminación de contenidos digitales cuando esa información sea ilegal. No obstante, la definición de lo que es legal o no queda en manos de cada Estado miembro. Fuentes comunitarias aseguran que esa herramienta ya se ha empleado para eliminar contenido nocivo e ilegal en la campaña de las elecciones europeas del pasado 9 de junio.

El enemigo número uno al que apunta Von der Leyen en ese plan está muy claro: Rusia, gran especialista histórico en desinformación y propaganda; un país que tiene unidades dedicadas a esta labor en sus tres agencias de inteligencia. Moscú suele, además, aprovechar asuntos calientes o divisivos para sus campañas de desinformación; pesca en el caldo que ya hay. Las agencias de inteligencia occidentales advierten de que en los últimos tiempos se ha lanzado de lleno al uso, además, de la inteligencia artificial, y emplea un sistema de clones para construir webs idénticas a las de algunos grandes medios de comunicación para verter en esas páginas su propaganda.

Además, tras el veto a varios medios de comunicación de la órbita del Kremlin que participan en las campañas de injerencia —y difunden un discurso del odio hacia la ciudadanía ucrania—, según Bruselas, Rusia está utilizando marcas blancas, que son, en realidad, una fachada más pequeña pero múltiple para los mismos medios, pero más complicada de detectar.

Además de esos elementos, la Comisión quiere reforzar su sistema de alerta rápida, donde intercambian información con los Estados miembros (y donde hay colaboración con los socios de la OTAN y del G-7). También plantea ahondar en la colaboración con las agencias nacionales dedicadas a detectar este elemento de guerra híbrida en su lectura europea. Como la francesa Viginum, creada hace tres años, un centro de vigilancia cibernética que detectó en octubre de 2023, semanas después de los atentados de Hamás en Israel, una campaña rusa para impulsar el antisemitismo difundiendo y magnificando en internet la aparición unas estrellas de David pintadas en un barrio de París.

Von der Leyen quiere construir algo similar a Viginum. O a la Agencia de Defensa Psicológica sueca, creada en 2022. Una organización de unas 60 personas, que ha detectado campañas rusas que trataron de magnificar la quema de coranes que hubo en el país nórdico; y que coordina los distintos organismos del Gobierno sobre desinformación. La agencia asesora a la administración local y regional, y al sector privado para combatir los bulos que van contra los “intereses suecos”.

La presidenta de la Comisión advierte en las líneas maestras para la próxima legislatura que el desarrollo tecnológico permite métodos de desinformación “más difíciles de rastrear, más dañinos y más fáciles de desplegar”. “Esto permite nuevas libertades, pero también reduce el coste de manipular la información y facilita a Rusia y otros intensifiquen la guerra de la información”, argumenta.

“Es urgente dotar a la Unión Europea de potentes herramientas de ciberdefensa, imponer como norma común la transparencia en la financiación extranjera de nuestra vida pública, pero también garantizar un marco de información fiable”, comentó la presidenta de la Comisión Europea.

En el foco de la recién reelegida jefa del Ejecutivo comunitario también están los bulos que han afectado a procesos electorales “en toda Europa”. “Nos aseguraremos de que se apliquen los requisitos de transparencia del reglamento de inteligencia artificial y de que reforcemos el enfoque de los contenidos producidos por esta herramienta”, añade el documento de intenciones políticas. Esa hoja de ruta concluye este apartado con un apunte que busca tranquilizar a las voces más críticas sobre si este tipo de mecanismos puede cercenar la libertad de comunicación. El objetivo, dice, es “respetar y promover la libertad de expresión”.

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