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Nuevos movimientos militares en el Caribe agravan la confrontación entre Trump y Maduro

“No a los golpes de Estado dados por la CIA. América Latina no los quiere”, enfatiza el presidente venezolano ante la escalada de tensión militar estadounidense

Venezuela

Crece la tensión en el Caribe. La unidad de aviación de élite de Operaciones Especiales del ejército estadounidense se ha desplazado a menos de 90 millas de la costa venezolana en los últimos días, según publicó este jueves el diario The Washington Post, que llegó a esa conclusión a partir de imágenes tomadas de las redes sociales que indican nuevos movimientos militares en el Caribe.

Un funcionario confirmó al periódico que estos formaban parte de ejercicios de entrenamiento en la zona, un día después de que Donald Trump corroborara que ha autorizado acciones encubiertas de la CIA en Venezuela, país con cuyo Gobierno su Administración mantiene una escalada retórica y militar en las últimas semanas. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, contestó este miércoles a su homólogo estadounidense en una comparecencia televisiva con el fondo de los tambores de una posible intervención militar que llegan desde Washington. “No a los golpes de Estado dados por la CIA. América Latina no los quiere”, dijo Maduro.

La cadena ABC informó, por su parte, de que tres bombarderos B-52 despegaron de una base en Luisiana el miércoles y volaron durante horas cerca de la costa venezolana en lo que cabe interpretar como una demostración de fuerza de la Administración de Trump. Los B-52 son aeronaves de largo alcance que se han empleado en escenarios de guerra en lugares como Irak o Siria.

La voladura sin juicio previo de cinco supuestas narcolanchas, que Trump y los suyos justifican como una guerra contra las drogas, es el síntoma más evidente de esa tensión en aumento, que muchos analistas en Washington interpretan como un intento poco disimulado de Trump de perseguir un cambio de régimen en Venezuela para desterrar al chavismo.

En las operaciones militares extrajudiciales contra esas embarcaciones, el ejército estadounidense ha matado al menos a 27 personas, según la cuenta ofrecida por el propio Trump y por el secretario de Defensa, Pete Hegseth. El último ataque se produjo el pasado martes y, como sucedió con los anteriores, el Gobierno de Estados Unidos aún no ha ofrecido pruebas de la identidad de los tripulantes, ni de la carga que llevaban esas lanchas.

Esas acciones contra civiles, a los que Trump ha decidido unilateralmente considerar “combatientes de guerra” con los que Estados Unidos está enredado en un “conflicto armado”, han recibido las críticas de senadores de ambos partidos en el Capitolio de Washington. La Cámara alta votó la semana pasada sin éxito para acortar el plazo de 60 días que el presidente de Estados Unidos se dio a sí mismo para llevar a cabo esos ataques sin pasar por el Congreso, en virtud de la Ley de Poderes de Guerra de 1973.

Empezaron a principios de septiembre, después de que Trump ordenara un despliegue con pocos precedentes en la memoria reciente del Caribe. Esa demostración de fuerza incluye diez barcos de guerra en total, entre ellos, tres destructores, un buque de asalto anfibio, un crucero lanzamisiles y un submarino de propulsión nuclear, además de unas 10.000 tropas. El despliegue de la Armada en el área de influencia del Comando Sur de la Marina estadounidense supone nada menos que la movilización del 14% de la fuerza naval que tiene la potencia militar desplegada por el mundo.

El objetivo de ese despliegue son bandas criminales de origen venezolano como Tren de Aragua, incluida en febrero por el Departamento de Estado en la lista de “organizaciones terroristas designadas”, o el Cartel de los Soles. Washington ofrece una recompensa de 50 millones de dólares, una cantidad que doblaron en agosto pasado, por cualquier pista que conduzca a la detención de Maduro, al que las autoridades estadounidenses acusan de ser el líder de un narcoestado.

Este no ha dado señales de estar dispuesto a ceder a las presiones de Estados Unidos, y el miércoles alejó cualquier escenario de negociación. Fue como parte de un mensaje ambivalente, en el que al mismo tiempo hizo un llamamiento a la paz, pidió la movilización de la sociedad estadounidense para “evitar una guerra en el Caribe”, y descartó rotundamente, con tono de pocos amigos, “un cambio de régimen”. El sucesor de Hugo Chávez, en el poder desde 2013, está sometido desde el pasado verano a una enorme presión, estrategia con la que Trump trata de forzar una transición en Venezuela, como ya intentó en su primera Administración.

La prueba de los helicópteros

Las imágenes estudiadas por el Post muestran helicópteros de ataque MH-6 Little Bird y MH-60 Black Hawk sobre aguas abiertas cerca de plataformas petroleras y de gas. El análisis indicó que los helicópteros volaban frente a la costa nordeste de Trinidad, acercándose a 90 millas de varios puntos del litoral venezolano. Mark Cancian, experto militar citado por el diario de Washington, considera que la participación de los Little Birds, una pequeña aeronave de ataque diseñada para transportar soldados y brindar apoyo de proximidad, sugiere preparativos para posibles misiones terrestres.

US army black hawk helicopters doing drills in trinidad oil fields. In the event of the invasion of Venezuela,...

Posted by Abby Karim on Sunday, October 5, 2025

Sobre las razones de su autorización de las acciones encubiertas de la CIA, Trump apuntó dos el miércoles durante un acto en el Despacho Oval. “Venezuela ha vaciado sus cárceles en Estados Unidos”. Y: “muchas drogas llegan desde ese país; por mar y por tierra... también vamos a detenerlas por tierra”. El presidente estadounidense ya había apuntado desde hacía semanas que su estrategia de ataques contra las narcolanchas se adentraba en una “segunda fase” que incluiría acciones en tierra.

Las estadísticas del propio Gobierno estadounidense indican que Venezuela no produce fentanilo, el opiáceo que ha provocado la mayor crisis de sobredosis de la historia de Estados Unidos. También, que solo el 5% de la cocaína proviene del país sudamericano.

El anuncio del recurso a la CIA sirvió a Maduro para comparar este clima con el que precedió a “las fallidas guerras” en Afganistán, Irak o Libia, e incluso la intervención de la inteligencia estadounidense en el derrocamiento de Salvador Allende en Chile o del peronismo en Argentina. “¿Hasta cuándo golpes de Estado de la CIA? América Latina no los quiere, no los necesita y los repudia”, enfatizó en una comparecencia retransmitida por televisión.

Maduro bromeó recurriendo a su precario inglés para proclamar “Not war, peace”, esto es, “no a la guerra, paz”, aunque el intento de destensar el ambiente choca con las decisiones del régimen, cada vez más enrocado. Mientras el líder chavista se dedica a encabezar un nuevo acto público en favor de la paz, en la cúpula, Diosdado Cabello, ministro de Interior y Justicia, y Vladímir Padrino López, ministro de Defensa, avanzan sin pausa en la militarización de todos los territorios del país.

Este jueves se ha puesto en marcha un plan, bautizado como Independencia 200, en tres Estados fronterizos con Colombia: Táchira, Apure y Amazonas. El objetivo, dicen, es consolidar la “defensa integral”. La táctica se suma a los entrenamientos militares masivos ofrecidos en los últimos fines de semana a milicianos voluntarios y a los civiles que quieran aprender a manejar un arma.

Este viernes se cumple una semana de la concesión del Nobel de la Paz a la líder opositora María Corina Machado. Lleva más de un año viviendo en la clandestinidad para evadir la persecución del régimen. Lejos de usar el galardón para acercar posturas, el Gobierno −que, según ha denunciado la mayor parte de la comunidad internacional, robó las elecciones del año pasado− ha cerrado aún más la puerta al diálogo.

Maduro se limitó a dirigir insultos a la líder opositora y cerró la Embajada en Noruega en señal de protesta. Mientras, la cúpula gubernamental contribuye a avivar el fuego de la confrontación al acusar a cargos opositores, sin presentar pruebas, de estar planeando “atentados”. El chavismo siempre ha situado a Machado detrás de esos supuestos planes.

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