La UE busca limitar los viajes de los diplomáticos rusos para torpedear su red de espionaje
La medida, que forma parte de un nuevo paquete de sanciones, llega cuando el Kremlin ha aumentado sus sabotajes y ataques híbridos en Europa


En un momento de gran tensión por el calentamiento de la guerra híbrida de Rusia contra Occidente, la Unión Europea quiere limitar las condiciones y privilegios de los visados de los diplomáticos rusos con el objetivo de frenar su movilidad dentro del club comunitario. La medida busca poner aún más trabas al Kremlin, que trabaja desde hace tiempo para reconstruir la potente red de espionaje que tenía en Europa y que en muchas ocasiones se amparaba en personas con cobertura diplomática. Esta estructura quedó profundamente dañada tras la expulsión de cientos de representantes rusos en los 27 países de la UE en 2022, tras la invasión a gran escala sobre Ucrania ordenada por el presidente Vladímir Putin.
La nueva iniciativa de la UE —que forma parte del paquete número 19 de sanciones contra Moscú por la guerra, que va camino de su cuarto aniversario— obligará a los diplomáticos rusos a informar a otros gobiernos europeos cuando salgan del país en el que están destinados, según la propuesta el Servicio de Acción Exterior de la UE (SEAE) que ha podido consultar EL PAÍS. Esa obligación, indican fuentes diplomáticas de la UE, limitaría mucho sus movimientos y también recortaría sus opciones de actuación.
En la propuesta enviada a los Estados miembros, el SEAE asegura que los diplomáticos rusos participan “a menudo” en actividades que “contribuyen” a la guerra de Rusia contra Ucrania. Sobre todo, dice el documento, con la “difusión sobre las causas de la guerra, su desarrollo y el papel de la UE” en el conflicto.
Los representantes de los Veintisiete debatieron este miércoles la iniciativa, que deberá ser aprobada por unanimidad. La idea no ha provocado objeciones serias, ni siquiera, por el momento, en Hungría, que veta tradicionalmente las medidas contra el Kremlin; aunque Austria ha pedido que se aclaren ciertos aspectos. Viena —donde el personal de las legaciones rusas se ha incrementado en los últimos tres años— ha emergido en los últimos tiempos como un centro de espionaje ruso para toda Europa.
Si la fórmula sale adelante, los diplomáticos rusos tendrán que notificar su salida a las autoridades del país al que viajan al menos 24 horas antes, especificando el punto de entrada y posterior salida y el medio de transporte. El país receptor podría denegar la entrada.
Ha sido República Checa la que ideó hace tiempo la nueva sanción contra el Kremlin y quien ha ido promoviéndola, explican fuentes comunitarias. Sin embargo, ha tomado impulso ahora, cuando se ha registrado un aumento de sabotajes y ataques híbridos del Kremlin—entre otros incidentes, con incursiones de drones en varios puntos de Europa—. La UE quiere no solo frenar las actividades rusas en el club comunitario, sino también enviar un mensaje claro a Moscú, dicen fuentes diplomáticas.
Impulso checo
Praga, por su localización en Europa central, sus conexiones y la presencia de opositores al Kremlin, se consideraba un importante núcleo de espionaje para Moscú hasta la invasión a gran escala. El país, que ha destapado en los últimos años varios grandes escándalos de espionaje e injerencia política y ha expulsado a decenas de diplomáticos en los últimos tiempos, es particularmente activo en los trabajos de contraespionaje.
Además, ha endurecido sus leyes, y el Gobierno checo aprobó el 30 de septiembre prohibir la entrada a diplomáticos y portadores de pasaportes de servicios (trabajadores de las embajadas o consulados, por ejemplo) que no tengan una acreditación especial emitida por las autoridades checas. “Las operaciones de sabotaje están en aumento y no nos arriesgaremos a acoger agentes que operen bajo cobertura diplomática”, aseguró la semana pasada el ministro de Exteriores, Jan Lipavsky, en una nota difundida en las redes sociales, en la que recalcaba que Praga “da ejemplo” a otros países europeos.
Con su red de inteligencia muy dañada, el Kremlin ha ideado y explotado otras formas de espionaje e injerencia en Europa. Como la colaboración cada vez más habitual con organizaciones criminales, dice una fuente de un servicio de inteligencia europeo. También a través del reclutamiento, por pequeñas cantidades de dinero, de civiles a través de aplicaciones de mensajería y en las redes sociales.
Geir Hagen, de la Universidad de Defensa de Noruega, ha estudiado cientos de informes de inteligencia para diseccionar las claves de la guerra híbrida que un Kremlin cada vez más aislado de Occidente emplea para presionar. El experto habla del uso de medios de comunicación, redes sociales, manejo de los conflictos territoriales, servicios de información, operaciones cibernéticas y ataques, negocios o corrupción. Además, Rusia está reactivando a sus “agentes de influencia” en Europa, que van desde políticos y propagandistas a influencers; personas que expanden las teorías y la retórica de Moscú y también difunden un discurso que busca “minar” la credibilidad de la UE.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
